Epilogo: "La boda"

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*Tres años después*

Londres, Inglaterra.El vestido blanco como la nieve de Tania brillaba con los rayos de sol que se filtraban por las vidrieras de colores. 

Las demás dama de honor y yo vestíamos un corto vestido coral, que no llegaba a compararse con el flameante vestido de novia. Tania estaba increíblemente hermosa, parecía realmente una princesa.

-Espero que a Pipe le guste, he subido un poco de peso desde que nos mudamos juntos- Suspiro, arreglándose el vestido.

-Estas preciosa, ni siquiera debes pensar en ello- La alague, sonriéndole.

Ella me sonrió y me dio un fuerte apretón, algunas lágrimas de emoción cayeron por su rostro.
La novia de Romeo se encargo inmediatamente de limpiarlas, echándose a reír de la histeria de Tania al pensar en su maquillaje corriéndose.

-Aun no puedo creer que Juan y tu hayan vuelto a Londres- me dijo la novia de Antoni mientras arreglaba el Smoking de su hijo, Ben. Un pequeño niño de tres años, de grandes rizos y grandes ojos marrones como los de Antoni.

-Siempre supimos que cuando termináramos de estudiar regresaríamos, es imposible alejarse esta ciudad- conteste, sonriendo- Aunque jamás creí que mis padres me darían la mansión para que vivamos juntos, fue una gran sorpresa.

-Después de todo lo que vivieron, era lo mínimo que podían hacer- Hablo Tania mientras se colocaba el velo delante de su cara.

-Puede ser- Me encogí de hombros, sin mucho que contestar. Mis padres eran extraños y más aun cuando trataba Juan pero no podía oponerme a su regalo. 

Desde que habíamos regresado a Londres y habíamos comenzado adaptar la mansión para nosotros dos todo había marchado bien, no hacía falta arruinarla con preguntas estúpidas.

La puerta de roble se abrió y el organizador de la boda apareció:

-Ya es la hora- Nos sonrió- Las damas de honor primero.

Ben y la primita pequeña de Pipe salieron primero, arrojando rosas por el camino. Luego las tres chicas y yo aparecimos caminando con sonrisas en nuestras caras, todos los presentes volteándose a vernos. Nos colocamos a la izquierda del Sacerdote, a la derecha Pipe y los chicos se encontraban, pude ver sus bellos ojos cafés de lejos. 

Cuando Tania apareció, Pipe la miro maravillado, sus ojos brillando de la emoción. Luego la típica ceremonia tomo lugar, las largas palabras del Sacerdote y los votos. Su largo beso y los aplausos, todo parecía un cuento de hadas.Después de la ceremonia, empezó la larga sesión de fotos en el exterior de la vieja iglesia. Los últimos rayos de sol brillaban, haciendo resplandecer el vestido de Tania. Pipe la miraba embobado, intentaba prestar atención a los flashes y la cámara pero sus ojos estaban puestos en su novia, o mejor dicho, su esposa. La felicidad que emanaba la pareja me hacia lagrimear de la emoción, jamás pensé que un día así pudiera llegar. Parecía que hubiese sido ayer cuando apenas se habían conocido en aquel viejo instituto, cuando Tania era mi simple asistente y Pipe un loco chico gracioso.

La cena y la fiesta se celebraron fuera, bajo una enorme carpa blanca. Mareada por los encandilantés flashes del fotógrafo, me dirigí al bar y pedí un agua sin gas. Con la intención de poder recobrar fuerzas y poder disfrutar la gran fiesta que se celebraba a mis alrededores. Las parejas bailaban felizmente en la pista, bebiendo alcohol y celebrando el gran compromiso. Antoni bailaba junto a su novia, cargando a Ben en sus brazos. Pero casi ni me fije en ellos, toda mi atención se centro en Juan.Se había vestido para la boda, con un elegante Smoking hecho a medida y su cabello peinado hacia atrás. Una gran sonrisa deslumbraba su rostro y sus ojos cafés brillaban como todos los días desde el día que despertó del accidente. 

Cuando me vio, mi corazón comenzó a latir con fuerza- pese que hacía ya cuatro años y medio que estábamos juntos, su mirada me seguía acelerando el corazón como una adolescente- Habíamos estado todo el día alejados, el con sus amigos y yo con mis amigas, y ahora comenzaba a necesitarlo; un beso, una caricia, una palabra. Cualquier cosa proveniente de él.

Comenzó a caminar hasta mí sin prisas, con una copa de champagne en la mano. Solo traía la blanca camisa puesta, la chaqueta del smoking echada sobre sus hombros. Hacía calor dentro de la carpa y la humedad había erizado su cabello, tal como el primer día que lo vi.

-¿Creíste que te alejarías de mí toda la noche?- Pregunto, sonriéndome coquetamente.

Yo rodee su cuello con mis brazos.

-Es imposible que me aleje de ti- Le dije, dándole un largo beso en los labios- Ya comenzaba a extrañarte y solo fueron unas horas.

Sonrió y me dio otro beso.

-No sé cuánto tiempo podre soportar verte en ese corto vestido y contenerme a las ganas de tenerte para mi sólito- Dijo, pasando sus manos por mis caderas.

Luego me beso una vez y otra, alargando el beso, moviendo su lengua creativamente- Te amo.

-Yo a ti.

Me dio un besito.

-Sabes que eres lo eres todo para mi, ¿cierto?-

Pregunto, colocándome un mechón de cabello detrás de la oreja.

Asentí, volviéndolo a besar. No hacía falta expresar con palabras lo mucho que lo amaba y lo que significaba. El era una parte de mi, y yo de él. Estábamos unidos por un pacto de amor, para toda la eternidad. Y para mí, no existía nada más perfecto.

-Yo tampoco resistiré mucho más tiempo acá, estoy viendo muchas chicas que te están echando el ojo y eso no está permitido. Tú eres mío- Dije, tomando su corbata y acercándolo para volver a besarlo.

-Soy todo tuyo, princesa- Afirmo, sonriendo. Me rodeo con sus brazos la cadera, apegándome más a su cuerpo, comenzamos a bailar bajo los suaves sonidos clásicos de la orquesta. Apoye mi cabeza en su hombro, sintiéndome protegida y amaba. Sabiendo que si él estaba junto a mí, todo estaría bien.

Una melodía inconfundible comenzó a sonar en el violín, luego en el piano y finalmente toda la banda comenzó a tocarla. Ambos nos retiramos, mirándonos maravillados. Juan curvo una sonrisa de oreja a oreja.

-El baile...- susurre, mirando sus ojos fijamente- Tu canción...

El asintió, igual de maravillado.

-Juan canto cada parte de la canción en mi oído, sus palabras erizándome la piel. Cada frase de esa canción recordándome lo mucho que habíamos sufrido para poder estar juntos, lo valiosa que era nuestra relación. 

Me recordaba como las cicatrices y el pasado se habían quedado atrás, como ahora éramos felices y como lo seriamos para toda la eternidad. A pesar de las peleas diarias, el amor que nosotros sentíamos jamás se acabaría. Era un sentimiento incontrolable, era algo que ya era parte de nosotros, algo que jamás se iría. Porque Juan y yo; compartíamos un amor infinito. FIN.

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Llegó el final, chicas. Gracias por estar siempre al pendiente de la novela, siempre leo sus comentarios son pocos pero en un futuro espero y sean más, gracias por siempre apoyarme con sus votos y sus lecturas. Hasta aquí llegamos, besos.

Cambios (Maluma & Tu) *Terminada*Where stories live. Discover now