Capítulo #55: "Un pacto de amor"

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  Los protectores brazos de Marlly me sostenían con fuerza, mi cabeza apoyada sobre su huesudo hombro. Las horas habían pasado y aun los médicos no habían salido, la sonrisa de mi rostro se había borrado y varias lágrimas cayeron en su lugar. Comenzaba a sentirme sola otra vez, las heridas del pecho parecían volver abrirse. El mismo dolor, el mismo golpe de angustia tomaron lugar dentro de mí. No podía dejar de imaginar al médico saliendo de la habitación, su mirada gacha, quitándose los guantes llenos de sangres y negando con la cabeza, diciéndonos que el ya no estaba con nosotros.¿Cómo iba a ser capaz de seguir sin él?Juan y yo compartíamos el alma, mi corazón completo estaba en su poder. Solo el podía llevarme a la máxima felicidad, o a la máxima tristeza. Si el sonreía, yo sonreía. Si el lloraba, yo lloraba... Si el muere, yo muero... No necesitaba pensarlo dos veces, era algo que sabía desde el día que supe que lo amaba. Desde ese día supe que jamás si se iba, yo me iba con él. Jamás lograría tener la fuerza para seguir adelante, yo no era una muchacha fuerte.

Unos largos dedos me limpiaron una lágrima de la mejilla, su tacto delicado me recordó a él.

-Juan es fuerte...- Susurro, mirándome a los ojos- Jamás te dejara, eres todo para él.

-A ti tampoco...- Conteste, intentando sostener la idea de que Juan no nos dejaría a ninguna de las dos.

Ella sonrió, sus arrugas estirándose.

-Hace tiempo que abandono el nido... Dejo de ser un pequeño niño para convertirse en todo un muchacho... y ahora, ese muchacho, te pertenece a ti- Me limpio otro lagrima de la mejilla- Y jamás te dejara, _______, eres su vida misma.

Antes de que otra lagrima caiga, me arroje a sus brazos. Apoye mi cabeza en su hombro, sollozando con gritos altos, intentando cerrar el dolor que se abría cada minuto más. Repitiendo las palabras en mi cabeza, "el jamás te dejara", para poder respirar hondo y seguir adelante.

Fue la voz del doctor la que nos hizo separar, nos pusimos de pie en un segundo. Marlly me tomo la mano con fuerza, mi corazón latiendo a mil mientras el doctor nos miraba fijo. Sus ojos brillaban, tal vez de alegría, o tal vez de tristeza por la noticia que debería transmitirnos.

Suspire hondo y cerré los ojos con fuerza, dispuesta a escuchar la dura voz del doctor.

-Juan...- El tiempo pareció detenerse mientras yo sentía la mano de Marlly apretarse con fuerza, aguardando oír la frase que cambiaria nuestra vida para siempre: está bien, ha despertado sin problemas graves.

Fue como si me quitaran un cuchillo del estomago, como si me sacaran del agua un segundo antes de morir ahogada. Sentí que perdía toda la oscuridad que estaba dentro de mí, la luz comenzando a circular por mi cuerpo. Mi corazón se relajo y por fin, luego de noventa días, volvió a latir con calma. Volvió a latir como esa última noche que dormí con Juan, justo un día antes que el accidente sucediera.

No me detuve a escuchar las palabras del doctor, solo entre corriendo a la habitación. Marlly me soltó la mano en un segundo y el doctor me dejo el paso libre, cerró la puerta cuando entre. La luz del amanecer me llego a los ojos apenas entre, me cubrí los ojos rápidamente. Segundos después mi vista se aclaro y alli lo vi; sentado en la cama, mirándome con sus ojos verdes brillantes.

Me detuve en seco, dejándome absorber por esos ojos que tanto había extrañado.

-¿__.. _______?- Pregunto tartamudeando.

Asentí, las lagrimas cayendo sobre mis frías mejillas.

-¿Me recuerdas, amor?- Me acerque más a su camilla.

-Jamás podría olvidarte- Contesto, sonriéndome.

-Oh, Juan, no sabes lo mucho que te extrañe- Me arroje a sus brazos, el soltó un leve gemido pero luego sus grandes brazos me rodearon. No había formas de explicar la felicidad que sentí cuando su piel caliente toco mi fría piel. Mi corazón latía como nunca antes, sentí descargas de adrenalina recorrer mi cuerpo. Y cuando vi su sonrisa, sentí que me desmayaría, era demasiado para poder ser real.

-Te amo- Susurro sobre mi oreja- Y en ningún momento deje de hacerlo.

Sus palabras golpearon contra mi pecho, guardándose en mi memoria.

-Dime que no es un sueño- Rogué- Que verdaderamente esto es real.

Entonces, me tomo las mejillas y me beso. Sus labios ardientes chocando contra los míos, la felicidad y la excitación apoderándose de mí. Sus largos dedos entrelazándose con los míos mientras su otra mano me tocaba la mejilla suavemente. Volver a sentir sus labios y su tacto era algo tan extraordinario como la gloria misma. Era mi paraíso, mi perdición.

Cada segundo que su lengua entraba dentro de mi boca y la movía juguetonamente, un flashback me llevaba a nuestros recuerdos más preciados. Y ahora no necesitaba ningún recuerdo, porque lo estaba viviendo en vivo y en directo. Sus labios volvían a juntarse con los míos, uniéndose como dos piezas perfectamente diseñadas. Volver a sentir su cabelll sobre mis dedos y su inconfundible aroma. Sentir otra vez sus labios en mi cuello, haciéndome ver las estrellas. Tocar su fina piel, tan suave y seductora... tan perfecta.Nos besamos hasta cansarnos, luego Juan me hizo un lugar en su fría camilla de hospital y nos acostamos. Yo apoye mi cabeza en su pecho desnudo, sus brazos me sostenían con fuerza.

-¿Ha sucedió algo durante todo este tiempo que no estuve?- Bromeo, sonriéndome.

Sonreí, el todavía conservaba su humor.

-Nada de nada- Conteste, dejando escapar una risita luego de tantos meses en silencio- El tiempo pareció casi detenerse durante todo este tiempo que no estuviste.

Me beso la frente.

-Lamento tanto que hayas tenido que sufrir estos meses, yo...

Lo interrumpí con un largo y profundo beso.

-Ya paso, ya todo termino- Dije sonriendo- Ahora lo unico que importa es que estamos juntos. Y nada podrá cambiar eso- entrelace nuestros dedos- Te amo Juan y ni tres meses, ni diez años, cambiaran ese sentimiento. No quiero que te disculpes, porque nada de esto fue tu culpa.Me miro enternecido, sus ojos brillantes. Nos volvimos a besar con pasión, recuperando todos los minutos que nos habíamos separado. Cuando nos retiramos, las grandes manos de Juan tomaron las mías con fuerza, como si tuviera miedo de que me escapara de sus manos como un puñado de arena. Me miro fijamente, sus ojos verdes profundizándose sobre los míos.

-Quiero que cuando salgamos de aquí todo vuelva a ser como antes- Hablo Juan gravemente- Quiero despertarme junto a ti cada mañana e irme a dormir contigo cada noche. Quiero demostrarte mi amor cada día; en cada beso, en cada caricia, en cada conexión intima. Quiero hacerte feliz, cada día, quiero hacerte tan feliz como tú me haces a mí- Se quito el viejo anillo que jamás se había sacado antes, uno mucho más importante que el colgante que me había entregado en Grecia. Con delicadeza lo deslizo por mi dedo anular- Mis padres me lo dieron cuando yo era niño, dijeron que eso representaba la felicidad que yo les hacía sentir a ellos. Lo conserve los últimos años para recordar que para alguien, yo era su felicidad. Y ahora quiero que lo tengas tú, Princesa, tú eres mi felicidad. Tú me has dado una razón para levantarme cada mañana, tú me has dado amor... Por favor, Heilyn se mi todo.Me pellizque para comprobar que no estaba soñando. Juan jamás había sido tan sincero conmigo, jamás había dicho palabras que significaran tanto. Toque el anillo delicadamente, conteniéndome las lágrimas de emoción que amenazaban con caer.

-¿Juan?- Pregunte, mirándolo fijo.

El me tomo la mano donde había deslizado el anillo y se la llevo a su corazón.

-_______ vivas en este día, yo te juro que, a partir de ahora y en adelante, soy completamente tuyo. Me entrego a ti. Mi cuerpo, mi amor, mi alma; me pongo bajo tu protección- Apretó mi mano con más fuerza- Y si no consigo cumplir, si no consigo hacerte feliz, que mi sufrimiento y mi pesar serán mi castigo eterno... Pero lo conseguiré, Princesa, conseguiré hacerte feliz cada día de mi vida.

Lo mire fijo y ahora puse su mano en mi corazón que latía locamente.

-Juan acepto tu amor, tu alma y tu cuerpo. Y a cambio, te doy todo lo que soy; me entrego completamente a ti. Soy toda tuya, cada centímetro de mi cuerpo y mi alma es tuyo. Te pertenezco... Te prometo, que jamás dejare de amarte. Y si no logro cumplir, que mi alma sea condenada al infierno por toda la eternidad.

Y así fue como nos volvimos a besar, cerrando el trato que le hacíamos a Dios. Ese mismo Dios que nos había unido aquel día en la clase de Bilogía; que nos había separado para volver a juntarnos y finalmente nos había hecho lo suficientemente fuertes para poder jurarnos amarnos. Para hacernos cargo de la relación y el amor que sentíamos.

-Te amo- Musito, sonriéndome, sobre mis labios.

-Te amo- Repetí, volviéndolo a besar.

Cambios (Maluma & Tu) *Terminada*Where stories live. Discover now