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Thomas hizo exactamente lo que le dijo Annie, fue a la sección de informes y lo atendió una señora de mediana edad.

-Hola, muchacho. ¿Qué deseas?- preguntó la mujer sonriente que, por su insignia en su uniforme, su nombre era Mary.

-Buenas tardes. Ehm...bueno, quisiera obtener información sobre la familia del paciente Louis Morgan Monroe, si no es mucha molestia.- bajo la mirada algo avergonzado. No estaba muy cómodo haciendo esto.

-Oh, el paciente Louis.- dijo sonriendo y con un brillo en los ojos.- Ese muchacho es increíble. Es tan fuerte, merece todo lo que quiera, en especial el amor de aquella castaña de ojos verdes del quinto piso.-dijo con un aire a soñadora de primera, como si el amor se sintiera en el aire y se inhalara por la nariz, como en época de San Valentin.- Claro, cielo.-al instante le recordó a Annie.- ¿Qué deseas saber sobre la familia de Louis?

-Bueno, yo quisiera el número de algún familiar suyo.-expliqué- Es una larga historia. Una historia de amor.- lo miró a los ojos sonriendo. Parece que quiere oír la historia.

-Oh, cuenta, cariño. Tengo hasta el almuerzo.- posó su barbilla en sus manos como niña pequeña. Le explicó todo, con lujo de detalles incluidos. El hecho de que Claire se enamorara de alguien parecido a ella en un estado no muy común, lo duro que sería par ambos aquella separación si Louis no salía, lo mal que se sentirían todos si no hacían nada por ayudar, etc, etc. Lágrimas resbalaban por sus párpados al oír semejante historia de amor.

- Y por eso tenemos que contactarnos con algún familiar de Louis porque, de lo contrario, no tendremos otra forma de retirarlo de manera legal, a no ser que lo secuestremos de hospital a altas horas de la madrugada, cosa que no queremos ¿verdad?- dijo rápidamente mirándola de manera convencedora.

-No, no, de ninguna manera.-dijo Mary negando con la cabeza.- Te ayudaré, cariño. Ahora solo dejame buscar el número de la señora Monroe.- tecleaba rápido mirando a la pantalla del computador, subía y bajaba la mirada hasta que por fin dio con lo que buscaba. Anotó algo en un papel pequeño y se lo tendió a Thomas.- Este es el número de la madre y del padre, llamalos y con suerte, pero mucha suerte, todo saldrá bien.

-Gracias, Mary.-le dedicó una sonrisa.- Que tengas un buen día.

Salió rápido de aquella sección y se dirigió al ascensor que estaba con las puertas abiertas, entró y presionó el botón hacia el ascensor, sus puertas se cerraron y aquel muchacho se puso a saltar y a festejar su logro. De pronto las puertas se abren en el primer piso, miradas confusas, algunas risitas discretas, mejillas sonrojadas y un momento bochornoso de por vida, pobre Thomas.

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Annie llamaba desesperadamente a su hermana menor que, por lo visto, había apagado su celular.
¿Qué estará haciendo Claire?- pensó. De nuevo a la idea anterior, llamar a Thomas. Marcó su número, sonó la melodía de la compañía de teléfono, la mitad del primer timbre y contestó.

- Hola, cariño. Maldición, Annie. No sabes lo feliz que estoy.-reía y gritaba.- ¡Lo he conseguido, amor! ¡Tengo el número de sus padres!- al instante una sonrisa de oreja a oreja se formó en el suave y brillante rostro de la pelirroja. Se había quedado atónita, su plan había funcionado, por lo menos la primera parte.

- Grandioso, Thom. Ahora ven rápido al departamento, tenemos un par de llamadas que hacer.-saltaba de emoción en su interior.

-Claro, cielo; pero, Claire aún no viene y no puedo dejarla sola.- se excusó el muchacho. Cierto, Claire estaba ocupada solucionando el problema por sí misma, sin saber que su hermana ya lo estaba haciendo, además de pasar el rato con Louis.- Pero puedo llamarla y decirle que se quede y que luego vengo por ella, porque no se ha aparecido todavía. Parece que esá ocupada con ese chico. Creo que necesita estar con él, ya sabes.-dijo él. Annie lo analizó y le respondió.
- Cierto, cariño. Ven solo, yo llamo a papá y le digo que vaya a casa y descanse ¿está bien? Yo me encargo de eso, cielo.- le dijo con ternura.
- Está bien. Te amo, nos vemos luego. Adiós, cariño.
- Adiós.- se despidió mandándole un beso y colgó.

Dió un par de vueltas en la sala hasta que se mareó un poco. Cogió su celular y llamó a su papá, le dijo que descansara, que de Claire se encargarían después. Su padre asintió y colgó.

La pelirroja camino directo hacia el sillón de su sala, se estiró y seguido esto, se apoltronó en el mueble. Cerró los ojos y respiró profundamente, imágenes de estos últimos días pasaron por su mente como una cinta de película, porque así parecía su vida últimamente.

Unos veinte minutos después, tocaron la puerta y ella fue a abrirla, con pasos lentos y pesados.
Apenas abrió unos pocos centímetros de ésta, alguien empujó la puerta y se le abalanzó sobre ella, rodeándola con sus brazos y cubriendo su vista, dejándola totalmente en negro.

Sollozos eran los que ella escuchaba, no podía ser Thomas porque ,él no se le hubiera abalanzado solo para abrazarla, no olía a su irresistible perfume y para dejar más en claro que no era el tierno muchacho, él no usa tacones ni tiene el cabello rubio y ondulado hasta la cintura.

- Amanda ¿que ocurrió?- preguntó acariciando su rubia melena.
Sinceramente no se entendió nada en la respuesta, eran balbuceos y llantos. Ella conocía muy bien ese momento. Un chico.

- Dime quién te hizo esto para ir a arrancarle la lengua para que no vuelva a hablar siquiera.-dijo firme. La rubia solo soltó una débil risa separándose de su amiga.

- No importa. De todos modos yo le hubiera sido infiel con quien se me diera la gana tal como él lo hizo conmigo.- se secaba las lágrimas con las mangas de su sweather.

- Tú y tus soluciones bipolares. - provocó que riera de nuevo.- Aún así dime a quien dejo sin descendencia.

- El mismo al que defendí hace un año y medio. Atragantándose a una cualquiera en la puerta de mi casa. Agh.- hizo un gesto de asco.

- Ese imbécil tiene algún defecto de nacimiento, debe estar ciego para no ver lo buena y linda que eres y has sido con él. Merece la muerte.

- Bah. Olvidemos esto. ¿Y Thomas?- preguntó.

- Debe de estar aquí en...- no terminó la frase porque sonó el timbre.- en este momento.- rieron.
Se dirigió a abrir la puerta y él se abalanzó sobre ella ,primero abrazándola y luego, para besarla. Ella se sonrojo frente a aquel acto y sonrió nerviosa en pleno beso.
Se separaron y él posó su frente sobre la de ella sonriendo.
- Cariño- susurró ella.
- ¿Mhm?
- Tenemos público.- le respondió mientras acariciaba su mejilla. Abrió sus ojos como platos y su tonta sonrisa se borró. Soltó a Annie y miró a Amanda. Tosió y saludó.
- Ehm...hola, Manda.- dijo serio.
- Hola, Romeo.- soltó una sonrisa débil y se cruzó de brazos.
- Bien, Annie. Tenemos trabajo que hacer.- le dijo el muchacho. Al ver la expresión de confusión en el rostro de la rubia le dijo- Te lo explicamos luego.

Se dirigieron al sofá de la sala y decidieron llamar a la primera persona que debía dar su concentimiento.

©Cotton CandyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora