42.

794 78 10
                                    

Narrador omnisciente

Entró por las grandes puertas de cristal, apurada y ansiosa.
Apenas llegó al hotel, se recostó en la cama dispuesta a dormir pero, no lo consiguió. Estaba nerviosa, ansiosa, preocupada. La llamada que había recibido no se la esperaba y al escuchar su voz, miles de recuerdos pasaron por su cabeza. Logan, Dann, Welline, Zoe, Lawrence, Annie.Oh, Annie. Uno y cada uno de ellos en recuerdos que se paseaban por su cabeza como estrellas fugaces o fuegos artificiales. ¿Todo volvería a ser como antes?

- Hola. Buenas tardes. Em... ¿Señorita Claire Smith? Vengo a visitarla.- decía impaciente. Le temblaban las manos, la cartera se le caía del hombro.
- Sí, la señorita Claire.... Oh, Claire Smith Robbinson. Se encuentra en la habitación n° 503, quinto piso.- soltó una sonrisa de alivio.
- Habitación 503, quinto piso.- repitió mientras daba pasos en retroceso.- Claro. Gracias.- salió disparada hacia el ascenso, entró, presionó el botón con el número cinco y éste de inmediato comenzó a ascender.

Mientras subía, jugueteaba de manera nerviosa con un dije de una pulsera que tenía en su muñeca derecha.
Se abrieron las puertas del ascensor, dio dos pasos fuera de él y miró hacia la derecha y luego a la izquierda. Caminó por el pasillo hacia su derecha.
Todo parecía muerto, estaba desierto, callado. Un sonido peculiar de tacones por aquel silencioso pasillo, era el único sonido que indicaba que alguien daba señal de vida.

- 510, no. 507, no. 505, no. 503.- hizo una pausa. Se quedó parada frente a aquella puerta de madera con aquel letrero que tenía los números de aluminio.- Amanda, relajate.- tocó la perilla y luego la soltó. Tocó la puerta y una voz proveniente de la habitación respondió un "pase". Cogió la perilla y le giró lentamente hacia la derecha, esperando no ver lo que ella creía.
Lentamente abrió la puerta, primero divisando una camilla y un brazo descansando con cables y cinta para heridas en la cama, luego, pasó lo que tenía que pasar.
La puerta abierta, miradas sorprendidas, nudos en la garganta, manos temblorosas, recuerdos, sentimientos, lágrimas al borde de caer.
Estaba atrapada en una tormenta de nieblas y tinieblas.
Se quedó perpleja, atónita e inmóvil. Ahí, en la entrada de la habitación número 503, viendo a la hermana de su mejor amiga, sufriendo pero aún así, esbozando la sonrisa más grande del mundo.

Lo demás, fueron lágrimas.

©Cotton CandyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora