Capítulo 20

1.4K 127 78
                                    


Ya habíamos regresado a Nueva York y siendo sincera conmigo misma, pensaba como Michael, no debíamos haber regresado nunca. Me habría ido a cualquier isla perdida del mundo o a un pueblo lejano de estos en los que nieva hasta en verano y no ves a tus vecinos en semanas.

Todo empezaba a ser un desastre y me preocupaba. Debería haberle hecho más caso a mi conciencia desde el minuto uno y quizás ahora, no estaría deseando que todo fuera una pesadilla de la que ansiaba despertar.

" ... Las terapias correspondientes al caso del señor Michael Joseph Jackson no son eficientes ni completas ni están a la altura de una psicóloga especializada en trastornos psíquicos como lo es usted.

Por consecuente, si en el próximo mes, los resultados de sus terapias son igual de deficientes como los entregados en estos últimos meses, nos vemos obligados a retirar su licencia de psicología y, por supuesto, deberá dejar de trabajar así como asesora del señor Jackson y como psicóloga. "

Solté la carta por décima vez sobre la mesa de mi despacho en Neverland y tapé mis oídos con mis manos deseando desaparecer del Universo. Me sentía diminuta, la sensación era como la de esta siendo vigilada por miles de hombres deseando arrebatarme el trabajo y que, a la mínima, me pisotearían con ganas como si se alegraran por hundirme quitándome por lo que no había dejado de luchar.

Hasta que apareció Michael en mi vida, claro...

Cuando él apareció, todo dejó de importar excepto él y las consecuencias estaban claras, cristalinas, diría yo. O me centraba en ayudarle como psicóloga o no me dejarían acercarme a él en mucho tiempo. Al menos en cinco años.
Una de las cláusulas de la relación entre un psicólogo y un paciente habla sobre tras dejar la terapia o tras terminarla, tanto el médico como el paciente, se verían obligados a no tener ningún tipo de relación que no fuera profesional durante un periodo de cinco años.

A mi se me harían eternos. ¿Esperar a Michael cinco años sin verle y sin poder hablar ni siquiera por teléfono con él?

Prefiero saltarme todas las normas.

La puerta se abrió de repente dejándome ver a Michael con su sombrero puesto y esbozando una sonrisa alegre al verme.

Sabía que me había notado diferente desde que regresamos y es que, la carta no había sido indiferente para mi en ningún aspecto. Pero no quería que esto desquiciara también a Michael, por eso, lo obvie y decidí tratar de ocultarlo hasta el final.

Me levanté de la silla metiendo la dichosa carta ya arrugada en el cajón del escritorio y avancé hacia a él para abrazarle.

En sus brazos me encontraba bien, ahí recordaba lo bueno del viaje, las conversaciones y las risas hasta las tantas de la madrugada, la escapada en limusina y nuestra primera cita.

Debía pagarle a Michael para que no me soltara jamás. Así ningún tipo de miedo conseguiría hacerme daño.

Con lentitud me separé de él, porque no quería hacerlo, y le regalé la mejor sonrisa forzada que pude esbozar.

- Pasa algo. - Dijo de forma seria.

- ¿Cómo?

- Que sé que pasa algo, Evelyn. No me puedes mentir. - Insistió quitándose el sombrero para dejarlo en la silla. - Estaba deseando estar a solas contigo para poder pedirte que me lo expliques, por si puedo hacer algo.

Cogí su mano y negué con la cabeza pensando que era el hombre más bueno que jamás había conocido.

- Sé que Frank te dió las cartas, porque se lo pregunté. Porque tú no me decías nada y sabes que me preocupo por ti y más al ver lo nerviosa que te pusiste al saber que llegaron cartas urgentes a manos de Frank. - Explicó dando un paso hacia a mi. - Al igual que tú me pides sinceridad, ahora te la pido yo a ti.

" Más allá de Charter... " [#MoonwalKingAwards2017]Where stories live. Discover now