Capítulo 20.

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Abrí los ojos pestañeando un par de veces seguidas, los tallé repetidas veces y di un largo bostezo. Permanecí acostada con la vista hacía el techo por unos minutos, recordando lo que había sucedido la noche anterior. Me senté a un lado de la cama, observé que aún tenía la ropa de ayer, debí de haber olvidado cambiarme antes de ir a la cama. 

Caminé descalza hasta mi baño, mi aspecto era horripilante tenía bolsas negras debajo de mis ojos, parecía un zombie sin maquillaje además de que tenía los ojos los hinchados y rojos por haber llorado una noche entera. Tomé una muda de ropa y me adentré hacia mi regadera, dejé que el agua tibia recorriera mi cuerpo y así liberar todo el estrés que en mí había. 

Me vestí rápidamente y arreglé mi cabello un poco, es sábado por la mañana, no tengo ganas de absolutamente nada. 

Un fuerte crujido se escuchó salir de mi estómago. No había comido nada desde ayer en la tarde y mi estómago amenazaba con armar una guerra si no le proporcionaba un poco de comida en este instante. 

Bajé las escaleras corriendo, el delicioso olor a panqueques y mantequilla de maní inundó mis fosas nasales. Desde mi lugar pude divisar a mi madre de espaldas preparando el desayuno, me acerqué hacia ella dando pasos cortos. 

Hola. ― Me saludó. Su voz era suave 

Hola. ―

Melissa, toma asiento tenemos que hablar. ―

Mi cuerpo se tensó, sabía perfectamente lo que me quería decir. Tomé asiento en una de las sillas de la cocina, ella se sentó justo en frente de mí. 

Melissa... 

Mamá, no quiero hablar de esto, no ahora. 

Ella me miró con ojos suplicantes y tomó con delicadeza mis dos manos. 

Por favor, realmente no quiero hablar de esto ahora. ― Un suspiro salió de sus labios. 

De acuerdo no hablaremos ahora pero eso no significa que no hablaremos más tarde, ¿De acuerdo? ― Volteé los ojos. 

Si mamá. 

Bien ¿Quieres que te sirva? Lo prepare especialmente para ti. 

Si, por favor. ―

Se levantó de su asiento y me acercó los panques junto con el frasco de mantequilla de maní. Mi boca se hizo agua de tan solo sentir el delicioso aroma de los panques recién hechos. Tomé uno con ambas manos y los sumergí en el frasco para después darle un gran mordisco. Mi estómago me agradeció repetidas veces por haber ingerido un alimento después de horas. 

¿Y mi hegmado? ― Pregunté con la boca llena. 

Mi madre me tiró una mirada fulminante, ella odia que haga eso pues "es muy asqueroso y grosero, por algo te enseñé modales". 

Lo siento. ― Dije dejando que el bocadillo se resbalara por mi garganta con un poco de dificultad. Tosí un poco, mi madre me extendió un vaso que contenía un poco de leche. ― Gracias. ― Sonreí. 

Él está dormido, estuvo jugando videojuegos toda la noche. ― Rodó los ojos. 

Y él... ¿Ya lo sabe? 

No, aun no hablamos con él. ― Miró hacia la pared por unos segundos y después regresó su mirada hacia mí mientras sonreía. ― Apropósito, Jos me pidió que lo llamaras en cuanto te sintieras mejor, se fue de la casa ya tarde. 

Fruncí el ceño, ¿Se fue hasta tarde? Realmente ni siquiera recordaba cuando se había ido. 

Oh, ¿Enserio? No noté cuando se fué. 

Te quedaste dormida, él no se fue hasta una hora después. 

Oh no, ¿Estuviste espiando? ― Pregunté con los ojos entrecerrados. 

Dieciséis años me han sido suficientes para conocerla, no me sorprendería saber que ella nos ha estado espiando todo este tiempo. 

No puedo dejar a un chico, con mi hija de dieciséis años, solos en una habitación, mi deber como madre es vigilarlos. ― Dijo con certeza. 

¿Podrías inventarte una excusa mejor por favor? ― Me burlé. 

No es una excusa. ― Vaciló. 

Oh por favor madre, confías en Jos lo suficiente como para dejarnos solos en un hotel. 

Ella rió echando su cabeza hacia atrás, reí junto con ella. 

Es un buen chico. ― Se encogió de hombros. ― Pero me gustaría más como yerno. 

Oh Dios, no lo acaba de decir. 

Mamá. ― Dije entre dientes. Mis mejillas ardieron ante su comentario. Ella rió de nuevo. 

Ay Melissa pareces un tomatito ¡Mira nomas que roja quedaste! ―

¡Mamá! 

Ya, ya, lo siento. ― Alzó ambas manos en son de paz. 

Terminé mi desayuno y me levanté de la mesa, no sin antes recoger mi plato y ponerlo en el fregadero. 

Subí hacia mi cuarto para llamar a Jos, pero mi celular no estaba. 

Revisé debajo de mi cama, en el baño, en el tocador, pero no había rastro alguno de él. 

Bien, ¿Dónde lo dejé? La última vez que recuerdo haberlo utilizado fue ayer en la tarde, mi celular estaba en la bolsa de mi pantalón pero ahora no estaba ahí, ¿Se habrá caído? 

Un peculiar sonido se escuchó en mi habitación, el sonido no era muy fuerte, pareciera como si estuviera tapado con algo. 

Caminé hacia mi cama y tiré las sabanas al suelo, mi celular cayó al instante.
Lo recogí y miré la pantalla para ver si no había sufrido algún daño, afortunadamente no. 

Tenía un nuevo mensaje. 

De Jos♡ :

"Hey, ¿Qué quieres hacer hoy?" 

Pulsé el botón de responder y tecleé rápidamente. 

Para Jos♡

"No lo sé, sinceramente no tengo ganas de nada :/" 

En cuestión de un par de minutos recibí respuesta por parte de Jos. 

De Jos♡ :

"Sé que puede hacerte sentir mejor, te paso a buscar a la 1.00pm." 

(EN EDICIÓN) Un Deseo » J.C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora