Capítulo 8.

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Pensar en Jos se ha vuelto uno de mis hobbies preferidos puesto que pienso en él todo el tiempo, más de lo normal. Me gusta, mucho, pero no creo que él se sienta atraído por mí. Lo nuestro es una amistad solamente y presiento que estaré en la famosa "friendzone" por mucho tiempo.

Cada mañana al despertar lo tengo presente y sé que si no hubiera pedido ese deseo él tal vez nunca se hubiera ni dado cuenta de que existía, ni de que lo amaba. Claro que ahora tampoco sabrá que lo amo, no quiero arruinar mi amistad con él, si se entera de mis sentimientos probablemente no me volvería a hablar o quizá si lo haga pero no sería lo mismo. Mi amistad con Jos es lo más cerca que tengo de una relación con él y no puedo arruinarla.

Tengo miedo de equivocarme y hacer algo que tal vez arruine su futuro, así como en las películas cuando alguien viaja en el tiempo y hace algo que cambia el futuro y tiene que regresar para arreglarlo. Todo puede pasar ahora.

Sumergida en mis pensamientos siento como el tiempo avanza a paso lento y sin prisa alguna. Las ganas de querer volver a ver Jos se hicieron presentes y me inquieta cada vez más. Me encuentro en la clase de historia, faltan minutos para que la clase acabe, minutos que parecen años. Tengo la mirada hacia mi cuaderno mientras atormento a mi lápiz con los dientes.

Dirigí mi mirada hacia Jessica quien se encuentra a cuatro asientos de mi lugar. Está platicando con Daniela y Fernanda, se han hecho aún más amigas durante este tiempo. Una parte de mi aún se siente triste y sola, mientras que la otra parte ya lo superó.

La maestra Lina se encuentra en su escritorio con las piernas cruzadas mientras sostiene un libro en sus manos. Miré mi cuaderno de nuevo, aún no he comenzado a contestar el cuestionario que había marcado minutos atrás.

El timbre sonó tres veces indicando que las clases habían terminado, un suspiro salió de mis labios al escucharlo. Pude observar a Jos recargado en la reja de la entrada. Caminé hacia él y le sonreí al acercarme.

Hola Melissa. ― Me sonrió.

Hola. ― Devolví el gesto.

Permíteme. ― Jos se acercó a mí y colocó mi mochila en su brazo para después tomar mi mano y empezar a caminar. Jos estaba callado y pensativo de nuevo, el incómodo silencio me está matando y quería preguntarle lo que le pasa.

Después de unos minutos -en realidad varios- ya nos encontrábamos en la puerta de mi casa. Casi no habíamos hablado en el transcurso, tan solo resumimos nuestro día en la escuela y ya.

Sentí un jalón en mi brazo lo que me hizo voltear por instinto. Me percaté de Jos quien estaba atrás de mí con una media sonrisa en su rostro.

Melissa... ― Me llamó despacio, casi susurrando. Pude notar lo nervioso que está por la manera en que una de sus manos está en su nuca y la otra en el bolsillo de su pantalón. ¡Vaya que lo conozco bien!

¿Si? ― Dije. Lo mire a los ojos. Soltó un largo suspiro y bajo la mirada.

Yo... quería hablar contigo... ― Dijo despacio. Asentí con la cabeza, esperando que continuara.

¡José! Que gusto verte de nuevo. ― Mi madre nos interrumpió.

Hola señora. ― Jos le sonrió a mi mamá cortésmente.

¿Qué hacen ahí parados? Vengan, entren. ― Mi madre dijo casi como un regaño.

Los dos entramos a la casa, siguiendo a mi mamá.

Desde estas últimas semanas, Jos ha venido frecuentemente a mi casa y yo he ido a la suya, a mi madre le cae tan bien que me pregunta a cada momento por él.

(EN EDICIÓN) Un Deseo » J.C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora