Capítulo 17.

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En mi segunda clase de guitarra me fue mejor que la anterior, podía tocar gran parte de la melodía sin equivocarme, era un gran avance. 

Sus palabras se habían quedado grabadas en mi cabeza: 

<< ― Procura que tus dedos ocupen una cuerda, así. ― Tomó mi mano derecha con delicadeza, acomodando mi dedo en la cuerda correspondiente.― De esta forma es más fácil tocar, así solo moverás los dedos sin tener que verlos. ― >>

Después de unas semanas mis clases de guitarra iban mejorando. Había logrado darle sentido, ya sabía tocar unas cuantas canciones que por supuesto Jos me había enseñado. Cada vez se me hacía más fácil y divertido, quizá algún día la alumna supere al maestro, aunque lo dudo, Jos es realmente maravilloso tocando el piano. 

En cuanto a Alonso, bueno, él nos dijo que nos juntáramos de nuevo en la heladería de la otra vez pues quería hablar con nosotros de la "banda" así que nos veríamos todos ahí hoy después de la escuela. 

Me encontraba ahora en la planta baja esperando a que el desayuno estuviera listo. Después de unos minutos de espera tenía frente a mí una pila de hotcakes recién hechos, que por supuesto no tarde nada en acabármelos. 

Me cepillé rápidamente y coloqué mi mochila en mis hombros. El reloj en la pared marcaba que faltaba alrededor de diez minutos para que cerraran la entrada del colegio. Sin más corrí hacia mi querida escuela, si llegaba tarde sería la tercera vez en la semana y seguramente recibiría un buen regaño departe del rector y de mi hermosa madre, además de un buen castigo y un reporte. 

La campana sonó justo cuando puse un pie en la entrada como si fuera alguna alarma que anunciará mi llegada, al frente de mi tenía a un señor de alrededor unos cincuenta años con el cabellos canoso quien me miraba con seriedad. Si, era el rector. 

Joven, creo que usted ya conoce las normas de esta escuela, debe saber que la puntualidad es importante ¿No es así? ― Frunció el ceño. 

Asentí con temor. Su mirada me ponía los pelos de punta, siempre era así de serio y más cuando se trataba de cumplir con las normas del colegio. 

Disculpe, no la escuché contestarme. ― Inclinó la cabeza hacia adelante. 

Trague saliva y aclaré mi voz. 

Si señor director. ― Mi voz sonó débil. 

Entonces no quiero hacerle perder más tiempo, puede ir a su aula. Espero que esto no se repita de nuevo, al menos que usted quiera una sanción. ―

No señor director. ― 

Dió media vuelta y caminó hasta la sala de audiovisual. Esperé un momento a que entrara y corrí por los pasillos hasta llegar a las escaleras, subí a tropezones y entré empujando la puerta de mi aula. 

Las miradas de mis compañeros se dirigieron a mí al igual que la de mi profesor de biología. 

Melissa, veo que llegas retrasada hoy, de nuevo. ― Mi profesor habló causando algunas risas a mis compañeros por lo último que había dicho. ― Pasa, toma asiento por favor. 

Miré hacia mi alrededor, la silla donde habitualmente me sentaba estaba ocupada por una de mis compañeras. 

¡Melissa! ― Murmuró Jessica. ― Ven, toma asiento aquí. ― Dijo señalándome un asiento al lado de ella. 

Caminé hacia su lugar y tomé asiento. 

Gracias. ― Susurré. 

Me sonrió y continuó escribiendo los apuntes que el maestro habia escrito en la pizarra. 

Tomé mi cuaderno y comencé a escribir. 

Después de tres horas más, la campana sonó avisando que nuestro descanso de veinte minutos había comenzado. 

Después de guardar mis cosas caminé hacia la cafetería, tome mi almuerzo y me acomode en una de las mesas para empezar a comer. Sentí a mi pierna derecha vibrar, saqué cuidadosamente mi teléfono de la bolsa que mi falda tenía a los costados. Había mandado a hacer esas bolsas para guardar ahí mi teléfono, ya que estaba prohibido el uso de celulares en el colegio, si alguno de los profesores me llegara a descubrir sería mi fin. 

Encendí la pantalla del teléfono, tenía un nuevo mensaje. 

"De Jos♡: 

No podré pasar por ti hoy, lo siento, nos vemos en la heladería como habíamos quedado con Alonso."

Como siempre, sonreí al leer su mensaje. Era una costumbre hacerlo, sentía ami corazón latir con fuerza cada vez que un mensaje suyo me llegaba, me pregunto si a él le pasará lo mismo, también me pregunto si el sentirá lo mismo que yo siento por él. 

Presioné responder y tecleé: 

"Para Jos♡: 

Descuida, nos vemos al rato.

Dos palomitas aparecieron al instante que envié el mensaje, indicando que el mensaje fue recibido. Guarde mi móvil en mi bolsillo de nuevo, por suerte ningún maestro notó que lo traigo conmigo, solo espero no meterme en líos. 

Las siguientes cuatro horas fueron bastante aburridas. Ahora estaba camino a mi casa, eran las tres de la tarde, se supone que nos veríamos en la heladería a las cuatro, tenía suficiente tiempo para ducharme y cambiarme de ropa. 

Mi pequeño hermano estaba en la sala jugando videojuegos con su mejor amigo Will. Dejé mi mochila a un lado y colgué mis llaves en la repisa. 

¿Dónde esta mamá? ― Pregunté acercándome un poco hacia ellos. 

Esperé, esperé y no conseguí respuesta de parte de mi hermano. El único ruido que escuchaba era el del videojuego, que de hecho era muy sangriento, inapropiado para unos niños de diez años. 

Me paré justo detrás de ellos y grite tan fuerte como pude. Ambos dieron un pequeño salto, al parecer no habían notado mi presencia. 

¡NO! ―Gritaron al unísono. 

Me quede parada detrás de ellos sin entender por qué habían gritado. 

¡Estaba a punto de ganar! ― Mi hermano me gritó. 

Observé la pantalla del televisor, el jugo había comenzado de nuevo. ¿Ups? 

Oh vamos, solo es un juego.― 

No es solo un juego, Melissa. ― Me miró. ― Llevo jugando por dos horas.― 

Bien, tendrás que jugar de nuevo, lo siento. ― Me encogí de hombros. ―Espera, ¿Dijiste dos horas? ¿No estabas castigado? ― 

Ambos se miraron cómplices, ¡Ja! Los descubrí. 

Supongo que mamá sabe de esto, ¿No es así? ― Ninguno de los dos hablo.― Eso fue lo que pensé. 

¿Me acusarás? ― Me preguntó. 

No... Por ahora. ―

Caminé hacia mi habitación y cerré la puerta con seguro. Esperaré el momento indicado y cobraré venganza de todas las travesuras que mi fastidioso hermano y su compañero de crimen me han hecho, entonces los acusaré. 

Después de un delicioso baño, tomé mis llaves y mi teléfono para encaminarme hacia la heladería. Eran las cuatro, así que no me apuré a caminar, la heladería no estaba tan lejos de todos modos. 

Una campanita sonó al momento de abrir la puerta, busqué con la mirada a Jos y Alonso, estaban en una de las mesas del fondo, pero no estaban solos. Jos me vió y me sonrió, sonreí instantáneamente. Sentí la mirada de cuatro chicos más, tres de ellos me miraron y sonrieron. El otro no despego la mirada de mí, lo que me hizo sentir más incómoda. 

Melissa, acércate quiero presentarte a mis amigos. ― Me dijo Alonso. Caminé hacia ellos un poco incomoda por la mirada del ultimo chico, los conocía a todos, pero no podía recordar el nombre de ese chico.― Ellos son Alan, Freddy y... 

William. ― El chico interrumpió a Alonso.

(EN EDICIÓN) Un Deseo » J.C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora