Capítulo 7

6.5K 408 1
                                    

gracias por leer🙌

***

Cuando llegué a casa, no lloré ni demostré mis sentimientos. Más que nada porque realmente no sentía mis emociones; era como si se hubiesen disipado, dejándome sólo la posibilidad de pensar cuidadosamente.

Apenas toqué la puerta, mi madre ya estaba abriéndola y dándome un gran abrazo. Sentí su calor, aquel que no aparecía hace muchos años. La abracé con fuerza y aspiré su olor, intentando grabarlo en mi mente.

No hizo preguntas, sólo me observó cuidadosamente. Me dirigí a mi habitación lentamente, temiendo que mis piernas pudiesen desfallecer en cualquier momento. Cuando me recosté en la cama, me dormí al cabo de unos segundos, sin poder quitar de mi cabeza los dos pares de ojos que me observaban cargados de sentimiento.

Cuando por fin desperté, estaba de noche. Mi cuerpo se sentía extrañamente descansado y el sueño se había esfumado. Cuando miré la hora el reloj marcaba casi la media noche. Suspiré y noté que no podría dormir esa noche, por lo que mi mente vaciló entre miles de propuestas, pensando qué hacer en una noche tan ordinaria como esa. He de admitir que mis dudas oscilaron en el alcohol; pero me reprendí inmediatamente y descarté la idea. A pesar de no llevar ni tres meses con algo dentro de mi (del cual me enteré hace una semana) ya sentía que era una enorme responsabilidad; y dañar a un cuerpo que se estaba formando sólo porque yo no tenía nada más que hacer era estúpido y egoísta.

Debieron haber pasado unos quince minutos en los qué mi mente se llenó de aburrimiento y duda. Curiosamente no pensé demasiado en Zac y Tanya. De hecho, al momento en el que los recordé, decidí salir a dar un paseo para despejar mi mente justamente de ellos. La ciudad en la que yo vivía no era un lugar peligroso, las cifras de robos mensuales no aumentaban de cinco personas afectadas y era singularmente destacado por ser un ambiente pacífico; por lo que no temí en salir a esas alturas de la noche. Tomé mi celular, me puse una chaqueta un poco más abrigada, algo de dinero y salí cuidadosamente, resguardando el sueño de mi madre.

Caminé con lentitud por el pasaje de mi hogar. La primavera logró el efecto deseado en la noche; ni mucho calor, ni mucho frío. Era perfecto, una brisa suave que refrescaba los poros y relajaba el cuerpo.

A medida que los metros en el camino aumentaban, mi mente comenzaba a traicionarme pensando nuevamente en Zac. Me pregunté qué tan borracho se podía estar como para poner en juego tu futuro como adolescente sólo por un maldito y estúpido juego. ¿Era lógico? Casi por instinto mis cejas se arrugaron y mi paso se detuvo; ¿era yo realmente capaz de hacer eso? No me costó demasiado pensar que Tanya estaba mintiéndome. Ya lo había hecho antes y no tendría problema en hacerlo de nuevo. Pensé de nuevo que mi estado de ebriedad no podía ser capaz de hacerme entregar mi cuerpo a alguien que básicamente no conocía, sólo por un reto. A pesar de tener hasta drogas encima, me hubiese negado, estoy segura de que lo habría hecho. Pero si no, ¿por qué lo hice? ¿Fue sólo la idea de querer ganar?

Comencé a andar de nuevo pero esta vez con el triple de rapidez. Tomé mi celular y marqué el número de Kiara. Sabía que estaba apunto de meterla en un problema; pero no lo haría si no fuese totalmente necesario.

—¿Leah?—oí su voz. Sonreí sintiéndola tan familiar y amigable a pesar de sólo ser una paciente—¡Hola! ¿Qué haces a esta hora?

—Hola. Salí a dar una vuelta, no podía dormir—hablé rápidamente. Por detrás escuché voces y me arrepentí al instante de haberla llamado—¿Estás ocupada?

Mi pequeña casualidad ® | [En proceso]Where stories live. Discover now