Capítulo 6

6.2K 384 9
                                    

siento que nunca había actualizado tan rápido omg qué me está pasando

***

—¿Leah?—oí una voz lejana—Despierta—sentí pequeños golpes en mi mejilla. Abrí los ojos lentamente y una luz potente me cegó la vista. Cubrí mis ojos con mi antebrazo derecho y me levanté lentamente, quedando sentada nuevamente en donde había quedado la última vez que estuve consciente. Mi cabeza dolía en la parte trasera, en lo que identifiqué como la nuca, y recordé el fuerte golpe que me había dado.

Como si de una bala se tratara, automáticamente sentí un golpe de consciencia en mi pecho. Alcé la vista y lo vi ahí, afirmando que era real. Él era el padre del bebé que estaba gestando en mi estómago. Y preguntarme cómo había pasado sólo me generaba un estrés fuerte.

—Necesito irme... No puedes ser tú—hablé con náuseas. Zac Lancaster arrugó las cejas e hizo una mueca de extrañeza. Mi estómago estaba tan revuelto que lo único que atiné a hacer fue levantarme rápidamente y dirigirme al basurero que estaba a unos metros.

Vomité lo que había comido el día anterior. Fue tan asqueroso y embarazoso que apenas quería girarme cuando terminé mi espectáculo. Zac y yo habíamos estado en varias clases juntos, por lo que sabía cuán inmaduro e idiota era; sin embargo lo que causó más controversia en mi mente fue aceptar lentamente que él y yo habíamos tenido algún tipo de relación sexual.

O tal vez estaba adelantándome a los hechos y no había sido así realmente. Desde el fondo de mi corazón rogaba que esa teoría sea cierta y que todo esto sea una broma de mal gusto o un sueño amargo. Pero no lo era. Tristemente no lo era.

—No sé porqué estoy aquí y no sé porqué vomitaste. Es asqueroso—se quejó Zac. Era un niño en el cuerpo de un joven musculoso y arrogante de dieciocho años. Eso era Zac, y no había otra manera de definirlo: arrogante, altanero.

—Hay algo serio de lo que debemos hablar, Ziki—lo llamó Tanya por aquel sobrenombre que él tanto odiaba. Frunció las cejas y rodó los ojos. Lo miré con rabia debido a su actitud frente a lo que estaba ocurriendo.

Después de largos minutos de silencio, en los que la morena no decía nada, mi paciencia se agotó y la situación me exasperó completamente. Chillé por dentro y apreté los puños, comenzando a caminar hacia ellos.

—La fiesta—exclamé acercándome cada vez más.

Los ojos de Zac derrochaban egocentrismo, pero de repente pude ver cómo estos se teñían de confusión, para luego darle paso a un sentimiento que no puedo explicar. No entendí muy bien lo que pasó, pero me miró con ojos preocupados; bañados en miedo.

Nos quedamos en silencio, pero agradecí ese momento. Zac parecía estar volviendo tres meses atrás en su memoria, y el semblante de su rostro demostraba que había recordado algo de aquella noche. Nadie modulaba nada ni movía un músculo. Apenas se escuchaba una mosca.

—Mierda.

Lindo. Esa fue su reacción. Y yo seguía sin respuestas. Mi cara hirvió en rabia mientras él se tomaba el cabello en un intento frustrado de arrancarse los pelos. Gemí de impaciencia, me troné los dedos cansada y nerviosa. Mis pies se movían inquietos y lo único que Zac hizo fue mirarme con miedo.

—No puede ser—musitó de la nada. Me observó y entreabrió levemente los labios. ¿Qué estaba pensando y porqué estaba teniendo aquella reacción? La única que parecía no estar enterada era yo, incluso siendo la que portaba el bebé dentro.

—Necesito que me expliquen. Estoy desesperada—exigí a lloriqueos. Mis palabras se ahogaban con la sensación de estar quedando sin aire. Jamás creí, en toda mi vida, que mi cuerpo podía reaccionar tan fuertemente a las distintas cosas que pasaban a mi al rededor. Pero supongo que era comprensible y algo normal. Aunque me sentía extraña, sabía que estaba siendo demasiado sensible, y no me gustaba aquél sentimiento.

—Bien, comenzaré yo. Creo que Zac se quedó sin palabras—farfulló Tanya con un tono desagradable. Nuevamente sentí que estaba tratando con una desconocida y no con mi mejor amiga de la infancia. Suspiró y se echó el cabello hacia atrás, mirando hacia el techo.

»El día de la fiesta, no sé si aún lo recuerdas, pero nos separamos en el Grupo A y el Grupo B. Tú quedaste en el grupo B junto a Zac—comenzó a narrar la historia Tanya. Asentí con la cabeza, invitándola a seguir, mientras Zac se sentaba lentamente y se frotaba la cara con las manos—Lisa propuso que hagamos retos sexuales. Y así fue. A pesar de estar drogada y borracha, recuerdo perfectamente las reglas del juego y qué fue lo que yo propuse, Leah—confesó con un tono de voz que no expresaba nada—El juego nos obligaba a hacernos retos; el grupo que menos retos aceptara, perdería. Zac y tú son tan competitivos como ninguna persona que he conocido en mi vida, por lo que, en compañía del alcohol y la inconsciencia juvenil, aceptaron todos los retos que proponía el Grupo A—entendí perfectamente a lo que se refería. Zac seguía sin decir palabra ni pronunciarse, tal vez recordando cada detalle de aquella noche, o al menos intentando recordar—Hasta que me tocó a mí proponer un reto. Estaba borracha y drogada, eras mi mejor amiga y creí que era hora de que tu virginidad acabara en esa fiesta, de la peor manera posible, ahora que lo pienso—reconoció.

Zac alzó la cabeza rápidamente y miró a Tanya, luego a mi, luego a Tanya nuevamente, para volver a dirigir su vista hacia a mi. Sus ojos, esta vez, se hallaban tan sorprendidos como nunca.

—¿Eras virgen? ¿Tú realmente eras virgen?—preguntó sin poder creérselo. Me ruboricé de vergüenza y no respondí, haciéndole una seña a Tanya para que continúe—Qué cagada.

Por algún motivo, la narración de Tanya me había calmado. Minutos antes de esto, creí que lloraría y gritaría al saber lo que había ocurrido. Pero enterarme de la verdad estaba siendo lo más gratificante del día, aunque no podía dejar de sentir a mi corazón latiendo con fuerza.

—Así que, como decía, propuse que Zac y tú se fueran al segundo piso y... ya sabes. Sabía que no se negarían, en especial porque, si aceptaban el reto, su grupo ganaría, y, por el contrario, si no tomaban el reto, perderían la posibilidad de ganar. No había premios, a ustedes sólo los reconfortaba saber que ganarían—negó con la cabeza riéndose levemente.

»Por un momento no creí que lo harías. Creí que eras más cobarde, o tal vez que entrarías en razón, pero estabas tan borracha y emocionada por la victoria, que aceptaste el reto y... ahí están las consecuencias—señaló mi estómago. Zac dirigió sus azules y oscuros ojos hacia el lugar que Tanya indicó, observándolo con precaución. Me sentí intimidada, por lo que me cubrí un poco con la chaqueta y las manos.

M

e quedé en silencio luego de escuchar todo. No sabía si estaba entrando en un estado de shock emocional o si simplemente no me importaba. Creo que la primera opción es la más acertada. No sentía nada, ni ganas de llorar, ni frustración, ni rabia... Absolutamente nada. Tragué saliva y suspiré con fuerza. Me dirigí hacia Zac.

—¿Por qué no hiciste nada para detenerlo? Ni siquiera te gusto, pudiste haberlo evitado—intenté echarle la culpa, tal vez herirlo. Me miró sin expresar nada, negando con la cabeza al mismo tiempo.

—Lo habría hecho si hubiese sabido que esto iba a pasar—masculló. Su respuesta alteró mi autoestima levemente, pero no dejé que me afectase demasiado. Con una pequeña cantidad de tristeza y humillación, musité las últimas palabras.

—No es necesario que te hagas cargo, puedo con ello. Buenas tardes—hasta el día de hoy trato de explicarme cómo es que tomé valor para hacer eso. Creo que nunca me había largado de un lugar tan dignamente. Zac y Tanya se quedaron ahí, viéndome marchar.

Lo último que vi fue la mirada burlona de Tanya, y los ojos arrepentidos de Zac.


***

son las 00:42 jajaja. buenas noches 💜🖤

xoxo

Mi pequeña casualidad ® | [En proceso]Where stories live. Discover now