-Ahora quisiera llamar a la señora Mercedes Landar al estrado. – La mujer se puso en pie hasta llegar al lado del juez haciendo el juramento previamente establecido, tomando asiento. –Dígame señora Landar ¿Usted qué es específicamente del señor Aldridge?

-Es mi vecino. –Dijo con determinación.

-Así que como su vecina, tengo entendido que vio muy mal al señor Aldridge entrar a su departamento. –Comentó paseándose a un lado del estrado.

-Efectivamente, me preocupo verlo de esa manera ya que es una persona muy sana que ayuda a los demás cuando se lo piden. Así que me acerque a él, entramos a su casa y le prepare un remedio casero que siempre ayuda cuando andas resfriado. –Relataba.

-Perfecto. ¿Desde esa visita continúo usted viéndolo? –Interrogo cruzándose de brazos.

-Así es, no podía dejarlo a su suerte, él no tiene más familia. Me propuse ayudarle. –Confirmo de inmediato.

-Gracias por venir. Eso es todo su señoría. –Siguió su camino hasta su silla, no sin antes observar a la parte acusadora, ya no tenían más pruebas para incriminarle y hacerle injusticia a su cliente. No había nada que hacer.

Después de un largo minuto de receso, el juez determinó que el acusado se encontraba completamente inocente, omitiéndose los cargos por lo que se le había llevado a juicio. Para la parte acusadora dicto una remuneración de novecientos dólares por daño a su integridad y un año de completo servicio social por difamación, era su primer caso y la abogada Lauren Jauregui lo ganaba exitosamente.

Afuera se encontraba un Alejandro con la mejor de las sonrisas en su rostro, se sentía orgulloso, conocía de sobra lo que le había costado su defensa a la abogaba, no estaba más que satisfecho, observó como se despedía de su cliente y la señora Mercedes encaminándose hacia ella.

-¡Felicidades Lauren! Tu primer caso en los tribunales, exitosamente ganado. –Extendía sus brazos envolviéndola en un cálido abrazo.

-¡Gracias! Eso se lo debo a mi increíble guía. –Afirmaba con la mejor sonrisa. Sentía tanta emoción. Años de preparación estaban dando sus frutos.

-Sabes que fuiste la que lo preparo, yo solamente revise lo que habías hecho y tenemos que celebrarlo ¿Te parece comer algo antes de regresar al bufete? –Preguntó mientras bajaban las amplias gradas en dirección a sus autos.

-Seguro, necesito relajarme un momento, yo te sigo Alejandro. – Encendió el motor de su auto.

Salieron de ahí, mientras transitaban las calles de Nueva York adornadas de grandes edificios y árboles en su mayor esplendor, aparcaron en un local de carnes rojas. Alejandro la esperaba en la puerta ubicándose al interior del lugar, sentándose uno frente al otro.

-Gracias por acompañarme Lauren y no declinar la oferta. –El ambiente era tranquilo, podía escucharse el sonido de los cubiertos sonar contra el plato, levanto su mirada del menú para notar en su mirada lo sincero de aquellas palabras.

-No me agradezcas, necesito comer algo para sobrevivir a la larga jornada que me espera en la oficina. –Rompieron en risas ligeras, combinadas con el ambiente neutro del local. No era de las que se entrometía en la vida de los demás pero necesitaba preguntar. -¿Acostumbras a comer sólo? –Su expresión cambió al instante, en su mirada se reflejaba tristeza. –Si no quieres contestar lo entiendo.

-No. Es que llevo tanto tiempo sólo que no recordaba lo que era tener compañía. –Sonrió de lado. –Antes era mi esposa la que me acompañaba y mis hijas. –Bajo su mirada al menú.

Her Heart Feels // (CAMREN)Where stories live. Discover now