Capítulo 13: Nos van a encontrar.

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Aprieta los puños con tanta fuerza que temo que se lastime los dedos, así que opto por hacer la primera idea "lógica" que se me ocurre. Le doy una bofetada.

Él abre los ojos como platos y se sienta erguido a una velocidad descomunal. Observa la habitación, desorientado por unos segundos y, aunque el reconocimiento parece pasar por sus ojos, el terror no desaparece. Una tormenta negra, eso es lo que describe sus pupilas en estos momentos. Y cuando éstas se posan en mí, un rayo parece afectarme también, pues su dolor lo vuelve tan vulnerable que me lo transmite todo.

—Estás bien, Ethan. Estás aquí —le digo intentando sonar lo más tranquilizadora  posible.

—Kathery. —Mi nombre suena como una súplica saliendo de sus labios pálidos y temblorosos—. ¿Sabes lo que es estar encerrada?

Frunzo el ceño por su extraña pregunta.

— ¿De qué estás hablando?

—Me tenía encerrado, Kath —murmura mientras sacude la cabeza—. No podía salir, puta madre. —Se alborota el cabello con una mano y puedo notar la frustración en cada uno de sus movimientos. Es como si estuviera intentando arrancar los recuerdos de su piel.

— ¿Quién, Ethan? ¿Quién te tenía encerrado?

Él me mira, todavía con la tormenta desatándose detrás de sus ojos. Dios, pareciera que estuviese tratando de mantenerse en pie con cinta y pegamento. Mi corazón se estruja al verlo así.

De repente, un estruendoso sonido nos toma por sorpresa, haciéndonos pegar brinco y ambos volteamos hacia todos lados en busca del origen de éste.

— ¿Qué fue eso? —pregunto en un murmullo.

Shh —me calla Ethan.

El latido de mi corazón se acelera a una velocidad antinatural y puedo sentir su palpitar en cada rincón de mi ser. Más ruidos se escuchan, hasta que logro reconocer que están intentando abrir la puerta principal. Un chasquido me indica que alguien lo ha conseguido.

— ¿Tu madre salió, Kathery? —pregunta murmurando.

—No, el auto ha estado estacionado desde hace más de tres horas.

Pisadas se oyen, lentamente una tras otra, con tanta decisión y firmeza que me causa escalofríos. No puedo decir que tan cerca están, pero sí puedo asegurar que no pertenecen a mi madre. Sus pasos son más delicados, apenas audibles si no estás en la misma habitación que ella.

El eco cada vez más cercano me incida que alguien está subiendo la escalera.

Uno, dos, tres, cuatro...

Once escalones para llegar y siento el peso instalarse en mi estómago por el miedo.

Cinco, seis, siete, ocho...

— ¿Qué están haciendo aquí? —La voz de mi mamá rompe el escalofriante silencio a gritos y me sobresalto al escucharla.

—Llévensela —ordena una voz, obviamente, femenina.

Bueno, ya no resulta tan obvio.

— ¿Qué?

Se escuchan forcejeos, a mi progenitora luchando contra quien sea o quienes sean que se la quieren llevar. Pasan unos segundos y la voz ahogada de mi mamá disminuye poco a poco. Posteriormente, más pasos, esta vez bajando las escaleras. Todo el pánico y el terror que he estado intentando mantener a raya se agolpa en mi pecho y, de repente, respirar se convierte en una tarea difícil. Un nudo se forma en mi garganta y siento las lágrimas acumularse en mis ojos.

—Ethan, se la llevaron —susurro entrecortadamente.

—Tranquila, Kath. —Pasa un brazo sobre mis hombros y me empuja contra él—. Tenemos que escondernos.

—Registren toda la casa —exige autoritariamente la misma voz.

Siento que el corazón se me saldrá del pecho. Terror, miedo y pánico son lo que describe el estado de mi alma en este momento. Tomo la mano de Ethan y la aprieto con fuerza, sintiendo como él me lleva hacia el tocador. El aire empieza a faltar en mis pulmones y me arde. Comienzo a hiperventilar. No puedo controlarme, es como si no estuviera dentro de mi cuerpo y éste se estuviera burlando de mí haciendo lo que se le pega la gana.

—Kathery, necesito que te tranquilices —ordena Ethan, tomando mi cara entre sus manos una vez que estamos encerrados en la oscuridad del baño—. Respira.

Asiento con la cabeza, intentando regularizar mi respiración.

—Nos van a encontrar. Nos van a llevar también —afirmo horrorizada.

—No. No dejaremos que...

Un golpe sordo explota en mis oídos, mientras logro divisar, entre la oscuridad, como Ethan cae sobre sus rodillas y luego hacia atrás, inconsciente.

— ¡No! —grito, forzando a mis pulmones y garganta.

Las lágrimas calientes comienzan a resbalar por mi rostro, cuando algo duro y fuerte me golpea la parte anterior del cráneo. Un agudo zumbido es todo lo que logro escuchar, cuando siento mi cuerpo volverse débil. Mis piernas me fallan y, como gelatina, caigo al frío piso, dejando de ser consciente de lo que pasa a mi alrededor.

*****

¡Holaaa, mis amores!

Gracias por leer<3

Regálenme su voto y comentario si les gustó, wuwuw.

Nos leemos en el próximo capítulo ;)

Kathery y el Único Chico de la Tierra.Where stories live. Discover now