Byron soltó una carcajada. El terror corría por mi sangre a mil por hora.

―¿En serio, tío? ―repuso mi hermano― No me digas que seremos tus primeras víctimas vampiras. ¡Oh Dios mío! Esto será más fácil de lo que pensé. ―caminó hacia él y lo levantó del cuello― Intenta...

Darrell clavó una estaca en el estómago de Byron. Grité desesperada, pero Ivette me sedó. Ahogué una exclamación, y sentí que caía en un agujero negro, donde reinaba la oscuridad.

(...)

Abrí los ojos sintiéndome como una tabla. Mi cuerpo estaba todo contracturado y el lugar donde estaba recostada parecía una mesa de metal, si es que existía. Caí en la cuenta de que estaba atada a esa superficie de metal. Grité pero fue ahogado por una cinta que tapaba mi boca.

Ivette sonreía a mi lado. Tenía miedo de lo que ella podría hacerme. Si tan sólo confiara en mí, y me creería sobre el hecho de que no le haría nada de daño, todo sería más fácil.

Estábamos en la cocina de la casa. En parte me tranquilicé ya que no había despertado en otro lugar, pero por otro lado estaba desesperada: ¿dónde mierda estaban Kale y Byron?

―Buenas noches, demonio. ―masculló ella con un cuchillo en sus manos. Mi corazón se aceleró más de lo normal cuando Ivette comenzó a pasarlo sobre mi abdomen. Lo único que llevaba puesto eran mis jeans y mi sostén.

Grité cuando hizo un pequeño corte. Nuevamente, mi grito había sido silenciado por la estúpida cinta.

―¿Sabes una cosa? Cuando me comentaste que no eras mi hija biológica me sentí feliz. Nunca me agradaste, Cassandra. Eras desagradecida, maleducada y caprichosa. ―por cada adjetivo, me hacía un pequeño corte― Megan tampoco me cayó bien. Cuando por fin nos abandonó...

Maldita hija de perra.

Levanté mi pierna y le di una patada en la cara. El cuchillo se soltó de sus manos cayendo al suelo y ella gimió tomándose la cara con las manos. Hice fuerza para soltarme las sogas y me quité la cinta de la boca, para luego desatarme las manos con los dientes.

Cuando por fin apoyé los pies en el suelo, Ivette se lanzó sobre mí. El cuchillo que tenía en manos intentaba apuñalarme pero como tenía más entrenamiento que ella, lo aparté. Ivette tomó un encendedor y lo acercó a mi rostro. Tanteé el suelo en busca del cuchillo y sentía que mi cabello ardía en llamas. Gemía de dolor cuando las llamas del encendedor se acercaban a mi rostro. Apenas tomé el cuchillo, lo clavé en el estómago de mi madre adoptiva. Ella ahogó una exclamación y corrí tomando mi camiseta. Me la puse en un rápido movimiento y con el cuchillo en manos, salí en busca de mis dos compañeros.

El silencio reinaba en la casa. Caminé con cuidado sin hacer ruido, prestando atención a cada pequeño sonido que escuchaba. En la entrada, divisé el cuerpo inerte de Darrell y desvié la mirada al instante.

Encontré a Byron en la habitación contigua, al lado del baño. Sus manos estaban atadas sobre su cabeza con unas cadenas oxidadas. Él estaba entredormido por el efecto de la efedra.

―Oh, Byron ―susurré desatándolo y agradecí por no haberme quemado las manos con la efedra líquida. Lo ayudé a levantarse poniendo todo mi esfuerzo y pasé mi mano alrededor de su cintura. Levanté la cabeza encontrándome a Harrison a mitad del pasillo.

―Deben irse ahora mismo. ―dijo exasperado. Fruncí el ceño dando un paso adelante, pero extendió su brazo impidiendo que siga avanzando.

―¿Dónde está Kale? ―pregunté tartamudeando. Él carraspeó señalando a nuestras espaldas y volteé encontrándome con el castaño. Regresé la mirada a Harrison, quien se apoyaba contra una pared tomando grandes bocanadas de aire― ¿Qué sucede, Harrison?

―Riggs, Jon y Andy vienen por ustedes. ―masculló― Deben irse.

―Andy dijo que iba a cubrirnos. ―dije sintiendo el corazón en la garganta.

―Andy es un marica. ―repuso Byron recomponiéndose― Debiste dejarlo morir.

Me giré hacia él.

―Andy, es Andy. Ahora, si quieren vivir, tienen que irse. ―suspiró Harrison mirando por la ventana― Yo los cubriré antes de que vengan. ¿De acuerdo?

―¿Estarás bien? ―asintió con la cabeza.

―Los alcanzaré.

Abrí la ventana de la cocina, mientras que Kale miraba con repugnancia el cuerpo de Ivette. Pasé una pierna para el exterior y al momento de pasar la otra, el sonido de los frenos de un coche llamó mi atención.

―Mierda, mierda. ¡3312! ―exclamé volviendo al interior de la casa. Riggs bajó con un fusil en sus manos, mientras que Jon tenía dos estacas escondidas bajo su manga. Andy no tenía nada y me sorprendió. Byron asomó la cabeza por la ventana observándolos y luego tomó mi brazo, escondiéndonos tras la isla de la cocina.

Kale se deslizó por el suelo hasta alcanzarnos y comenzó a poner obstáculos por si alguno de ellos tres quería pasar. Escuché un disparo y apreté los ojos con fuerza.

―Le dispararon a Harr... ―comencé a decir cuando Byron me tapó la boca y negó con la cabeza admitiendo que a Harrison no lo habían lastimado. Había olvidado que Riggs era un vampiro con el oído súper desarrollado.

Tragué saliva y contuve la respiración. Sentí que se acercaban a la cocina y Jon gruñía al ver el cuerpo de la mujer rubia en descomposición. Estaban a unos seis pasos de nosotros. Era increíble que aún no nos hayan descubierto.

Y a continuación, nos sometimos a un mar de disparos.


A PositivoWhere stories live. Discover now