¿Por qué envió dos pases? Sabe que siempre voy solo.la puerta de mi oficina se abre y dejo las invitaciones sobre mi escritorio. La pelirroja entra un poco tímida, su ropa está un poco mojada, al menos la parte de la ropa que cubre sus hombros y su cabello.

—Verónica me ha dicho que tienes algo para mí —Pregunto, bajando la vista a los otros documentos. Ella se acerca ahora más segura, alzo la vista y noto que lleva zapatillas bajas, vaqueros sencillos, una camiseta blanca y una chaqueta azul encima de esta. Esa no es precisamente la vestimenta que usan mis empleados.

—Es de su padre, señor. —Me informa y me entrega un sobre amarillo. Son unos documentos que deje en su oficina y una nota recordándome la subasta.

—Vas a buscar mi almuerzo, Verónica te dará la dirección del restaurante, buscaras unos de mis trajes en la tintorería y los llevaras a mi casa. —Indico con la vista fija en los papeles, la vuelvo a mirar y observo que sus manos tiemblan un poco y sus labios están un poco morados, creo suponer que tiene frio -¿Por qué estas mojada?

—Ha estado lloviendo y me desplazo en una moto, apenas y pude cubrirme —Oh, por Dios.

—Aun llueve, no puedes buscar mi traje en tu moto —Señalo. Frunce sus labios.

—Estaba pensando lo mismo —Ladea el rostro, como si estuviese buscando una solución.

—¿Cómo es que te llamas? —Pregunto, su rostro cambia a uno más serio, parece ofendida. Sé que lleva casi un año aquí, pero soy muy malo recordando nombres, además, no hablo mucho con ella. Bueno, esto último no es muy cierto.

—Nadia Rossi… señor. —Está indignada.

—Muy bien, señorita Rossi —Digo, levantándome del asiento que había tomado minutos antes y buscando en una de mis gavetas —Voy a prestarle uno de los autos de la empresa. ¿Sabe conducir? —Asiente con la cabeza —Debes cuidarlo, lo tendrás mientras trabajes aquí. Camino hacia ella y le tiendo las llaves, me mira por unos segundos, mira las llaves y las toma.

—Puedes retirarte —Asiente y da media vuelta para empezar a salir —Señorita Nadia —La llamo, ella se vuelve y me mira —De nada, por el auto.

—Gracias. —Se vuelve de nuevo.

—No es tuyo, es solo un préstamo. —La escucho inhalar. Se vuelve y sonríe con hipocresía.

—Eso lo entiendo, no me gustan mucho los autos. —Frunzo el ceño. Ella sale sin más. ¿Le dije que podía retirarse?

Salgo de la oficina para reunirme con mi padre, cerramos el trato del inmueble donde tendremos una nueva cede. A las doce en punto ceno con los españoles y no podemos cerrar el trato, ya que su propuesta no es de mi agrado. Salgo del lujoso restaurante y vuelvo a mi oficina para terminar de arreglar unos documentos.

Cuando son las seis de la tarde vuelvo a mi mansión para alistarme e ir a la reunión con mi familia. Encuentro los trajes encima del mueble de la sala de estar. La señorita ha cumplido con su trabajo.

—¡Tío! —Grita Dallan cuando entro a la casa de Alana —Te he extrañado, hace mucho que no te veía, por eso le pedí a mamá que te invitara a cenar junto a los abuelos. —Fue su idea.

—Estas gigante —Digo, desordenando su cabello.

—Y tu viejo —Frunzo el ceño y el suelta una risita.

Lo dejo en el suelo y le tomo la mano para encaminarnos a donde esta mi hermana y nuestros padres. Los saludo a todos con un apretón de manos.

—¿Muy malo el negocio con los españoles? —Pregunta Ian burlándose -. Te lo dije, cuñado. —Niego con la cabeza.

—Es una muy mala idea dejarlos invertir —Digo, todos sonríen, pero mi sonrisa se borra cuando veo una foto de Daniela y Alana en la mesita del centro de la sala. Ian parece notarlo y trata de distraerme pero es imposible dejar de mirarla.

Se le ve joven y hermosa. Daría todo lo que tengo por tenerla ahora mismo a mi lado, siendo mi esposa, esa chica que quise que me representara siempre.

—Hola —Saluda Alana, tomándome por el cuello en un fuerte abrazo —Es hora de cenar —Dallan me toma de la mano y me guía a la mesa.

Para este punto de mi vida ese niño es como ese pequeño pilar que me impulsa a seguir adelante. Desde que nació mi vida tomo un nuevo rumbo, es como si me hubiesen quitado la vida cuando ella murió, pero una pequeña esperanza nació para devolvérmela poco a poco, pero vino hacerlo.

Se sienta a mi lado siempre y cuando tiene días sin verme me llama para pedirme que venga a visitarlo ¿Cómo negarme? Dejo todo atrás para hacerlo. Es un hablador, nunca esta callado y las cosas que dice a veces logran sacarme una sonrisa.


•••


Después de tiWhere stories live. Discover now