Capítulo 12

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Llegamos al aeropuerto a eso de las siete y media de la tarde para abordar el avión cinco para las ocho, y de esa forma llegaríamos a Berlín a las once de la noche en punto, justo a tiempo para ir al hotel, dormirnos y estar listos para despertar temprano al día siguiente, para preparar el stand y las cosas que pondremos en él.

Ese mismo día a las dos y media de la tarde comenzarían las presentaciones, las cuales se extenderían hasta el día siguiente, y luego el día miércoles el jurado haría su fallo, eligiendo a 10 empresas de las casi ciento y cincuenta que participamos.

Desde que abordamos el tren que había notado lo pesada de la maleta de Audrey, pero como el trayecto hasta ahí había sido corto, no fue tan obvio. Hasta ahora que debíamos caminar una larga distancia hasta el mesón donde debíamos pesar nuestras maletas antes de entregarlas.

Audrey se iba quedando por detrás de nosotros, poniéndome nervioso y haciendo que me volteara a cada segundo para ver donde iba.

En un momento la perdí de vista y cuando volví a verla, la encontré intentando levantar su maleta, la cual había casi al piso de cerámica. Tuve que devolverme rápidamente y pasar chocando a algunas personas para llegar hasta donde ella. Cuando lo hice, me agaché y quedé a su altura.

-Puedo hacerlo sola – dijo sin mirarme – perdona por atrasarte.

-Suéltala – le dije quitándole su equipaje – lleva la mía; esta mucho más liviana.

-Pero, Harry... - comenzó a negarse.

-Shh – la detuve – llevaré tu maleta y se acabó.

Nos intercambiamos de equipaje y continuamos nuestro camino, un poco más atrás de Dan, quien se había percatado de nuestra detención y se había quedado esperándonos.

-21 kg – dijo en un murmuro la azafata sentada detrás del mesón alto – dentro del límite.

-¿Qué llevas ahí dentro? – le pregunté a Dan; su maleta había sido recién pesada.

-Mi computadora y ropa – respondió de forma rápida.

-Señorita, por aquí – llamó un hombre a Audrey, apuntando la balanza para pesar la maleta de ella.

Tomé la maleta de Audrey –con dificultad- y la deposité donde el hombre estaba indicando. Esperamos unos segundos hasta que el número apareció en la pequeña pantalla.

-Son 25,3 kg – dijo el hombre negando con la cabeza.

-Mhmm...25 kg - la azafata nos miró como si estuviéramos en problemas.

-¿Qué pasa? – preguntó Audrey aun sonriendo.

-Muy pesada, señorita – le dijo la mujer – nuestro aeropuerto solo permite maletas que pesen hasta 23 kilogramos.

-¿En serio? – cuestionó Audrey como si fuera una niña pequeña, su sonrisa se iba desvaneciendo de su cara.

-Son las reglas – objetó la mujer - ¡Siguiente! – llamó a lo alto, haciéndonos a un lado de forma verbal.

-Espere – la llamó Dan - ¿no hay nada que pueda hacer? Venimos viajando desde Wolverhampton.

-Lo siento, arréglenlo ustedes – dijo con mirada seria - ¡Siguiente!

Los tres nos hicimos a un lado, mirándola con molestia. ¿A caso no podía darnos una solución?

-¿Qué llevas ahí? – pregunté casi riendo.

-Muchas cosas, al parecer – dijo mirando su maleta con pesar.

-Vamos, tengo una idea – nos llamó Dan, caminando hacia unos asientos.

Diamonds in the sun //h.s//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora