James Garfio siempre pensó que Peter Pan obtenía la victoria solo por su capacidad de poder volar, sin embargo, Moira tenía la habilidad para la pelea frente a frente y parecía tenerla mucho mejor que cualquier pirata de su tripulación y sin la capacidad de volar. 

Tal vez también nací para esto, pensó la menor.

—Eres una dama. Las damas no deberían pelear con un marinero.—Moira lo miró confundida ante aquellas palabras. Sin pensarlo, volvió a atacar haciendo que el capitán retrocediera.

Podrían considerar a James Garfio una persona cruel y claro que lo era. Era una persona despiadada y falsa, pero en Moira el capitán observaba algo nuevo. Observaba talento y un buen plan de batalla.

Sin darse cuenta, este fue desarmado ante aquella chiquilla. El cabello de la castaña se alborotaba con el viento y la felicidad que sentía ante su victoria en aquel combate se reflejaba en su sonrisa. Para Moira, este suceso era algo inimaginable y que solo Peter Pan podía lograr.

Una vez que el capitán fue derrotado, los niños perdidos obligaron a los marineros a desnudarse y a abandonar el barco en botes. Las risas no faltaron al observar las espaldas desnudas de los bribones contra las olas y escuchar sus fuertes quejas y maldiciones debido a la temperatura del agua salada.

Todos abandonaron el navío pirata una vez que se aseguraron de que la tripulación había desaparecido entre las olas.

Peter Pan tomó la mano de Moira escoltándola de nuevo hacia la casa del árbol, dejando a Campanilla volar detrás de ambos. La hadilla ya no solo sentía celos, el odio fue desplazando a aquel sentimiento y después lo desplazó la tristeza. Se sentía traicionada.

Moira seguía sin poder creer lo que había experimentado horas atrás y Peter Pan no dejaba de mirarla con orgullo. La castaña se ruborizó al instante en que sus ojos descubrieron la mirada, pero el joven ni siquiera se inmutó. Había encontrado a su nueva compañera de aventuras después de un largo tiempo y aquello le fascinaba.

—¡La mejor pelea de mi vida!— Exclamó Peter Pan totalmente emocionado mientras daba brinquillos por el aire. Moira y los niños perdidos corearon su risa.—Niños perdidos, firmes.—Pidió. Todos callaron para acatar la orden, a excepción de Moira que no despegó su mirada de Peter ni por un segundo.—Te nombro a ti Moira Darling, la madre reina de todos los niños perdidos y mi nueva compañera de aventuras.

Todos los presentes saltaron llenos de alegría ante el título otorgado y Moira sonrió enternecida admirando aquella escena. El orgullo no duró mucho pues un recuerdo fugaz apagó su sonrisa.

—¿Qué sucede? ¿A caso no te gusta?—Preguntó Peter confundido, pues le gustaba mucho complacer a sus invitados.—Es un cargo muy importante, lo acabo de inventar. Nadie más lo tiene.

—Si, me encanta.—Interrumpió.—Es solo que...—La chica suspiró apretando sus labios.—Esto era solo por una noche, ¿No es verdad?—Peter Pan, al recordar perfectamente el trato que ambos habían pactado, bajó la mirada hacia el suelo y sus pies volvieron a tierra. Por primera vez en todo el viaje, Campanilla mostró nuevamente su mágica y victoriosa sonrisa.

—¿Te vas?—Preguntó uno de los mellizos con asombro y decepción. Moira no supo qué contestar. Odiaba las despedidas.

—Era solo por una noche.—Repitió excusándose. 

—No lo hagas.—Interrumpió Osito con clara tristeza en su tono de voz.—Hace tanto tiempo que no tenemos una mamá y ahora, se va.—Las lágrimas comenzaron a salir entre los niños perdidos alterando a la castaña.—¿Por qué todas nos dejan?—Dramatizó.

—Te extrañaremos tanto.—Largo confesó. Moira limpió suavemente sus lágrimas.

—Tengo que irme a mi hogar.—Contestó. Peter mordió su mejilla. La palabra hogar definitivamente no era su palabra favorita.

—¿Para qué?—Contestó este aún con un dolor en el pecho que ocultaba bajo su enorme ego.

—A crecer.—Y esa palabra definitivamente estaba prohibida en su lista.

Todos los niños, al entender el significado de esa palabra (e influenciados por Peter Pan), no tardaron en suplicarle a Moira que no se fuera.

¿Qué podía decirle a esos niños para mantenerlos tranquilos? Era horrible tener que despedirse así de alguien. Y era doblemente horrible el no saber explicar la razón exacta de tu partida.

Todo la llevaba a recordar a Wendy.

—Tengo que vivir una aventura.—Moira alzó la voz. La niña jamás creyó que algún día se atrevería a citar esas palabras que tanto odiaba y sin embargo, esas fueron las palabras perfectas para calmar la situación pues la palabra "aventura" era el segundo nombre de nuestro amigo Peter Pan y este no la dejó pasar por alto.

—¿Aventura?—Repitió.

—Si y no me la pienso perder—Contestó ella haciendo una mueca.–Es irónico, yo soñaba con vivir aquí...

—¿Y por qué no?—Contestó Largo rápidamente. Todos los demás niños repitieron la pregunta como si fueran papagayos.

Por un momento, una idea sin pies ni cabeza entró a la mente de Moira. De esas ideas que la castaña solía evitar. Una idea de esas que comienzan una historia, y esa, fue sin duda la idea que comenzó esta historia.

—Peter, ven conmigo.—Pidió Moira.

¿Y qué ocurrió con Peter Pan? (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now