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Capítulo 13



Mami.

Anne escuchó a su hijo llamarle mientras preparaba la cena. Antes de poder voltear, el rizado depositó un beso sobre su mejilla y dejó las llaves de su auto en la mesa.

― ¿Cómo te fue en el entrenamiento? ―preguntó la mujer cuando su hijo estaba por subir las escaleras―.

―Mm, me lastimé la espalda ―contestó moviendo sus hombros y cuello, hizo una mueca de dolor―.

Anne miró muy preocupada a Styles y dejó lo que estaba haciendo para acercarse a él. ― ¿Te duele mucho?

Harry asintió muy cansado.

Anne acarició su mejilla. ―Ve a tu cuarto y acuéstate, en cuanto la cena este lista subiré a darte un masaje, ¿sí?

El rizado volvió a asentir y subió las escaleras de dos en dos para llegar más rápido.

― ¡Pero descansas, Edwad! ¡No te quiero ver con ese aparato! ―Harry se hizo el que no escuchó. ― ¡Si subo y te veo con esa cosa te voy a agarrar a cintarazos! ¡Por eso también te duele la cabeza!

Harry rió por lo bajo y cerró la puerta de su habitación. Su madre era algo agresiva a veces.

Aventó la mochila de la escuela y la otra donde llevaba sus cosas para Futbol Americano. Se quitó los tenis con ayuda de sus pies y se dejó caer a la cama. Se acomodó en esta boca arriba e hizo una mueca de dolor cuando se movió. La espalda le dolía horrible, hoy le habían golpeado bastante fuerte que tuvo que ir a enfermería porque no pudo mover el torso por dos minutos. Obviamente no le diría a su madre, ya que iría a golpear al tipo que lo golpeó, y de paso lo golpearía a el por practicar un deporte tan rudo. Ella nunca estuvo de acuerdo en que el jugara Americano.

Tomó su móvil de la cómoda y lo desbloqueó. Solo checaría algunos mensajes antes de que su madre entrara por esa puerta. No duraría mucho, realmente no tenía ganas de contestarle a nadie, ni siquiera a su novia. Estaba bastante cansado y solo quería dormir.

Dejó pasar los mensajes y suspiró, bloqueó el móvil y lo dejó a un lado. Se acomodo sobre la cama nuevamente y miró el techo por un momento, en silencio. Sus ojos vagaron hasta el oso gigante de peluche que estaba puesto en la silla de su escritorio, ese oso había sido olvidado por su dueño hace ya una semana. Harry se preguntaba si alguna vez su dueño vendría por él. No podía tenerlo ahí, si su novia lo encontraba en su habitación pensaría que él se lo había comprado y no le quedaría más remedio que dárselo. Y no podía permitir eso, no era justo.

Volvió a mirar al techo y ahora suspiró nervioso. Le había pedido su número pero no le había llamado ni mandando algún mensaje en toda la semana. Y no dejaba de hacerse la misma pregunta en su cabeza, ¿Acaso le contestaría? Tal vez podría estar ocupado o simplemente no querría contestarle. Louis parecía un chico sin tiempo libre.

Miró la hora en el móvil y marcaban las diez de la noche, ¿estaría dormido?

Desbloqueó el móvil y fue directo a mensajes. Abrió un chat con el número de Louis y se quedó inmóvil por varios segundos. ¿Qué se suponía que tenía que escribirle?

Louis cepillaba sus dientes como todas las noches mientras se miraba en el espejo. Escupió la espuma y se llevó agua a la boca un par de veces hasta estar listo. Tomó una toalla y secó sus labios. Salió del baño apagando la luz y literal corrió hasta su cama para lanzarse libremente en ella y acostarse después de un día duro. Se sentía muy cansado y sus ojos se cerraban por si solos.

Keep DancingOnde as histórias ganham vida. Descobre agora