No sentía que esto de tomarnos un tiempo estuviera funcionando demasiado. Cada día extrañaba más a Harry y sentía como si esto fuera un tipo de tortura y no algo que nos sirviera para arreglar nuestros pequeños problemas. Estaba siendo muy estúpida después de todo.

-¡Josh estoy aquí! -grité desde la puerta. -¡Abre ya enano!

Me recargué en la pared y esperé a que Josh abriera. Siempre hemos sido mejores amigos, literal. Llevamos como unos trece años de amistad. Cuando recién nos mudamos conocí a Josh el primer día, su madre nos había llevado un regalo de bienvenida y bueno, fue desde entonces que nos hicimos grandes amigos.

-¡Smith! -espetó con emoción.

Di un pequeño brinco del susto debido a su tono de voz y luego me abrazó.

-¡Tanto tiempo sin verte! -murmuró mientras me estrujaba entre sus brazos.

-Josh...nos vimos antier -musité siendo aplastada y él rió.

-Algo es algo.

Rodé los ojos y dejó de abrazarme para después plasmar un sonoro beso en mi mejilla izquierda.

-Que lindo -me burlé y me miró indignado.

-Todavía que soy tierno contigo -se quejó. -Claro, pero ya tienes esposo te olvidas de mi -siguió quejándose. -Voy a conseguirme una esposa, ya lo verás, y te sentirás necesitada de amor por mi.

No pude evitarlo y exploté en carcajadas. Josh siempre había sido muy carismático y divertido desde que lo conocí por primera vez. Ambos estuvimos juntos casi toda nuestra niñez y adolescencia, estudiábamos en el mismo colegio y siempre nos veníamos juntos después de clases. Mis padres y los de Josh siempre pensaron que él y yo terminaríamos siendo pareja, cosa que a él y a mi nos hacía enojar bastante, sólo eramos mejores amigos y punto.

Por obvias razones se convencieron de que eso no pasaría. Cuando conocí a Harry...bueno, la historia de cómo conocí a Harry es algo extraña en realidad.

-¿Bella? -escuché a Josh llamarme y lo miré.

-¿Qué?

-¿Cómo que "qué"? -hizo comillas con sus dedos. -Te estoy diciendo que pases, cabezota.

Le di un golpe en el hombro y entré a la casa.

-Si vienes por mi computadora, está en el escritorio -señaló con su dedo índice la esquina de su estancia.

-Gracias.

Me dirigí hasta donde estaba la computadora y la encendí.

-¿Tienes hambre?, puedo ordenar pizza si quieres, no habría problema -habló y me giré para mirarlo. -La pizza que quieras, me da igual mientras sea pizza.

Sonreí ante su rara forma de preguntarme si tenía hambre y si quería pizza.

-¿Tu tienes hambre, cierto? -enarqué una ceja y él negó apretando los labios. -¿Seguro que no? -insistí y bufó.

-Pediré una pizza quieras o no, sólo te quería de excusa -se encogió en hombros y me reí.

Se dio la vuelta y de nuevo me giré para entrar a mi cuenta de Skype y hablar con Liam. No era necesario mandarle un mensaje de aviso, siempre está conectado, ahora que es vigilante tiene acceso a las computadoras y cámaras que hay en el restaurante.

Esposo posesivo. «H.S.» (En Edición)Where stories live. Discover now