SUCIO, EBRIO Y PERDIDO

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Dos hombres jóvenes con casi la misma edad y no más de diez centímetros de diferencia en su altura, se encontraban caminando colina arriba. A su izquierda y atrás, el sol se escondía tras un cerro cercano. Lentamente, el claro del día se tornaba rojizo. Las nubes, cada vez se veían menos porque la oscuridad iba ganando el inmenso cielo, aunque algunos huecos entre ellas dejaban ver las primeras estrellas de la noche, brillando incesantemente e iluminando con luz tenue a los caminantes en su andar.

El rocío empezaba a humedecer el pasto.

—Amo el olor a hierba mojada —dijo el más alto de los dos.

—Bueno, ya somos dos —le contestó su compañero— me genera nostalgia... a pesar de no recordar nada de mi infancia.

—Qué increíble, ¿no? Cómo los olores quedan grabados. Incluso en tu caso que perdiste la memoria en esa batalla, un olor, te hace sentir como si viajaras en el tiempo —dijo el más alto mirando el firmamento.

—¡Qué increíble el tiempo!, parece uno solo, siempre lineal y se vuelve tan maleable gracias a los recuerdos —añadió el más bajo.

Ambos parecían ser de la infantería de Hyrule, aunque no vestían sus prendas clásicas y su armadura. Quien los viera de afuera diría que eran dos soldados en su día libre.

—Amigo mío, ya casi llegamos —aseguró el joven de mayor estatura.

—¿En serio? —rio el colega— pensé que no tenías idea a donde estábamos yendo. Después de caminar casi dos horas, supuse que estabas perdido y no me lo querías decir —dijo y continuó riendo.

—Ja, ja, ja —rio irónicamente el primero en hablar, y agregó—: ¿Alguna vez te llevé por mal camino?

—No sé si malo, campeón —lo adjetivó cariñosamente el más bajo—, pero me has llevado por varios caminos que no estuvieron del todo... ¿Cómo decirlo?... tranquilos. Y, aunque no lo recuerde, te conocí de niño, así que, más de un camino problemático, nos vincula.

—Bueno, "campeón" —contestó imitando con sarcasmo a su amigo—. Cuando te convertiste en soldado de Hyrule, sabías que te ibas a topar con varios "dilemas" a resolver en tu camino —agregó como minimizando sus andanzas juntos—. De cualquier manera, estamos muy cerca. ¿Ves la luz en esa casucha a lo lejos? Allí vamos.

El hombre de menor talla asintió con la cabeza. —Y, ¿a quién vamos a ver allí? —preguntó.

—Inicialmente, no vamos a ver a nadie. Bueno, tal vez veamos unos cuantos ebrios de la zona —dijo riendo el soldado más alto—, después de todo es un bar muy concurrido... Quizás hasta te invite unas cervezas, creo que me sobran unas cuantas rupias del viaje anterior —agregó tanteando su bolsillo—. Luego, esperaremos a un "viejo amigo" que nos dará unas instrucciones y según lo que nos diga veremos qué hacer. De cualquier manera, sé que te sorprenderás.

—Ah, claro. Todo muy arreglado —dijo el hombre más bajo con sarcasmo—. O sea, que si ese "viejo amigo" no aparece... nos pintamos de colores, porque veo que no tienes ni la mínima idea de cómo seguir nuestro viaje... ¡Muy organizado lo tuyo, genio! —dijo entre risas, burlándose cariñosamente de su amigo, pero entonces, algo interrumpió su jocosa conversación. Habían llegado al destino. —Un momento, yo conozco este lugar.

—Veo que tu memoria a corto plazo está intacta, pensaba que el alcohol de este bar podría haberla afectado —agregó riendo el más alto.

—Ja, ja, ja —esta vez el hombre más bajo fue quien rio irónicamente—. Puede que el alcohol haya nublado mi memoria algunas veces —y, sonriendo pícaramente, agregó—, pero son más las veces que vine a este bar, que las que no recuerdo... Es solo que nunca había venido por este camino... De hecho, nunca entré por la puerta de atrás.

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