SOSTENIDO

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SOSTENIDO

—¡Hood! —gritó Link—. ¡Mira, lo hemos conseguido! —dijo contento mostrando una ingeniosa herramienta. Link observó con detenimiento aquel instrumento. Se veía como un guante largo de cuero, pero con la parte de los dedos libres de cobertura. El joven se lo probó y ajustó las hebillas para sujetarlo bien a su antebrazo. Cerca de donde iba ubicada la muñeca, el artefacto tenía una especie de rodillo con una cadena de eslabones increíblemente pequeños pero de un metal muy resistente enrollado en él. Por delante del rodillo, en un extremo de la cadena, salían tres garfios en forma de garra. Por detrás de éste, había una cajita pequeña de la cual salían tres cordones metálicos con unas argollas al final. Link asumió que allí se encontraba el mecanismo que hacía funcionar al rodillo.

—¿Y eso? —dijo Mido, observando los tres cordones colgando del brazalete.

—No lo sé —dijo Link.

—Es para manipular el gancho-brazalete —dijo Hood—. Debes colocártelo en los dedos como si fueran anillos. Obviamente, el más grande va en el pulgar y los otros dos van en el índice y en el mayor —explicó el viejo.

El joven se calzó los anillos tal como Hood le había dicho.

—¿Y ahora? —preguntó el muchacho.

—Ahora muéstrame la palma de tu mano —dijo Hood. Link obedeció y, cuando le mostró la palma, pudo ver que en ella había una especie de ganchito—. Si jalas de este ganchito la garra será disparada a gran velocidad. Luego, juntando los tres dedos con anillos, la garra imitará el movimiento de tu mano y se cerrará atrapando en ella lo que sea, o bien incrustándose aún más en aquello en lo que se haya frenado —señaló el viejo—. Por último, ¿ves esa palanquita al costado del rodillo?

—Sí —dijo Link.

—Bueno, ese es el seguro —dijo Hood.

—¿Seguro? —preguntó Link sin entender.

—Sí, sirve para que la garra no salga disparada en cualquier momento —explicó Hood—. Cuando vayas a utilizarla, debes bajar esa pequeña palanquita para destrabar el mecanismo.

El joven examinó con detenimiento el gancho-brazalete desde todos sus ángulos. Estudió su mecanismo y posible utilidad.

—¿Qué tal si le disparas al centro del techo? —preguntó el viejo—. La cadena debe medir unos diez metros. Calculo que es más que suficiente para averiguar qué tan alto está el tope de este cuarto.

—Buena idea —dijo Link.

—Espera. Toma mi candil, ya está reparado —ofreció Hood entregando su farol encendido.

Link sujetó el candil de su cinturón, apuntó con el gancho hacia el centro del inapreciable techo de aquel cuarto, removió el seguro y disparó. La garra salió eyectada a gran velocidad. En un instante se frenó contra algo. Con el brazo extendido hacia arriba y la fina cadena saliendo del brazalete, Link miró a sus tres acompañantes.

—Mira, Link, al costado del rodillo puedes observar la cantidad de metros que han salido del rollo —dijo Hood señalando un medidor que se había detenido en una línea, dejando ver el número seis completamente y un cinco por la mitad—. Según esto, calculo que desde tu mano hasta el techo hay un poco más de cinco metros y medio. Sumando la altura a la que cuelga tu mano, sabemos que el techo, debe estar aproximadamente a unos siete metros del suelo —conjeturó el viejo—. Antes de usar tus tres dedos para apretar y elevarte, recuerda que, si presionas más, viajarás más rápido, y si presionas menos, viajarás más lento. De igual forma, si extiendes estos tres dedos más allá de la posición normal, la garra se soltará. Ten cuidado, es una caída de siete metros, si bien ese piletón estará debajo de ti, no sería del todo agradable que le erraras.

Link, Salvaje NaturalezaWhere stories live. Discover now