Lucy arregló un mechón de mi cabello.

—¿Tanto lo extrañas?

Demasiado.

—Lo extraño, sí, pero no es solo eso. Yo... No sé —Admití con sinceridad.

Lucy asintió como si comprendiera mis palabras, lo cual era imposible porque nada de lo que decía tenía sentido.

—Lo amas.

Signos de interrogación fueron colgados sobre mi cabeza.

¿Amarlo? Sabía que me gustaba, pero amar y gustar eran dos cosas diferentes, la primera requería más pasión que la segunda. Y había una lista de cosas que me gustaban de Nathan: Me gustaba su risa, su acento, su físico, su honestidad, lo caballeroso que podía llegar a ser de vez en cuando, me gusta su lado bromista, incluso su lado coqueto y arrogante. Amaba como a pesar de ser completamente diferentes él parecía comprenderme, amaba cuando se reía de mis estupideces, amaba como podía ser yo misma a su alrededor, amaba volverlo loco con mis referencias de Disney. Amaba, amaba, amaba. ¡Lo amaba!

La comprensión llegó de un salto y parece sorprendente porque... ¿Es posible amar a alguien que conociste tan solo unas cuantas semanas atrás? Tenía que serlo, porque lo amaba. El hecho era tan sorprendente porque Nathan distaba mucho de lo que siempre he querido en un chico. Está lejos de ser mi perfecto príncipe azul.

Y es que nosotras las chicas siempre nos sentamos y describimos nuestro perfecto príncipe azul, pero siempre se nos olvida que la verdad no decidimos de quien enamorarnos o no. Simplemente sucede y ya. También olvidamos que tal perfecto príncipe azul no siempre será tan perfecto porque al final, las imperfecciones también enamoran.

Y yo amaba a Nathan con sus perfecciones e imperfecciones, pero nada de eso importaba porque él no sentía lo mismo que yo.

—Lo hago, pero me temo que él no siente lo mismo que yo. Sé que le importo y que piensa en mí, pero tal vez no de la misma manera en que yo lo hago.

Lucy empezó a reír como si lo que dijera fuera ridículo.

—Ay, Kath, pues si eso es lo que piensas debes de estar ciega porque cualquier persona con dos ojos puede ver lo loco que está ese chico por ti.

Quería decirle a Lucy que no podía contar con sus acciones porque Nathan había demostrado ser un gran actor.

—¿Y qué si era todo una mentira?

—Entonces él se pierde de la maravillosa chica que eres. El hombre que no pueda darse cuenta de eso, no merece estar a tu lado.

La abracé fuertemente. Esta era una de las razones por las que amaba a Lucy siempre sabía hacerme sentir bien y feliz conmigo. Era como una segunda madre para mí.

—Gracias.

—Agradéceme poniendo una sonrisa en esa hermosa cara y poniéndote a trabajar, no quiero lidiar con Joe el día de hoy.

Asentí obediente, sonriendo tomé mi libreta y salí atender mesas. Fue una tarde atareada en Rock n Roll, tener tanto trabajo por hacer fue una gran distracción para mí. Pero al final de mi turno ya no tenía donde esconderme, cuando me dirigía hacia mi auto me encontré con otra cosa que debía de enfrentar. En ese momento era Liam, quien se encontraba apoyado en mi auto esperando a que apareciera.

—Hey.

Le sonreí lo mejor que pude en respuesta, pero ni siquiera una sonrisa podía arreglar el aire de incomodidad entre nosotros. Liam acarició su nuca, pareciendo incómodo y nervioso. Pero acabó con el silencio solo diciendo:

—Necesito decirte algo. —Alcé mis cejas instándolo a continuar—. Sé que las cosas están algo incomodas entre nosotros, pero necesitas saber que luego de aquel beso no he podido dejar de pensar en ti.

Era gracioso como antes había rogado tanto por escuchar esas palabras salir de su boca, y como ahora no significaban nada. Aparte de un recordatorio de lo tonta que puedo llegar a ser. Supongo que a veces quieres algo tanto que cuando finalmente lo obtienes dejas de quererlo.

—Liam, yo...

Colocó un dedo sobre mi boca.

—Déjame terminar. Sé que estás sufriendo en estos momentos por Nate, pero Kath, se fue. Se fue y dejó atrás a una chica tan increíble como tú. Él no merece tus lágrimas. Por eso me gustaría ser como un remedio para ti y que mejor manera que serlo que invitándote al baile de graduación.

Liam tenía razón. Lucy tenía razón. Si Nathan no podía tomarme en cuenta entonces no valía la pena. No valía la pena sentirme triste por él, incluso ahora que sabía que lo amaba, ni eso valía si al final él no se sentía de la misma manera. Yo no merecía atormentarme por eso, merecía darme una oportunidad y seguir adelante con mi vida, así como él lo estaba haciendo.

—Me encantaría ir al baile contigo, Liam.

***

¡Kathleen! ¿Qué haces tonta? Toma un vuelo y busca a tu hombre. Oblígalo a amarte.

Quedan dos capítulos más para terminar la historia. 

Aclaro que esta historia no tendrá una segunda parte, sea cual sea el final. Voy a dedicarme a editar muchas cosas con el tiempo y trabajar en mi siguiente historia cuyo título es... *Redoble de tambores* "No más corazones rotos" No sé si les interese, pero si lo hace háganmelo saber para así subir la sinopsis.

Besos y hasta la próxima actualización.



Finge ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora