Capítulo 7.

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Hay algo sobre la inspiración, y es que te arrasa con todo, como un huracán. Te posee por completo. Tanto que ni te das cuenta de lo que haces o por qué lo haces.

7:30 am de un sábado despierta dibujando varios diseños a la vez. Había tenido un gran sueño el cual me había inspirado con una estupenda línea de ropa. En el sueño era parte de un circo y toda la diversión y los colores me habían iluminado para crear una línea con esta temática.

All the eyes on me in the center of the ring. Just like a circus. When I crack that whip, everybody goin' trip. Just like a circus. —Sacudí mi cabeza y el gran moño desordenado en la cima de mi cabeza se movió junto conmigo—. Don't stand there watching me, follow me. Show me what you can do. Everybody let go, we can make a dance floor. Just like a circus.

Mordisqueé el final del lápiz de carbón, un mal hábito que tenía al pensar mientras dibujaba. Miré hacia la pizarra en el centro, esta estaba llena de pequeñas notas resultados d lluvias de ideas y frases inspiradoras. Recordatorios para animarme. Entre todas ellas una destacaba más y era la que escrito esta mañana al recordar el consejo de Nathan. Es tiempo de brillar.

Eché un vistazo a Nathan durmiendo profundamente sobre un colchón en el suelo. Sus labios estaban entreabiertos y sus músculos a la vista. Las sábanas estaban enredadas alrededor de su cuerpo y apostaba por todo el dinero que ganaba que él dormía en calzoncillos. Solo debía levantarme y alzar la sábana un poco para averiguarlo. Me golpeé la frente con el lápiz para alejar tal pensamiento.

Volví a ver los diseños. Eran locos y coloridos, muy creativos. Para mí no había nada imposible cuando se trataba del arte... o de la moda. Probablemente nadie usaría algo de esto para vestir día a día, pero yo aspiraba a algo más grande. Ser parte de las grandes pasarelas de la semana de la moda. New York, Milán, Londres... Et Paris. Tener mi propia boutique y ser la diseñadora de grandes artistas. Soñar no costaba nada, trabajar para lograr esos sueños sí lo hacía. Pero todo por el amor a la moda.

Y realmente no me importaba cuantas personas me decían lo difícil que sería llegar a donde quiero, que no lo lograría y moriría de hambre. Esto era lo que quería hacer por el resto de mi vida. Incluso si terminaba viviendo bajo un puente.

Un bufido me distrajo de mi tarea. Mirando sobre mi hombro encontré a Nathan estirando los brazos mientras bostezaba. Parecía un oso saliendo de su hibernación. La sabana se había deslizado dejando al descubierto su tonificado abdomen. Eran como las barras de un buen chocolate.

—Buen día —saludé.

—¿Qué haces despierta tan temprano? —preguntó, su voz era más profunda y su acento más marcado.

—¿Hice algo para que despertaras? —pregunté molesta.

La sonrisa perversa que siempre me hacía querer halarme el cabello se formó en su rostro.

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