Capítulo 3.

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No fue sorprendente que para el momento en el que llegué a Rock 'n' Roll el lugar estuviera repleto. Ni tampoco fue sorprendente que "Jailhouse rock" del rey Elvis Presley estuviera sonando desde la rockola.

Rock 'n' Roll era un restaurante de comida rápida orientado en los 50's con toda la cosa del piso a cuadros blancos y negros; una grandiosa rockola, muebles de cuero rojo y mesas cuadradas blancas, paredes azul claro cubiertas de imágenes de artistas, discos, posters de coca-cola y notas musicales. Por último, el gran mostrador azul claro con bajos taburetes rojos frente a él. Era un lugar bastante concurrido en la ciudad y estaba abierto las veinticuatro horas del día, pero yo solo trabajaba a medio tiempo. Este lugar era mi segunda casa. Y lo que más me gustaba de él es que podía jugar con mi atuendo sin ser juzgada, claro está que mi atuendo obligatoriamente debía ser al estilo de los cincuentas.

Hoy había decidido ser la perfecta Sandy Olson con mis pantalones de talla alta, blusa con hombros descubiertos y chaqueta de cuero. Todo en negro excepto por los tacones rojos. Solo necesitaba a mi perfecto Danny para juntos bailar y cantar "You are the one that i want" por todo el local.

—Llegas tarde. —Fue lo único que dijo mi jefe Joe mientras señalaba el reloj en la pared cuando entré a la cocina.

—Gracias por señalar lo obvio, gruñón.

Joe era mi jefe gruñón. Siempre estaba preocupado y peleando por todo. Yo no paraba de decirle que era joven y que debía relajarse un poco, pero no me hacía caso. Él estaba loco por deshacerse de mí y por la única razón que no me había despedido era por su tía.

—¡Kathleen! —Lucy envolvió sus brazos alrededor de mi cintura, ella era tan baja que cada vez que me abrazaba su cabeza quedaba en mi pecho y yo acariciaba su cabello canoso—. Iba a llamar a tu hermana para preguntarle si estabas enferma y que por eso no venías.

—Lo siento, tenía cosas que resolver con Pagan.

Lucy, me sonrió, sus labios ladeándose y cara arrugándose. Lucy estaba alrededor de los sesentas y era como mi segunda madre. Vivía al lado de mi casa y era quien nos supervisaba a mi hermana y a mí mientras nuestros padres estaban fuera. Ella era tan cariñosa, graciosa, olvidadiza y atrevida. Ocupaba un gran lugar de mi corazón.

—Y te ves tan hermosa con este vestuario. —Ella jugó con un rizo de mi cabello rubio.

Posé para ella. Mi mano derecha en mi cintura y la otra en mi cabeza.

—¡Look at me, I'm Sandra Dee!

Ella soltó una carcajada y Mandy, una mesera gótica que trabajaba con nosotras arruinó el momento cuando me extendió un delantal y una libreta.

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