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Frente al volante no había nadie, era uno de los muchos vehículos automáticos que con sólo con ingresar la dirección, se dirigían inmediatamente a tu destino

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Frente al volante no había nadie, era uno de los muchos vehículos automáticos que con sólo con ingresar la dirección, se dirigían inmediatamente a tu destino. Había montado en uno de estos alguna vez que hicimos una salida de campo hace ya muchos años, por lo que recuerdo cómo funcionaban, aunque en esa ocasión era más grande y tenía una hilera más de asientos. Entré al vehículo y mantuve mi maleta al lado mío, ingresé la dirección que había recibido en una pantalla que estaba incrustada en el espaldar del asiento delantero.


Dirección: 122 Goddog Street

Tiempo calculado de llegada: 50 minutos


Un viaje de duración de cincuenta minutos significaba que mi nuevo hogar debía quedar lejos, ya que aunque esos vehículos alcanzaban velocidades muy altas, la Capital Mundial era inmensa, inferí en ese entonces que viviría en el Centro de la Ciudad, cerca de donde se ubicara mi nueva empresa, Destino S.A.

Me acomodé en el amplio sillón de la parte de atrás del vehículo y éste comenzó a andar. Las ventanas estaban oscurecidas por lo que no podía detallar bien el exterior, y aunque quisiera verlo, sólo observaba manchas de colores pasando a gran velocidad; por lo que me envolví en mis pensamientos mientras duraba el viaje hacia mi nuevo hogar y mi nueva vida, poco después me quedé dormido.


Me desperté por un sonido persistente que significaba que ya habíamos llegado; al salir del aeromóvil observé un edificio de concreto blanco con amplios ventanales en la fachada, tenía unas veinte plantas; sus ventanas reflejaban el resplandor del sol matutino; era un día inusualmente caluroso, por lo que avancé rápidamente hacia el edificio para resguardarme del sol, me acerqué a la puerta, estaba compuesta por dos placas de vidrio oscuro perfectamente limpio y sin manijas, al acercarme los suficiente ésta se abrió automáticamente y entré a la recepción del edificio. Dos sofás estaban colocados a un costado de la sala, lámparas azules colgaban del techo apagadas, por lo que la poca luz natural que la recepción recibía, el resto era detenida por los altos rascacielos que circundaban el edificio, iluminaba la estancia.

En un escritorio alto al fondo de la sala, opuesto a la puerta por la que acababa de entrar, se encontraba una mujer tecleando con rapidez en una pantalla táctil que me impedía verle la cara con claridad, me acerqué a ella y apagó la pantalla, era joven y tenía el cabello marrón oscuro peinado en una trenza. Estaba vestida con un traje azul y una blusa blanca, llevaba un adorno interesante en su cabello, el cual imitaba a un pájaro bellamente decorado con una gran y colorida cola, tenía engastes de piedras que brillaban con la tenue luz del sol, no usaba maquillaje y me observaba esperando a que dijera algo; tomé un respiro y le hablé:

—Buenos días, al parecer estoy asignado en este edificio —le comenté.

—Coloque su huella dactilar aquí por favor —la pantalla frente a ella se volvió a encender y un cuadro azul celeste esperaba que yo colocara mi huella.

Destino S.A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora