-Harry dios mío, muchas gracias por esto -agradecí emocionada.

-De nada Bella, ahora ve y elige todos los que quieras, tengo que ir y comprar unas cosas, no hables con nadie eh -murmuró enarcando una ceja y negué con la cabeza.

-Aquí te espero.

Me dio un último beso y se fue.

Sin dudarlo ni un poco esperé a que se alejara un poco y salí corriendo de la librería, no porque no quisiera libros sino que necesitaba una prueba de embarazo y las pastillas anticonceptivas, este era el momento para conseguirlas.

Crucé algunas calles y ya me estaba asustando un poco, no conocía aquí y no tenía ni idea de en dónde había una farmacia. Me detuve para mirar a mi alrededor, no veía nada parecido a una farmacia así que era hora de preguntar.

-Eh...hola -me acerqué a una señora que esperaba el autobús. -¿Me podría decir en dónde queda una farmacia por aquí?

La mujer sonrió.

-Claro -dijo mostrando su blanca dentadura. -A solo unas dos cuadras más y en la esquina a la derecha hay una.

-Muchas gracias.

Dios, ni siquiera llegaría a tiempo a la farmacia antes de que Harry regresara. Pero tenía que hacerlo sí o sí.

Sin pensarlo más comencé a trotar hasta llegar y me detuve en la primera cuadra, estaban un poco largas y me tardaba recorrerla como dos minutos, quizá sí me daría tiempo. Comencé a correr más rápido hasta llegar a la segunda y doblé a la derecha, ya podía ver la farmacia y respiré aliviada.

Me apresuré y entré con rapidez hacia el mostrador donde había una chica vestida de blanco contando un par de billetes detrás de la caja registradora.

-Hola -hablé soltando un jadeo de lo acelerada que estaba. -¿Me puedes vender una prueba de embarazo? -me apresuré a preguntar.

-Claro, ¿eso sería todo? -preguntó guardando los billetes y negué.

-También unas pastillas anticonceptivas, por favor -pedí y ella sonrió.

-Espera solo un momento -dijo antes de darse la vuelta.

Tomé aire y miré a mis espaldas, todo parecía normal pero los nervios dentro de mi cuerpo estaban por explotar si no me largaba ya de aquí y corría hasta la librería.

Apoyé mi mano sobre el cristal del mostrador y comencé a mover mis dedos con desesperación sobre el cristal, la chica estaba tardando y yo no tenía el tiempo del mundo. Pero antes de que pudiera decir alguna cosa ella apareció con lo que había pedido.

Saqué un par de dólares de mi bolsillo y se los entregué, y me di la vuelta.

-¡Espera!, ¡tu cambio! -gritó la chica y me giré.

-¡Puedes quedártelo, gracias!

Salí de allí sin perder más tiempo y crucé la calle dando largos y rápidos pasos. Ojalá Harry siga en donde sea que hubiera ido a comprar y aún no haya regresado a la librería, por favor, por favor, por favor...

La bolsa cayó de mis manos en el momento que choqué con alguien y me agaché a recogerla rápidamente.

-Oh, lo siento tanto -una voz varonil resonó en mis oídos.

Me incorporé y lo miré, parecía un hombre de unos cuarenta y muchos.

-No se preocupe -le dije y justo cuando iba a irme me tomó del brazo.

Esposo posesivo. «H.S.» (En Edición)Where stories live. Discover now