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-Yo lo... Lo siento mucho, no me fijé en qué estaba ubicada. –dije trastabillando con mi lengua casi en la totalidad de la frase mientras tomo el paquete con mis manos tratando de no tocar las suyas. Él estaba muy cerca de mi, de mi cuerpo cubierto con solo una leve capa de algodón, con la toalla blanca que me habían dado y el con el uniforme de soldado típico de aquí. Tenía el cabello mojado, como si se hubiera dado un baño también, pero no aquí porque no lo sentí, no sentí nada. Yo no.

-Ten más cuidado la próxima vez, Emma. –dice pronunciando mi nombre como si fuera el de su madre, el que dice cada vez que despierta y lo recordará para siempre. No me fijé en que mi cejas se habían enarcado de forma inmediata, inconscientemente; al oír aquel detalle tan raro en un desconocido.

El parece darse cuenta y sonríe. Tenebrosamente.

–Eres la hermana pequeña de Luke Parker, todo el mundo sabe tu nombre. –dice aclarando mis pensamientos.

Y con nada más que esas últimas palabras, da media vuelta entre todo el vapor, las paredes de baldosas y se retira. Me quedo de pie en el mismo lugar en el que me quede congelada ante su presencia, hay algo extraño en el que no puedo captar, es difícil de interpretar y está claro que no podré saberlo si sigue con esa actitud. No es como Harry o Ben, quienes al hablarme, aunque supieran mi nombre, me lo hayan preguntado. Ese chico que vestía como ellos pero no se parecían en nada.

Suelto un suspiro sumamente sonoro y procedo a vestirme con la muda que había dejado dentro del ser del baño: unos pantalones sueltos de la misma tela de los pantalones de los soldado, pero esta era de un solo tono, verde musgo; junto a una básica de color negro. Dejó mi pelo suelto esperando que logre secarse con la brisa diaria, y camino fuera luego de haber pasado casi toda mi vida allí dentro.

Pero al salir tropiezo con alguien y cierro los ojos de inmediato al pensar que quien está delante de mi era el de hace unos minutos. Pero una calida y suave mano se posa en mi rostro obligándome a alzarlo.

-¿Emma? ¿Qué pasa, estás bien? –musita la voz.

Harry.

Abro los ojos y me encuentro con esos verdes, ese verde brillante y oscuro el mismo que el de ese día que los vi por primera vez bajo la mesa de la cocina de mi hogar. Pareciera como si fue hace años pero solo han pasado unos días. Asiento con la cabeza lentamente y el me suelta con la misma velocidad.

-Si, es solo que me he asustado, Harry, nada grave.

El se muerde el labio inferior por dentro y me mira como si tratara de hacerme un chequeo rápido y detectando millones de problemas. Porque al fin y al cabo eso es lo que soy, lo que somos todos los que estamos aquí. Somos una mina llena de hoyos llenos de problemas, dolores y a pesar de que siempre estén siendo extraídos, hay más y vuelven a crecer dentro de ella.

-¿Te gustaría acompañarme a un lugar? No tengo ganas de hacerlo y quizás me sirva un poco tu compañía. –dice mirándome a los ojos y haciendo caso omiso a lo que pasó. Me agrada Harry, parece que me conoce, que sabe qué hacer para sentirme mejor, o al menos lo intenta. Sonrío y le agradezco con ella.

Y él sonríe conmigo.

Mientras caminamos, descubro que el solo lleva puesto una camisa de color blanca, no es la misma que llevaba en el comedor. Sus pantalones son iguales a los míos pero en vez de verse ridículo, le sientan. Me gusta su modo de caminar, como si no fuese alguien importante (porque lo es, nadie aquí es más impórtate que un miembro del gobierno, lo tiene todo), como si fuera alguien normal, corriente, no un adolescente con su inocencia interrumpida. Se detiene frente a una puerta de color burdeo y la abre y retrocede unos pasos para que yo pueda pasar primero que él y así lo hago.

In war  (h.s)Where stories live. Discover now