Cap 14 (Parte 2)

864 107 16
                                    


—Estoy demasiado furiosa para estar celosa.— se defendió

—No te enfades, Daki. Bella no es mi tipo. Y en cuanto a lo del hotel, ¿crees que eso es un buen comienzo para un matrimonio?

—Te olvidas de una cosa. Bella verá mañana a Jamie Dornan en la fundación. ¿Qué pasará cuando descubra que James Johnson y él son la misma persona?

—No pasará nada.

—Jamie...

—No pasará nada. Bella no mirará mucho a Jamie Dornan. Estará demasiado ocupada pensando en tu hermano. Ni siquiera se fijará en mí. En cuanto a tu esposo...

Dakota cerró los ojos y movió la cabeza.

—Me he casado con un loco.

—Estoy loco por ti —le apartó el pelo de la cara, dejándolo detrás de la oreja—. Me gustas más como esposa que como hermana.

La joven sonrió débilmente.

—¿Y qué va a pensar Bella de que pases tanto tiempo aquí conmigo? Será mejor...

—¿Sigues enfadada? —le preguntó él, dándole besos en el cuello, recorriendo el lobulo del oído mientras le acariciaba los pechos, como a ella le encantaba.

—Lo intento —murmuró ella, gimiendo de placer—. Jamie, me va a oír.

—Con el ruido de la tele, no oirá nada. Gime todo lo que quieras, querida.

—Jamie, no podemos hacer esto. Es indecente.

El joven la miró con ojos brillantes.

—¿Más tarde, entonces? ¿Cuándo ella se haya dormido?

Dakota suspiró.

—Una parte de mí supo que esto era una locura desde el momento en que te puse la vista encima. ¿Qué persona en su sano juicio se casa con alguien que conoce en menos una semana?

—Yo estaba dispuesto a casarme contigo el primer día. Pero temí asustarte si demostraba demasiada prisa —se burló él.

—¿Prisa? Siento como si estuviera en una montaña rusa que cada vez da vueltas a mayor velocidad.

—Ya pensaremos en algo —la tranquilizó él—. Lo único que tienes que hacer es pensar sólo en el momento presente. Confía en mí.

—¿Confiar en ti? ¿En quién? ¿En mi esposo, el compañero de trabajo o mi hermano?

El hombre sonrió abiertamente.

—En los tres.

—¿Falta alguno más? —preguntó ella, nerviosa.

En aquel momento, Bella llamó suavemente a la puerta.

—¿James?

Daki levantó los ojos al techo y el hombre sonrió.

—¿Sí? —preguntó sin soltar a su esposa.

—Se ha terminado el intermedio. Va a empezar la segunda parte. ¿Estás seguro de que no quieres verla conmigo?

—Daki y yo estamos... recordando el pasado... cuando éramos unos niños sin preocupaciones —le mordió la oreja—. Tenemos muchas cosas que contarnos.

Le besó la garganta y notó que el pulso de ella se aceleraba.

Daki tenía cierta dificultad en coordinar las exigencias de su mente con las acciones de sus manos, que estaban acariciando la espalda de Jamie.

Bella seguía todavía en la puerta.

—Deberías dejar descansar a tu hermana. Tal vez no lo sepas, pero, cuando no duerme lo suficiente, se despierta de mal humor. Y yo tengo que trabajar mañana con ella.

—Juro que mataré a esa mala mujer antes de que termine la semana —murmuró Daki—. ¡¿Qué digo?! No creo que sobreviva a esta noche.

—Tienes que cuidar ese temperamento, hermanita.

—¿Crees que tú estás a salvo, J.J. Jonhson?

—¿Y quién quiere estar a salvo? —le murmuró él al oído, colocándose encima de ella.

—¡Oh, Jamie! Estoy muy confusa. Me siento mareada y sin aliento. No puedo pensar racionalmente.

—Sí. Desde luego, tienes todos los síntomas.

—¿De locura?

—De amor.

—¿Cuál es la diferencia?

—Una de las dos cosas es mucho más placentera que la otra.

La joven enarcó las cejas y lo miró sonriente.

—¿Cuál de ellas?

El hombre le quitó la bata y empezó a besarle los pechos.

—Decídelo tú.

Daki suprimió un gemido de placer y lo abrazó estrechamente.

Hubo otra llamada en la puerta.

—J.J. Te estás perdiendo lo mejor.

—Eso es lo que ella se cree —le murmuró Dakota al oído.

Con Bella ya acostada en el sofá, resignada a no terminar de ver la película con el atractivo hermano de su jefa, los esposos siguieron disfrutando de su cercanía, entre besos caricias y toqueteos que soltaban gemidos en Daki y con Jamie callando cada uno de ellos con leves besos, mientras sus manos empezaban a explorar el necesitado cuerpo de su mujer.

Hace unas horas la había hecho suya, pero el deseo y las ganas de estar con ella, de enterrarse en ella, eran muchos y aparecían más cuando ella no estaba convencida de hacerlo ya que su amiga estaba en el mismo departamento y le daba miedo que por un momento de calentura, todo saliera a la luz y descubriera su mentira. Pero como resistirse al hombre que la traía loca, que empezaba a llenar cada uno de sus pensamientos, que a pesar de sus necedades y su carácter, la aguantaba y la calmaba con tan solo unos besos.

Era perfecta, ahí desnuda, con el rostro jadeante, las mejillas sonrojadas y uno que otro cabello en la cara; la contemplaba mirándola fijamente mientras sus besos seguían el recorrido de su cuerpo. Lo acerco a su rostro, y ya no le importaba que haya un intrusa en su sala, solo quería esto con su esposo, le beso el cuello, sus manos jugaban con ese cobrizo que tanto le gustaba, alcanzo sus labios con un beso lento al principio pero pronto era uno apasionado, arrancando suspiros y jadeos en ellos.

—Te amo —susurró ella.

Ya completamente desnudo en tiempo record, la miro, la amaba, era increíble todo lo que despertaba en él con tan solo esas palabras. La abrazo a él, susurrándole lo mismo y se enterró en ella, de la manera que más quería, lento tomándose su tiempo, disfrutando de su estrechez y callando sus gemidos con besos.


♥♥♥



LOCAMENTE CASADOS (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora