Cap 6

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ayy me encanto la imagen, a ustedes no?? leean la nota al final :)

♥♥♥

Jamie no estaba muy seguro. Las enormes manos del voluminoso señor Acosta no le parecían las más apropiadas para hacer la clase de anillo que imaginaba adornando el delicado dedo de su verdadero amor. Sin darse cuenta, retrocedió un paso, pero el otro avanzó hacia él y le puso una mano en el hombro.

—Así que va usted a casarse. Estupendo, amigo. Fantástico. Entre, entre. Tenemos que brindar por eso.

Jamie no tuvo más remedio que obedecer. El artesano lo empujó amablemente hasta la habitación principal de la casita de piedra. El interior estaba agradablemente fresco y aparecía decorado con gusto a base de mecedoras y sillones de mimbre cubiertos con cojines de colores. Unas alfombras de estilo local tapaban los suelos de piedra y unas persianas de bambú cubrían las ventanas, impidiendo la entrada del fuerte sol de la mañana, pero dejando pasar luz suficiente para crear una atmósfera confortable en la estancia.

La señora Acosta salió entonces de una de las habitaciones traseras. Era tan pequeña como grande su marido. El contraste entre ellos no podía ser mayor. Él era moreno y oscuro y ella rubia, de ojos verdes y gestos graciosos y delicados.

El señor Acosta le presentó a la mujer, Laura, y luego le comunicó a ella que Jamie había ido a comprar un anillo de bodas.

Laura se mostró tan encantada como su esposo.

—Eso es maravilloso. ¿Cuándo será la boda? —preguntó con acento británico.

—Esta tarde. En la iglesia de la bahía.

El matrimonio compartió una sonrisa.

—Allí fue donde nos casamos nosotros hace cinco años —explicó el gigante.

—James y yo nos conocimos y nos enamoramos aquí en Tobago.

—Laura era una agente de viajes que visitaba los hoteles y restaurantes por cuenta de su compañía.

—Me enamoré de Tobago en cuanto la vi —continuó ella—. Quería llevarme algo a Londres que me recordara siempre a esta isla. Vine aquí y encontré a James en la playa.

—Yo estaba trabajando en un collar de coral y Laura se acercó a admirarlo.

—¿Admirarlo? Me volvió loca. Exquisitas piedras de coral engarzadas en un hilo de oro. Era extraordinario.

—También se volvió loca cuando le dije el precio —se rió él—. Le estaba tomando el pelo, ¿sabe? Porque la verdad es que pensaba regalárselo. En cuanto la vi supe que tenía que ser para ella.

—Entonces, ¿se enamoró usted de ella en cuanto la vio? —preguntó Jamie, sorprendido.

—¿Acaso cree que su novia y usted son los únicos que se enamoran a primera vista? ¿Cree tal vez que han inventado ustedes el flechazo? —se burló el otro.

El joven se echó a reír.

—¿Cómo sabe que Daki y yo nos enamoramos a primera vista?

—Está escrito en su cara, amigo —sonrió el otro.

Un minuto después, los tres brindaban por el futuro matrimonio de Jamie con un vaso de vino blanco muy frío. Luego el señor Acosta le enseñó el sencillo pero elegante anillo de bodas que acababa de terminar. Era de oro, tachonado de brillante coral negro. Le iría perfectamente a Dakota y además entraba dentro del presupuesto de Jamie. El joven tuvo la impresión de que le había rebajado el precio y, como muestra de agradecimiento, invitó a los dos a la boda.

LOCAMENTE CASADOS (En edición)Where stories live. Discover now