Cap 1

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Disfruten de la lectura, besos.
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Jamie se miró en el espejo del cuarto de baño, preguntándose si debía afeitarse o dejarlo pasar. Era el cuarto día de sus vacaciones en la exuberante isla tropical de Tobago. No habían empezado muy bien. La mañana de su llegada al hotel Caribe Reef, se había roto un cristal de su único par de gafas y luego había descubierto que en la isla no había ningún óptico. Para arreglar el cristal, habría tenido que enviar las gafas a Trinidad y hubiera tardado una semana en volver a tenerlas en sus manos. Como sólo le quedaban cuatro días más de vacaciones, no se había molestado en hacerlo.

Su visión no era demasiado mala, mas biel él usaba los lente para leer y hacer el trabajo. Los objetos no resultaban muy nítidos, especialmente en los bordes, cuando los veia de lejos. Normalmente aquello le molestaba, especialmente en el trabajo, pero allí, en una isla tropical a la que había ido a descansar y relajarse, no le parecía tan malo. Encajaba con su espíritu de vacaciones.

Se miró de nuevo al espejo. No sólo llevaba barba de tres días; su pelo empezaba a necesitar también un buen corte. En su vida real, era normalmente un hombre pulcro y ordenado, pero la verdad era que le gustaba bastante aquel contraste con su habitual aspecto serio. Después de todo, estaba de vacaciones en una isla tropical.

Así que volvió a colocar la cuchilla de afeitar en el armario del baño y se puso algo de la colonia que había comprado para el viaje. Le parecía que tenía un aroma típicamente caribeño. Se miró una vez más en el espejo y se echó a reír, imaginando por un momento que era Christian Grey, arrojado por las olas a la playa de la isla Tobago.

Una hora después, estaba sentado solo en la terraza del restaurante del hotel. La terraza había sido construida en una playa arenosa, cubierta de palmeras. El agua del mar llegaba hasta unos veinte metros de la última fila de mesas. Escuchaba con aire complacido el murmullo de las olas y saboreaba una de las especialidades del lugar, un revuelto de pescado llamado callaloo, cuando una atractiva rubia se acercó a su mesa. Se puso un cigarrillo entre los labios, se inclinó ligeramente hacia él y le preguntó si tenía fuego.

—Lo siento. No fumo repuso él, amable.

Entonces se fijó en la caja de cerillas con el nombre del hotel que había en el cenicero de su mesa. O más bien, en los ceniceros de todas las mesas.

Tardó un poco en comprender lo que aquello significaba. Aquella rubia atractiva estaba flirteando con él. No era algo que le sucediera con frecuencia, así que le encendió el cigarrillo con galantería, mientras procuraba adoptar un aire mundano de hombre acostumbrado a aquel tipo de cosas.

—Tienes un bronceado estupendo dijo ella, exhalando una bocanada de humo.

Luego le dijo que se llamaba Suzanne y era de Dayton.

—Yo soy Jamie.

No se molestó en decirle de dónde era. Todavía no se había instalado en Seattle, pero ya no vivía en Chicago. Además, ¿qué importancia podía tener aquello?

—¿Sabes? —dijo ella—. En otros tiempos, podrías haber pasado por un bucanero.

Jamie se echó a reír. Pensó de nuevo en Christian Grey y se alegró de no haberse afeitado. No podía decir que Suzanne, de Dayton, fuera exactamente su tipo, pero tampoco podía negar que se sentía halagado. Empezaba a preguntarse si debía invitarla a sentarse con él, cuando sus ojos se detuvieron un instante en la puerta del restaurante. Emitió un suspiro de admiración y se quedó mirando fijamente.

Jamie Dornan no se consideraba una persona fácilmente impresionable. No creía en el amor a primera vista.

Pero en ese momento, al ver a Dakota, sintió que aquella mujer estaba destinada para él. Tenía que ser así. Aquél sería su verdadero amor.

LOCAMENTE CASADOS (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora