VÍCTIMA: El Rapto De Bree - Shawn Mendes

CAPITULO VEINTICINCO

           

Bree

Era el día de nuestra quinta visita al ginecólogo. Shawn estaba feliz porque era probable que pudiéramos conocer el sexo de los bebés. Estaba entusiasmado con la idea de tener una niña, al menos.

En el consultorio, nuestro turno fue después de una chica morena y guapa. Cuando vi su vientre sentí envidia. Era tan pequeñito que apenas era un bulto sobresaliente sobre su blusa. Yo parecía que iba a dar a luz en cualquier momento.

Estaban a punto de llamarme y Shawn no estaba a mi lado, había regresado al auto para llevarme mi abrigo.

La chica del vientre pequeño me miró y me sonrió. Le devolví el gesto y ella se acercó.

–-Hola. No pude evitar fijarme en tu vientre. Soy Arzaylea. ¿Cuánto tiempo tienes?

––Bree. Tengo 21 semanas.

Ella me miró como si estuviera mintiendo. No la culpo.

––Quintillizos. —expliqué.

Sus ojos.---Y los de otras dos chicas en el lugar se abrieron.

––Pero eres tan joven. —murmuró. —Muy joven para cuidar de todos esos niños tu sola.

––No estoy sola...

El sonido de la puerta siendo abierta me hizo voltear para ver a mi chico entrando.

––Él es mi novio. —le dije. —Se llama Shawn.

Ella le tendió la mano, pero no volvió a decir su nombre. El castaño no la tomó. Me pareció extraño, Shawn no solía comportarse así. Le dediqué a Arzaylea una incómoda sonrisa de disculpa y en ese momento la ginecóloga me mandó llamar. Salvada por la campana, pensé.

–– ¿Por qué te comportaste así con la chica aquella?—pregunté ya en el auto, después de la consulta.

–– ¿A qué te refieres?—preguntó él,

––Ni siquiera la saludaste. Ni siquiera te presentaste. Parecía como si estuvieras frente a tu peor enemiga.

–– ¿Lo hice?—parecía frustrado.---No fue mi intención.

No dije nada más, pero sabía que estaba mintiendo. Shawn siempre era exactamente igual de obvio cuando decía la verdad que cuando intentaba ocultarla. La pregunta era, ¿qué estaba escondiendo? ¿Él y Arzaylea se conocían? ¿De dónde? ¿Por qué ahora Shawn no toleraba verla?

Mi curiosidad creció más cuando, al llegar a casa, él dijo que tenía unos asuntos pendientes, pero no explicó cuáles, dijo que volvería pronto.

¿Qué clase de "asuntos" podría tener él si no trabajaba? Lo dejé pasar, pero eso no quería decir que no me hubiera dado cuenta, o que me preocupara menos.

Me encogí de hombros mentalmente y decidí dejar que transcurrieran los días, tarde o temprano él iba a contármelo, o al menos eso esperaba.

–-¿En qué piensas? ––le pregunté mientras me preparaba para ir a la cama. Él estaba sentado al borde de la misma con expresión perdida.

Ni siquiera me escuchó.

–– ¿Disculpa?—dijo saliendo de su trance.

Me acerqué a él y me senté a su lado. Puse una mano en su brazo.

–– ¿Qué está pasando contigo? Llevas días con la mente en otro lugar.

El desvió la mirada nuevamente. ––No tengo nada, supongo que no he estado durmiendo bien esta semana. Eso es todo.

De verdad él no sabía mentir. Darme cuenta de que no quería decírmelo disparó mis inseguridades a niveles impresionantes.

–– ¿Es por mi culpa? ¿No te he dejado descansar?

Hacía varias noches había dejado de dormir bien por cierto tipo de pesadillas que estaba teniendo. Él siempre preguntaba de qué se trataban, pero yo le decía que no lo recordaba. Por supuesto que lo hacía. Soñaba que era violada.

Esta vez sí que me miró.

––Por supuesto que no. Claro que no es tu culpa. —se acercó y besó mi frente.

El gesto me pareció dulce, pero ahora estaba en "modo inseguridad", así que mi reacción no fue exactamente la mejor.

–– ¿Estás cansado de mí, cierto? Ya no te atraigo como antes. Ya ni siquiera me tocas. Ya ni siquiera me besas...Sabía que en cuanto mi cuerpo cambiara esto pasaría...

––Por supuesto que no, Aubrey. Tu cuerpo no tiene nada que ver.

––Me estas llamando "Aubrey". Tú nunca me dices así. Suena a mentira. Estas harto de mí. —con cada comentario que el hacía me ponía más a la defensiva y no podía evitarlo. Malditas hormonas.

––Claro que no, mi amor. Jamás podría cansarme de ti.

––-Pues entonces demuéstramelo. –-Me levanté y quité mi blusa. Mi enorme vientre ahora estaba completamente a la vista. Y no una vista muy bonita, cabe decir. —Asqueroso, ¿cierto, Mendes? ¿Te desagrada lo que ves? Pues lo siento, pero no es mi culpa estar embarazada. Yo no te pedí tener cinco hijos. Yo no te pedí hacerme subir de peso. Yo no te pedí que me secuestraras en primer lugar.

Él se quedó mirándome con sus ojos tristes y la mandíbula apretada. En ese momento algo hizo clic en mi cabeza y me di cuenta del gran error que estaba cometiendo.

––Perdóname. No quise decir eso.

Bajó la mirada, y yo como pude me arrodillé frente a él para que me viera, aunque tuve que levantar su rostro con mis manos. —Oye, discúlpame. Lo siento. No pretendía decir eso.

El volvió a posar sus ojos en mí con cierto enojo, pero no lo suficiente para asustarme o para creer que no iba a perdonarme.

–– ¿Todo esto es por sexo? ¿Eso es lo que quieres? Adelante. Voy a hacerte mía y estaré tan dentro de tu ser que nunca vas a olvidar que estuve ahí.

Y entonces, sin su natural delicadeza pero sin llegar a ser lo suficientemente rudo, me tiró sobre la cama y quitó su pantalón.

Esta vez no me sentí bien como normalmente me sentía después de tener relaciones con él. Esta vez no había sido con amor. Él ni siquiera se quedó a dormir en la misma habitación.

Shawn me estaba ocultando algo muy grande y tarde o temprano yo iba a averiguar qué.

-Monica