Capítulo 8: Reino de la Lluvia

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- Lees demasiados libros, Deidara – comentó sonriendo aunque ambos sabían que Deidara tenía razón en todas y cada una de sus palabras.

El carruaje llegó hasta el puente que cruzaba hasta el castillo pero Orochimaru no dejó a Deidara en ningún momento abrir las cortinas para que viera el pueblo. Deidara aún escuchaba la lluvia caer, parecía que en ese Reino jamás cesaría la lluvia.

Los caballos se detuvieron en la entrada y los ocupantes esperaron hasta que los súbditos abrieron las puertas. El primero en salir fue Kabuto seguido por Orochimaru que le tendió la mano a Deidara para ayudarle a bajar. Aquel chico rubio colocó su mano sobre la de Orochimaru y bajó tapándose mejor con la capucha. Alzó la vista contemplando el imponente castillo que ahora sería su hogar y al bajar la vista, se cruzó con algún guardia que le miraba boquiabierto al ver sus preciosos ojos azules.

Deidara al darse cuenta, agachó la mirada cubriéndose con la capucha mientras Orochimaru le indicaba que le siguiera. Al entrar por el castillo no se atrevió a levantar la cabeza, se quedó con la vista fija en el suelo viendo los pies de los guardias a los laterales. Caminaron hasta el gran salón y el último guardia les anunció su llegada.

Entraron por el gran salón aunque Deidara seguía sin levantar la vista de aquella alfombra roja que pisaban sus pies. Seguía en completo silencio a Orochimaru y pese a no estar de acuerdo con todo esto, seguía siendo un simple campesino que debía obedecer a su señor. No sabía cómo acabaría todo esto pero no le gustaba nada el rumbo que tomaba su vida.

- Tío – comentó feliz Pain al verle – qué sorpresa tenerte por aquí.

- No podía perderme tu coronación – comentó Orochimaru.

Pain se quedó absorto mirando aquella sombra encapuchada tras su tío y su consejero. Miró unos segundos hacia atrás viendo a su esposa sentada en la silla de su trono y volvió a mirar a la sombra.

- Es mi presente para ti – comentó Orochimaru en susurro para que nadie le escuchase – un Namikaze, el heredero aunque él perdió la memoria. Espero que sepas llevar la situación con cautela.

- ¿Un Namikaze? Eso supondría... si tengo un heredero con él podría ser el Rey de su reino.

- A mi muerte te dejaría heredar todo – comentó Orochimaru – tendrías tu reino y el mío.

Las palabras de Orochimaru siempre parecían tan alentadoras. No tenía intención de darle su reino, eso jamás. Cuando tuvieran al heredero y consiguiera obtener el poder sobre el Reino de la lluvia cuando firmase aquella cesión de poderes, podría asesinar a Pain y quedarse con su reino, se quedaría con Deidara de nuevo y con dos reinos, lo tendría todo. Debía renunciar a Deidara sólo un tiempo hasta que consiguiera que Pain le diera su reino, nada más.

Desde luego Pain no sospecharía de él después de darle un regalo tan suculento, le ofrecía dos reinos con ese chico, dos reinos envenenados por la codicia de Orochimaru. Se giró mirando a aquella sombra, ése sería su único sacrificio, perderle durante unos meses, pero lo recuperaría, Deidara siempre sería suyo y regresaría a él tarde o temprano. Sonrió con malicia hasta que escuchó a su sobrino decirle de ir a un lugar más privado.

Entraron en la sala y Pain pidió al guardia que les dejase a solas con su tío y aquel chico encapuchado. Orochimaru se quedó al margen viendo cómo su sobrino se acercaba cogiendo la capucha del chico y apartándola con ciertas dudas quedándose sorprendido al ver aquel cabello rubio. Con dos dedos en la barbilla, alzó el rostro de Deidara hasta que pudo ver aquellos finos rasgos, aquellos inocentes ojos azules.

- Había escuchado hablar de estos chicos rubios – comentó sin decir el apellido Namikaze para evitar confundir a Deidara en su mentira – nunca creí que los rumores fueran ciertos pero aquí está, más hermoso de lo que imaginaba. Por una vez los rumores son ciertos.

Reemplazando a mi hermana (Naruto: Sasu-Naru, Ita-Dei)Where stories live. Discover now