Capítulo 5: Rey sin corona

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Un soldado caminaba por los tenebrosos pasillos del que antaño fue el castillo más luminoso de la tierra. Ahora sólo quedaban sombras, piedra blanca que se oscurecía en aquella tonalidad grisácea y las antorchas que iluminaban los anchos pasillos. El esplendor que una vez vivió aquella fortaleza se había convertido en el más tenebroso de los castillos. Los soldados custodiaban todas y cada una de las puertas y finalmente, aquel soldado llegó hasta el portón del comedor real.

Hace doce años allí se celebraban los mejores y más lujosos banquetes, sus pistas recogían a miles de bailarines de la nobleza que danzaban felices, hoy sólo era un inmenso comedor vacío en el que a veces, algún noble se atrevía a entrar para tratar algún asunto con el ilegítimo Rey, el usurpador del trono.

El guardia que custodiaba la puerta tocó en ella y entró nombrando al soldado que buscaba una audiencia con el rey. Entró algo atemorizado aunque trató de no aparentarlo. Los rumores que corrían acerca del nuevo Rey no eran para nada buenos, todo el mundo sabía lo que ocurría si se le llevaba la contraria, era mejor obedecer y hacer las cosas bien si no querías un castigo mayor o incluso la pena de muerte.

Al acercarse hacia la mesa llena de abundante comida empezó a escuchar los jadeos de un joven y sólo cuando estuvo próximo a la silla del fondo pudo ver a ese chico de extraño cabello rubio montando a Orochimaru mientras este gemía levemente y comía animando al joven a seguir en su tarea. El chico al ver al soldado trató de levantarse para dejarles a solas pero Orochimaru tiró de su cabello impidiéndole levantarse ordenándole que siguiera con su trabajo, él no había terminado.

El soldado, algo impactado se acercó a entregar la carta pero otro soldado lo interceptó antes de que llegase y cogió la carta él mismo para entregársela a Orochimaru, su guardia personal, Kakuzu. Entre los jadeos de aquel chico que inundaban la gran estancia, Orochimaru leía la carta mientras el soldado esperaba paciente una respuesta.

- Maltida sea – exclamó barriendo con su brazo parte de la mesa y lanzando unos vasos de la más fina plata al suelo derramando el vino por el suelo.

Todos los allí presentes e atemorizaron unos segundos pero se relajaron cuando vieron que Orochimaru cesaba en su empeño de seguir con aquel enfado precipitado.

- ¿Cómo es posible que siga sin un heredero? Le busqué una mujer de alta alcurnia, la más noble entre las nobles, sólo necesitaba un hijo. Konan prometía ser la esposa perfecta y me habían asegurado que era fértil. Llevan tres años intentándolo y nada.

- Quizá va siendo hora de que le entregue su regalo – comentó uno de sus consejeros sentado a su lado. Kabuto - Lo ha estado retrasando mucho tiempo.

- Esperaba que mi inepto sobrino pudiera tener descendencia y así poder quedarme con su regalo – comentó Orochimaru.

- El reino debe estar siempre por encima de los intereses personales, mi Rey. Ese chico puede darle el heredero que estáis buscando y sería completamente legítimo, él era el auténtico Rey. Si ese niño lleva la sangre del antiguo Rey, nadie podrá volver a decir que el trono es usurpado, porque tiene la sangre del legítimo. Tendría todo el derecho a sentarse en el trono.

- Si ese chico se entera de que es el hijo de Minato Namikaze, antiguo Rey de mi territorio es capaz de cualquier cosa con tal de sacarnos del poder – comentó Orochimaru.

- No deje que se entere.

- ¿A qué te refieres?

- Piensa que es un simple campesino, dejémosle que lo crea, que su misión es satisfacer a sus dueños. Cuando tengamos el heredero podemos matarle o si lo prefiere, puede quedárselo usted como su juguete personal. Sólo necesitamos que se quede embarazado de su sobrino. ¿Sigue puro, verdad?

Reemplazando a mi hermana (Naruto: Sasu-Naru, Ita-Dei)Where stories live. Discover now