Capítulo 8: Reino de la Lluvia

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Sus ojos no podían apartarse de aquellos cristales que se empapaban con la incesante lluvia. Era la primera vez que salía del castillo, la primera vez que subía en un carruaje tirado por aquellos dos caballos, la primera vez que veía aquellos bosques. Pese a que debería estar feliz, no lo estaba, sólo era un pájaro enjaulado al que ahora vendían a otro dueño con el que volvería a estar encerrado.

Se sentía exactamente como aquel lluvioso día, deprimido, triste y melancólico. Una mano se posó entonces sobre aquella capucha asegurándose que no dejaba ver su largo cabello rubio pero Deidara no se movió, siguió mirando por la ventanilla hasta que su acompañante cerró la cortina evitando que siguiera mirando.

- Es mejor así, Deidara, ahí fuera hay innumerables peligros y no queremos que te ocurra nada.

- ¿Por qué tengo que ir cubierto? – preguntó agachando la vista.

- Tu cabello rubio es demasiado llamativo, es mejor que permanezca oculto.

- Nadie se percataría en un simple criado – comentó – no tengo nada que ofrecer.

- Deidara... ahí fuera a la gente le da igual lo que seas, con que les atraigas pueden hacer miles de cosas horribles. Estás más seguro cubierto.

- De acuerdo – dijo al final evitando más conversaciones.

- Deidara, no estés triste o me pondrás a mí triste también.

- No quiero ir a ese reino. ¿Por qué no puedo quedarme en el país del viento?

- Porque me harías un gran favor a mí.

- No sé cómo.

- Encárgate de darle un heredero a mi sobrino y yo me ocuparé del resto.

- No sé qué podrías conseguir con todo esto.

- Podría convertirte en mi esposo si me obedeces.

- No es cierto, un campesino jamás se casa con un Rey. No sé qué interés puedes tener en todo esto.

- Yo podría darle una buena educación a tu hijo, podría conseguir ser su consejero y al ser el hijo del Rey del Reino de la Lluvía...

- Quieres el poder, quieres manipularle para controlar el reino desde las sombras – dijo asustado.

- Dicho así suena muy siniestro. No, Deidara, sólo quiero darle una educación.

- No quiero hacerlo. Por favor... prefiero estar contigo en el castillo encerrado.

- No puede ser, Deidara. Eres una pieza clave para mi plan. Yo confío en que lo harás, eres un súbdito del Reino del Viento, no querrás fallar a tu país, ¿verdad?

- Por favor – suplicó.

- Deidara, me habría encantado ser yo quien hiciera que perdieras tu virginidad pero las cosas han salido así. volveré a por ti, te lo prometo, eres lo más importante y valioso que tengo. Si sigues siendo un súbdito del país del Viento, haz caso a tu Rey y obedécele en todo. Sólo serán unos meses.

- Haré lo que sea pero no me obligues a quedarme allí con un desconocido. Sabes que sólo seré un criado más en su lecho, nada más.

- No serás como los otros.

- Tiene esposa, sí seré como el resto de criados, tan sólo un juguete con el que se divertirá y con el que hará todo lo que su esposa no está dispuesta a hacerle. No quiero ser solamente eso.

Reemplazando a mi hermana (Naruto: Sasu-Naru, Ita-Dei)Where stories live. Discover now