Capítulo 2 (Editado)

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Donde Jason se pone firme de una vez por todas tras que las cosas no funcionaran como él quería

Desde mi venganza todo había ido de mal en peor, primero tuve que aguantar media hora de Kayla actuando como mamá gallina sobre mí en la enfermería. Luego,  al llegar a mi cabaña, mis hermanos se pusieron sobreprotectores y tuve que convencerlos de que estaba bien.

Planeaba cambiarme de ropa porque la mía estaba asquerosa como consecuencia de tirarme al piso. Me dí una ducha y cuando salí me di cuenta que mi ropa había desaparecido.

Se notaba que era una broma pesada de algún campista. Me causaba curiosidad saber quién era responsable y por qué. Ya ni siquiera me molestaba, las bromas se habían vuelto tan frecuentes que no me importaba.

Con mucha calma, me envolví en una bata y volví a la cabaña. Por fortuna, mi cabaña estaba cerca de las duchas. Al abrir mi clóset encontré toda mi ropa cortada en pedazos y un mensaje que gritaba Piper por todos lados desde donde se le leyera.  Eso debía ser porque su ex era mi tutor.

Mi problema no era la ropa, que en su mayoría habían sido camisetas y vaqueros genéricos. Mi problema era que no tenía nada que ponerme. Tras robarle ropa a una de mis hermanas, que eran todas altas, marché a la cabaña de Afrodita.

Pensaba cantarle las cuarenta a Piper o por lo menos pedir explicaciones. Sin embargo, mi entrada triunfal se vio arruinada porque me tropecé con el bajo de mis vaqueros, que me quedaban enormes.

Drew me dio una mirada burlona y me arrastró al interior de la cabaña  para darme ropa nueva. Pero fue como hacer un trato con el diablo. Me hizo prometer que a cambio de ropa normal, le permitiría usarme de muñeca.  No se como me hizo prometer que no me cambiaría hasta luego de la hoguera.

Y eso que recién iba a ser la hora de almorzar. Sinceramente Drew podía dar miedo, además no era tan difícil de complacer. (Creo que me charmspekeó)

Fui a formarme con mi cabaña a almorzar.
Joseph dio un silbido al verme
-Hermanita, estás preciosa, vamos a tener que llevar armas a almorzar si sigues así- si algo había aprendido de Joseph era que no mentía jamás porque él carecía de filtro, lo que hace que meta la pata bien seguido.
Como la última vez que le dijo a Cassandra que parecía una puta maquillada y que su trasero se veía obeso en jeans ajustados.

Me estoy saliendo del tema, Drew no me había puesto nada muy revelador pero si sugerente, un top semi transparente, unos shorts cortos y unas sandalias. También me había soltado el pelo, pintado los labios y cambiado el marco de mis gafas.

Lucía distinta a lo habitual y gracias a eso pude pasar junto a Jason, quien lucia un hermoso pómulo morado, sin que se diera cuenta o tal vez estaba demasiado ocupado defendiéndose de Piper quien le exigía explicaciones.

De todos modos, un punto para Drew que, a pesar de ser una perra total, me había ayudado a escabullirme. No pude aguantar la risa al entrar al pabellón y atraje toda la atención sobre mí, me sentía desnuda con esa ropa.

Cuando iba prácticamente a correr a la mesa 19 y empezaba a andar, una mano me agarró de la cintura.
-Contigo quería hablar - Susurró en mi oído.Me puse más blanca que papel. El dueño de la voz era Jason.

Así que, por supuesto ocupé mi truco favorito, lo pateé con todas mis fuerzas en la tibia y luego le di un golpe en la rótula, inutilizándole con éxito la pierna izquierda.

Una cosa sobre mí: Soy zurda.

Me quité las sandalias y me eché a correr descalza.Llegué a la plantación de fresas y me oculté entre las plantas. A nadie se le ocurriría buscarme allí.
Y no sería la primera vez en la que no comía por ocultarme.

Creo que había pasado una media hora hasta que Grace me encontró. Por su expresión, definitivamente había acabado con su paciencia. Me recogió del piso y me cogió en brazos a la forma nupcial.
Parece que pensó que era demasiado peligroso dejar mis piernas en cualquier lugar cerca de las suyas.

Al llegar a la arena me sentó en las gradas y se inclinó a mi altura, lo suficiente para que quedara mirando directamente a su ojos mientras sus manos se apoyaban junto a mis piernas.

-Ahora escúchame bien porque lo voy a decir sólo una vez- Sus ojos azules brillaban feroces y parecía estar controlándose a duras penas- Por culpa tuya tengo un dolor increíble en mi pierna, Percy me golpeó, tengo los nervios de punta y llegados a este punto la mayoría de los entrenadores habrían renunciado pero ¿Sabes una cosa? Yo no soy la mayoría de los entrenadores y eso se debe a dos cosas, que todos tus entrenadores eran griegos y que yo aunque viva aquí sigo siendo romano- En ese momento estabamos tan juntos que nuestras frentes se tocaban y yo podría admitir que era la primera vez que un semidiós me intimidaba- Así que, apenas me separe de ti, te vas a poner en pie, vas a ir a buscar un arma que se sienta cómoda para ti y luego vas a dejar que corrija tu postura y te enseñe a pelear ¿Está claro?- Asentí con la cabeza mirando mis pies descalzos, me sentía como una niña de nuevo, a lo mejor por la gran diferencia de altura o por el hecho que estaba descalza, no alcanzé a pensar en eso, porque una mano me levantó la barbilla - Cuando me hables me vas a mirar a la cara, dije ¿Está claro?

Me recuperé rápidamente de mi momento de debilidad.  Y por supuesto, me reí.  Me miró con tanta furia que pensé que me mataría en cualquier momento. Se revolvió el cabello con frustración y se alejó de mí.

Jason respiró hondo y me dio una sonrisa sarcástica.
-¿Como te lo explico? No voy a renunciar. No pienso renunciar. ¿Que sacas resistiendo?

-Mi libre albedrío. ¿Es tan malo no querer luchar?- Le pregunté, bajando de las gradas y tratando de poner espacio entre ambos. Jason me incomodaba.

-No te entiendo. Y sí, porque un día de estos, te va a atacar un monstruo y alguien inocente se va a lastimar por tu culpa.- Se acercó a mí, intentando arrinconarme. Había que concedérselo. Era observador. Había visto una debilidad y se había aferrado a ella como perro con un hueso.

Se parecía a mis tácticas y eso me asustaba.

-No.

-¿No? ¿Crees que eres tan buena en esto, acaso? Demuéstralo. Coge un arma y veamos si sirves para algo más que quejarte como niña chiquita.- Se cruzó de brazos y se reclinó contra un pilar, la imagen misma del desprecio. -Por supuesto, eres demasiado cobarde para eso. 

Me gustaría decir que no caí por una manipulación tan básica. Pero sería mentir. Sin siquiera pensarlo me había encaminado hacia la armería. Cuando me di cuenta chillé de pura rabia. Era tan... tan... básico.

Estuve mucho tiempo ahí y Grace fue a buscarme. Yo ya tenía una pila de armas descartadas a mi alrededor y estaba a punto de rendirme.

-¿Crees en las señales? Porque esta dice que no sirvo. - Descarté otra espada. Jason me miró, absolutamente en control. Lo odié por ello.

-¿Tienes alguna preferencia?-Había ignorado por completo lo que yo había dicho y había comenzado a rebuscar entre las armas.

-Sí. No luchar. - Jason no me contestó pero lo ví rodar los ojos.

-Eres baja y delgada, más bien menuda - Comenzó a dar vueltas a mi alrededor y yo fruncí el ceño- Aún así eres veloz y astuta, una daga te vendría bien, no cargarías con el peso de una espada, pero no es tan corta como un cuchillo.

Me tendió una daga de bronce celestial con mango plateado. La hoja era lisa pero el mango tenía intrincados dibujos de flores.
-Es una daga griega, de las que usaban las mujeres espartanas atadas al muslo.- Yo fruncí el ceño de nuevo. La inscripción estaba en latín. Algo no calzaba. Yo conocía ese nombre.

-Yo no sé mucho de armas pero sé perfectamente que Boadicea era una reina guerrera romana.-Indiqué la hoja de la daga donde estaba grabado el nombre de Boudicca.

-Debe ser de la época de la guerra civil, en ese momento se forjaron muchas armas y alguien debió pensar que era el colmo de lo gracioso e ingenioso.

Al sujetar la daga la sentí cómoda en mi mano, casi como una extensión de mi brazo.
-Supongo que te encaja bien, al menos es acorde a tu personalidad - Gruñí a su respuesta y él comenzó a reírse. Tal vez Grace no era tan malo.

Tentación   (Jason Grace Y Tú) *Editando*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora