▪ Capítulo 33 ▪

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Abrí los ojos en cuanto un rayo de luz se coló en mi habitación por el pequeño espacio entre las cortinas. Me tome mi tiempo para entrar a la ducha y vestirme. Cuando bajé hacia la cocina me encontré a mi madre desayunando un bowl de fruta con granola y yogurt. Apenas se dio cuenta de mi presencia me sonrió de forma ligera.

— Buenos días, cariño ¿Ya te vas al instituto?

Asentí mientras colocaba un poco de cereal y leche en un bowl para desayunar. Mama no dijo nada mas así que me senté a la mesa junto a ella. Mientras ella veía las noticias en su teléfono yo trate de acabar rápido mi desayuno, sabía que Brooklyn pasaría por mí en cualquier momento.

Al igual que ayer, y los días pasados sentía que el instituto no era el mismo, a pesar de que las clases seguían siendo las mismas y los profesores seguían impartiendo la misma rutina.

Fue inevitable no rodar los ojos cuando note que Gabriella se acercaba a nosotras. Venia pavoneándose como una modelo, el dobladillo de su falda terminaba en sus muslos y su blusa era parecida a un corsé y su largo pelo moviéndose como un péndulo mientras caminaba.

— Justo a tiempo, Mosquita — dijo, dirigiéndose a mi

Mis dedos apretaron el libro de biología que sostenía contra mi pecho.

— Hey, cuida tu lenguaje — intervino Brooklyn dando un paso hacia delante

Gabriella rodo los ojos y luego regresó la mirada hacia mí.

— ¿Qué quieres? — pregunté

— ¿has visto al imbécil de Gibson?

¿Que? ¿Todo ese drama por él?

— No — contesté de golpe para después reanudar el paso.

Brooklyn la miró de mala gana y también empezó a caminar.

— perra — murmuró

— repite lo que dijiste — refutó Gabriella

Brooklyn se giró, formó una sonrisa perfecta ante ella, como si desde hacía tiempo anhelaba hacer esto.

— ¡Perra! — exclamó y se giró caminando hacia nuestra aula — ¿lo escuchaste bien? no tengo problema en repetirlo

¿Se suponía que tenía que sentirme bien después de eso? Antes de entrar al aula leí el nombre de la materia que estaba pegado en la puerta "Anatomía"

Brooklyn me sonrió como despedida, yo le sonreí también, pero mi sonrisa fue más ligera que la suya. Me lo pensé bien, necesitaba aire, necesitaba espacio. Así que fui a un lugar donde casi no llegaba nadie, o al menos en mi instituto; la cancha de fútbol.

Tomé asiento en las primeras gradas y lancé un gran suspiro mientras miraba el enorme espacio del centro del lugar.

¿Podría hacer esto? ¿Dejar de pensar en él? Era fuerte pero el problema era que no sabía si me alcanzaría para esto. ¿Cómo olvidar a alguien que de verdad quieres? ¿Alguien ya lo ha hecho sin esfuerzo?

Ignoré a la persona que tomó asiento detrás de mí, sinceramente no tenía ganas de seguir fingiendo sonrisas. Cerré los ojos, conté hasta diez y los abrí de nuevo. Cuando estaba a punto de tomar mis cosas para irme pude ver a la persona que estaba sentada a unos asientos detrás.

No iba a mentir, mi corazón empezó a latir como loco, tampoco había forma de ocultar el palpitar de mi pulso en mis muñecas. Sin embargo, mi mente ya había tomado una decisión, así que llevé mi mochila al hombro y empecé a caminar hacia la salida.

— sé que prometí no volver a dirigirte la palabra o acercarme a ti, pero al menos déjame decir un par de cosas

Al escuchar su voz mis pies se detuvieron. Tenía la salida justo frente a mí, pero por alguna razón mis pies no se movían a pesar de que sabían que tenía que hacerlo.

Simplemente Mi Chico MaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora