▪ Capítulo 12 ▪

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Llegamos a su casa y en vez de aparcar enfrente como la última vez, entró hasta llegar a la puerta, si no fuese por el freno estaríamos estampados contra ella ahora mismo. Bajé primero y luego de unos segundos bajó él. Cuando abrió la puerta se quedó parado a un lado para dejarme entrar primero.

— que caballero — dije con sarcasmo.

Sonrió

— para una dama como tú, siempre

Quería sonreír, pero no lo hice, él de seguro pensaba que era una débil y sonreír en su cara o por algo que dijera era darle más orgullo.

Intenté tomar asiento en uno de los sofás.

— oh, no... Vinimos a lo que vinimos.

Levanté mi trasero mientras le ponía los ojos en blanco.

— ¿me estás poniendo los ojos en blanco? — preguntó arqueando las cejas

«¿En qué estaba pensando cuando acepte?»

Lo seguí mientras caminaba por su casa; entramos a un salón donde había máquinas de casinos, una mesa de póker y por su puesto la mesa de billar. Se acercó hacia ella mientras yo me había quedado parada cerca de la mesa de póker.

— bien, ¿y por qué billar? — le pregunté curiosa.

Me miró y sonrió perversamente.

«¿Qué estará pensando en estos momentos? Aún que, pensándolo bien, no me gustaría saber.»

— me gustan estos tipos de juegos — contestó a mi pregunta mientras colocaba el triángulo en la mesa

«Bien, no me lo imagino apostando, o.... esperen, sí.»

Me acerqué a la mesa, sentía que tenía la mirada sobre mí. Sabía que todo esto era una mala idea.

— vinimos a lo que vinimos ¿no? — dije mientras tomaba el taco de madera oscura.

Quería empezar el juego, entre más rápido jugáramos más rápido iba a llegar a casa y lamentaría mi decisión, aunque iba ser demasiado tarde. Tomó uno de los otros tacos y empezó el juego, dando el primer golpe.

— un juego, no es un juego sin apuestas — añadió

— claro, ¿por qué no me sorprende? apuestas, ese debería de ser tú segundo nombre — dije dando mi tiro, pero no logré nada.

Sonrió mirándome.

— ya tengo uno, es James, pero apuestas me gusta más — me señaló con el taco — sí, no sé qué estaba pensando mi madre al ponerme ese nombre — añadió, dando su segundo golpe.

Sus largas pestañas adornaban sus ojos azules y combinan jodidamente bien con su perfil.

— sigamos, la apuesta — habló mientras sostenía el taco de madera en forma vertical.

Lo observé esperando su respuesta. Abrió la boca para decir algo, pero la cerró cuando escuchó la puerta principal cerrarse. Con el ceño fruncido esperó a que emitieran algún otro ruido.

— ¡¿hay alguien en casa?¡ — gritó una voz femenina — ¡¿alguien?!

Christopher tensó un poco la mandíbula.

— ¿quien...?

— es mi hermana — me contestó sin dejar que terminara de formular la pregunta y dejó el taco sobre la mesa y caminó hacia la puerta del salón, pero luego se giró hacia mí.

— quédate aquí — indicó serio.

Me invitó a su casa y luego me esconde ¿Qué se trae?

Abandonó el salón y como niña obediente le hice caso. Y ahora que lo pensaba ¿Por qué le hacía caso? Necesitaba pensar bien, coherentemente y ya que él no estaba cerca lo haría mejor. Recorrí todo el salón, observando curiosamente lo que estaba a mi alcance. De pronto escuché pasos de tacones que se acercaban.

Simplemente Mi Chico MaloWhere stories live. Discover now