Capitulo 43 - La peor de mis pesadillas

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El despertador de Selena lo despertó. Lo apagó y se estiro. Notó un pequeño peso sobre su pecho y un dulce olor a moras. Se incorporó un poco y la vio acurrucada aún sobre su pecho, dormida y preciosa. Con el pelo extendido por su brazo y hombro, creando una maraña que le hacía cosquillas sobre la piel desnuda.

¡Desnuda! La miró de hito a hito ¡Era perfecta! Suave, bella y voluptuosa. Deseaba volver a hacerle el amor. Recordó la paz que sintió al poseerla, la felicidad que obtuvo tras adorar aquel maravilloso cuerpo. Quería repetirlo de nuevo.

Pero el miedo y el recuerdo de sus propias palabras regresaron para quedarse. "No dejaría que ninguna mujer lo utilizase a su antojo". No lo permitiría. Se recriminó por haber cedido y haber sido tan débil de haberla buscado para abrazarla, a pesar de que ella misma había afirmado no querer que lo hiciese. Era el peor de los estúpidos.

Selena comenzó a despertarse y notó la calidez de la piel bajo su tacto. Sonrió al reconocer al dueño del cuerpo esbelto y duro al que estaba abrazada. Se estirazó suavemente y apartó su cabello para verle la cara. Estaba serio y la fulminaba con la mirada. Entonces recordó sus cambios de humor y todo lo sucedido la noche anterior. También que ella estaba enfadada. En ese momento no lo estaba, pero pensaba hacer tremendamente bien el papel. Si él tenía derecho a enfadarse con ella sin razón, ella debería hacerlo también ya que si tenía razones.

Tras levantarse de la forma más rápida que le fue posible, dejando caer una mirada despreciativa sobre él, caminó hacía el baño. Se paró en la puerta y sin girarse se dirigió a él en un tono de fingida tranquilidad.

- En el armario tiene que haber alguna playera tuya, por si quieres cambiarte antes de ir a clases -comentó Selena entrando en el baño.

Zayn aceptó la sugerencia, aunque pensó que antes no le vendría mal una ducha. Abrió el armario y se encontró con una infinidad de vestidos, blusas, faldas y pantalones, de telas finas y cortes sensuales. Nunca había abierto un armario de ella. Lo normal era que ella estuviese en casa de él, no al revés. Pero cuando él iba a visitarla, solían estar en la puerta de su casa, sentados en la escalera jugando y peleando a una distancia prudente de las ojos indiscretos de su madre.

Tras haber memorizado cada prenda y habérsela imaginado con ellas, y a él quitándoselas, comenzó a buscar algo para ponerse. Encontró un cajón lleno con cosas de él. Ropa, recuerdos, regalos,.. Vio algo que no encajaba allí. Una camiseta que no era suya. Pero le era conocida. Era la misma camiseta que ella había dicho a Harry que se quedaría, el día que los había encontrado juntos en casa de este. Ahora entendía que un hombre como él se hubiese fijado en una mujer como ella. Harry si había visto lo bella y sensual que era. Pero no se había dejado engañar por ella. Cuando ella se cansó de él y le dio la patada, sin piedad, él no había lloriqueado. Harry conocía a las arpías como ella y no se la había tomado en serio. Cuando ella terminó con él...

Hizo cálculos del día en que eso pasó ¡La noche de la fiesta de disfraces! Se habían dado su primer beso cuando ella aún estaba con Harry ¿Lo sabría él? ¿Sería verdad que fue ella la que lo dejó a él? ¿O la habría dejado él al enterarse de lo que había hecho?

Selena salió del baño y se quedó algo aturdida al ver como Zayn miraba atónito una camiseta. Se acercó un poco, sin que él notase aún su cercanía, y la reconoció. La camiseta que Harry le había regalado ¿Qué nuevo delirio estaría maquinando su mal pensada cabecita? Se irritó al pensar en soportar un nuevo número de celos y de furia injustificada. Se acercó a él, llegando por su espalda, le quitó la camiseta y tras doblarla cuidadosamente, la guardó en otro cajón.

Él quería espetarle a la cara todo lo que pensaba de ella. Decirle que era una arpía sin sentimientos, que utilizaba a los hombres a su antojo y que él no sería uno de ellos. Le habrían encantado poder lograr decir todo eso. O cualquier otra cosa. Pero en cuanto la vio, envuelta en la blanca toalla, con el pelo mojado y salpicada de pequeñas gotitas por toda su piel desnuda, fue incapaz de soltar otra cosa que no fuese un gruñido. La observó por toda la habitación, moviéndose como si él no estuviese allí, preparando la ropa que se iba a poner. La muy perversa había elegido un conjunto de ropa interior de encaje negro.

Tras colocar todo sobre la cama se giró para mirarlo con una impaciente mirada.

- Ya puedes entrar en el baño. Por si quieres ducharte o adecentarte un poco -sugirió Selena empujándolo en esa dirección- Mientras yo me visto.

Él quería verla vestirse, y desvestirla después. Se dejó arrastrar al baño. Pero una vez llegados a la puerta, cuando ella se giró para regresar al cuarto, él la cogió por la cintura y la metió dentro con él.

- Vamos a ducharnos -afirmó Zayn desvistiéndose.

- Yo ya me he duchado -aclaró Selena señalado su pelo mojado.

- Nadie te dijo que lo hiciese sola -dijo Zayn como si hubiese aclarado cualquier duda con una gran explicación.

Tras desnudarse por completo, le quitó la toalla a ella, mientras que esta no dejaba de protestar. La cogió en brazos y la dejó bajo el chorro de agua, acorralándola para que no pudiese salir. Se enjabonó todo el cuerpo y se acercó al chorro de agua donde ella estaba para aclararse. La abrazó para que no se escapase mientras dejaba que el agua templada se llevase cualquier rastro de espuma de su bronceada piel.

Estaba sufriendo la mayor de las torturas. Deseaba rodearle la cintura con sus piernas y que él estuviese muy dentro de ella. Poder besar cada centímetro de aquella deliciosa piel. Pero él no parecía tenerla allí para hacerle el amor. La quería tener cerca para asegurarse de que no se escapaba. Como si fuese un objeto nuevo que había adquirido y quería verlo una y otra vez, hasta que la novedad pasase y el interés por la adquisición se evaporase.

Zayn quería poseerla allí mismo. No entendía como se podía controlar. Pero no debía hacerlo. No sería bueno para su orgullo ceder de nuevo. Mentira. El único motivo por el que no la había empujado contra la pared y penetrado con ansia, era que se había olvidado los preservativos en el cuarto. Pero al menos podría disfrutar de su cuerpo y abrazarla con la excusa de retenerla.

Era patético, se dijo. Que fingiese no ser su perrito faldero no hacía menos verdad que se había convertido en él desde que la hizo suya la primera vez. Quizás antes. Puede que siempre lo hubiese sido. Pero con la excusa de que solo eran amigos, no le había importado. Para ella habría sido la relación perfecta. No tenía que dar nada y lo obtenía todo de él. Pero ahora tenía que sacrificarse y cederle su cuerpo ¡No le extrañaba que quisiese recuperarlo como amigo! Así se ahorraba el tener que meterse en su cama.

¿Estaba obligándola a acostarse con él? ¿A su Selena? Una voz le dijo que no era su Selena, que solo era una fachada, puros engaños para atraparlo. Pero él tenía demasiados recuerdos para saber que eso no era verdad. Se protegía de ella, sabía que debía hacerlo sino quería necesitarla tanto que fuese incapaz de vivir sin ella. Pero ¿sería capaz de hacerlo a costa de ella? ¿Podría utilizarla para satisfacer su lujuria y así poder dejar a un lado su obsesión por ella, sin importarle lo que ella sintiese?

La soltó con brusquedad y salió de la ducha a toda prisa dejando a una Selena conmocionada y aturdida. Ya empezaba a acostumbrarse a ese estado ¡Que Dios le diese paciencia! Si ese cavernícola la despreciaba otra vez, haría picadillo de cretino con patatas.

Eso le recordó que tenía hambre. Y con sus habituales cambios de humor, que solo Zayn comprendía, recogió la toalla. Entró en el cuarto ignorando al hombre allí presente y se vistió, como si nadie la viese. Escuchó un gemido cuando dejó caer la toalla. Un gruñido lo sucedió al colocarse la ropa interior. Y un sin fin de maldiciones se escucharon como fondo mientras ella se embutía unos vaqueros ajustados y una camisa ancha de la cual solo se puso dos botones. Tras ponerse unas botas de tacón del mismo ocre que su abrigo, escondió su melena mojada en un gorro de algodón. Y con prisa porque llegaban tarde a clases, se encaminó a la puerta.

No iba a perder su tiempo peleando con un orangután que ni sabía lo que quería. Desayunaría, iría a clases y después planearía su muerte. Lenta y dolorosa.

¿Y él se había planteado que le estaba haciendo daño? se reprochó Zayn, corriendo tras la mujer que estaba apunto de dejarlo encerrado en su apartamento. Para hacerle daño a alguien primero debe tener corazón. Y esa pequeña víbora ni sabía lo que era eso. Se divertía torturándolo. Lo menos que podía hacer a cambio era obtener sus favores. No se iba a recriminar por no tratarla de las mejores formas ¡No se las merecía! 


Amigos Desconocidos |z.m • s.g|Where stories live. Discover now