Capitulo 86 - Mi vida después de ti

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"Yo siempre he negado el amor que sentía ¡no lo hagas tú!".


Esa maldita frase resonaba en su cabeza una y otra vez hasta meses después de haberla escuchado. Nunca había oído un tono tan dulce en los tiernos labios de Selena. Y estúpido de él, había creído que lo amaba.

Zayn miró con furia el fondo de su vaso de whisky y lo vació de un trago. Ella solo había amado a un hombre y seguramente ahora sería muy feliz a su lado. A esas alturas habrían formado una preciosa y perfecta familia feliz, se dijo con repugnancia.

Ese era el motivo por el que no hablaba con ninguno de sus antiguos amigos, por tanto tiempo. No soportaría que le dijesen lo fantástico que le iba todo sin él y al lado de ese tipo. Se había alejado de sus amigos, de su familia, de todo lo que había sido su vida, huyendo de ella. Pero para ser correctos no podía decir que fuese totalmente cierto. No permitía que nadie supiese de él pero él estaba al tanto de todo lo que pasaba con todos ellos. Se había graduado de puro milagro ya que había abandonado las últimas clases por no encontrarse con ella. Y naturalmente, no había asistido a su propia graduación.

¡Pero ella estaba bellísima! En la distancia la había visto abrazar a su familia, sonreír de felicidad, con ese glorioso y angelical rostro, y marcharse con sus amigos para celebrarlo. Se había extrañado de no ver al tal Sebastián con ella, pero descartó el tema para no hacerse más daño.

A finales de verano Zendaya y Harry habían sido padres. Deseó tanto poder estar con ellos. Pero de nuevo se quedó en la distancia. Selena había estado al lado de su amiga en todo momento. Él vio al bebé sin que nadie lo supiese, y envió una enorme cesta con preciosos regalos para madre e hijo. Pero tenía que conformarse ya que esa ya no era su vida.

Miró a su alrededor. Un despacho vacío, iluminado por la tenue luz de una lámpara de mesa. Las carpetas apelotonadas sobre el escritorio y el único sonido de un enorme reloj de pared.

¡Como odiaba ese maldito reloj! Le recordaba día a día, que todos volvían a casa con su familia, mientras él solo esperaba que este se parara para que el mundo estuviese tan congelado como él y su maltrecho corazón.

Se levantó tambaleándose de su cómodo sillón para rellenar su copa. La puerta se abrió dando paso a una rubia de esbelta figura y falda ajustada, que se contoneó hasta él.

- Leah márchate. Deberías haberte largado de aquí hace horas -reclamó Zayn, dando la espalda a la ceñuda chica.

- Vuelve a hablarme así y te tragarás uno de mis zapatos. Y te aviso que tienen un mínimo de diez centímetros -replicó acercándose a él.

- ¡Soy tu jefe! ¡No puedes hablarme así! -exclamó él malhumorado.

- Ya, ya -ignoró la joven, quitándole la copa de la mano- ¡Como si pudieses vivir sin mí! -bromeó Leah con una sonrisa coqueta mientras se tomaba la copa de un trago- Y ahora te llevaré a casa.

- Aún no quiero volver a casa -protestó el ceñudo Zayn.

- Cariño, no recuerdo haberte preguntado.

¡Esa mujer le volvía loco! ¿No sabía lo que significaba "querer estar solo"? ¿O instinto de conservación? En los pocos meses que llevaba trabajando en esa empresa había conseguido que todos lo odiasen y temiesen por su agrio carácter. Excepto su secretaria, que había sonreído como respuesta a todas sus salidas de tono y replicado con una dura y cínica parodia. Tenía que admitir que admiraba a esa chica. Pocos habrían aguantado todo lo que ella le soportaba a él. Tanto dentro como fuera del despacho.

Una noche más, como se había acostumbrado a hacer, se resignó a que discutir con ella sería inútil. Ella ganaría y haría con él lo que quisiese ¡Como le recordaba a Selena!

- ¡Mueve el trasero! ¿No pretenderás que te lleve en brazos con esta minifalda? -bromeó ella ceñuda, con sus finas manos enmarcando sus caderas- Date prisa que ya casi todos se han ido y tengo que hacer una salida estelar con mi nuevo conjuntito - dijo juguetona, exhibiendo su
cuerpo ante él.

- Te recuerdo que no eres soltera ¿Me harás pelearme con todos los empleados de esta empresa? -preguntó burlón, sin que el humor llegase a sus ojos.

- ¡No! -replicó con fingida inocencia- Solo con los heterosexuales -añadió sacándole la lengua- Pero no te hagas úlcera, que coquetear no es malo. Si ya hago más, me puedes recriminar.

- Si haces más, habrá doble asesinato -le corrigió él enarcando una ceja y esbozando media sonrisa.

- ¡Puf! Me caes mejor cuando estas borracho - gruñó saliendo de la oficina.

- Sí, yo sé que me amas -replicó con sarcasmo riendo por primera vez en mucho tiempo.

- ¡Con locura! -protestó la chica, cruzada de brazos, contorneándose ante la babosa mirada de todos a su alrededor. 

Leah había sido un bálsamo para sus heridas. Su manera de reírse del mundo le hacía ver a veces que no todo era tan negro como él creía. Era la única que le hacía reír. La única a la que le consentiría que se burlase de su decadente estado. Era la única que sabía exactamente como
consolarlo.

- Intenta mover un poco más el trasero -dijo Zayn mirándoselo- Creo que aún no has conseguido dislocarte la cadera del todo.

La chica se volvió y lo fulminó con la mirada. Él también sabía fastidiarla. Por mucho que ella tentase con los coqueteos, era todo fingido. Zayn estaba seguro que ella se amputaría un brazo antes de sonreír servicial a un baboso que la piropease. Por eso le encantaba echar abajo su
fachada superficial que no tenía nada que ver con ella.

- Recuérdame que te heche cianuro en la cena - replicó la chica enfrentándolo.

- Y tú que despida a ese -dijo Zayn señalando a un guardia de seguridad que la miraba como si fuese el último pastel de un buffet libre.

La chica sonrió con diversión y lo agarró por el brazo, arrastrándolo hasta el ascensor. Zayn gruñó al hombre al pasar a su lado y este dio un paso atrás asustado, para después recomponerse rápidamente. Leah soltó una carcajada y lo encaminó hasta el coche.

Como todas las noches volverían a casa, ella lo obligaría a comer algo y lo sacaría de quicio hasta que se quedase dormido, con ella a su lado. Una deprimente existencia que no quería compartir con nadie. Y día tras día vivía sin cambiar un ápice su rutina. Solo esta linda chica
hacía algo más amena su labor de seguir adelante ¡Pero era tan difícil sin Selena a su lado! Todas las noches soñaba con sus besos, sus caricias,... A veces creía oler su fragancia. Necesitaba tanto verla, que las horas en las que la espiaba cuando iba a almorzar con Zendaya a su restaurante favorito, no era suficiente. Todo el infierno que había imaginado que sería perderla no era nada para el vacío que le había dejado en realidad. Nada tenía sentido o valor. Nada importaba lo más mínimo.

- Cariño vamos a casa y hablamos un rato antes de dormir -susurró la Leah acariciándole la mejilla- Sino mi querido novio no nos pillará acostados en tu cama y será una noche muy aburrida -se burló ella con una radiante sonrisa.

- Un día Zac se creerá una de tus bromas y habrá problemas -predijo Zayn, sonriendo tiernamente.

- Para eso te tengo a ti mi querido cuñadito ¡Tú me protegerás!

Zayn sonrió ante eso ¡Lo último que necesitaba ella era su ayuda! ¡Pero adoraba a su cuñada y sus locuras!

Vivir con su hermano y trabajar para Henry, no le agradaba. Pero era la única opción que había visto posible para alejarse de su antigua vida. Su padre le guardaba el secreto porque él así se lo había pedido y en esas circunstancias, Henry habría hecho cualquier cosa por él. Y Zac no le había confesado al mundo su paradero porque Leah habría hecho un llavero con sus testículos. Y así se lo había hecho saber. Por lo que él estaba tranquilo de que nadie lo vería y solo tenía que cuidarse de que su madre y hermana no lo vieran cuando visitasen a su hermano. Pero eso era fácil gracias a Leah y a que pasaba casi todo el día en la oficina. Hablaba con su madre por teléfono sin dar detalles y se negaba a contestar a cualquier intento de contacto que hacía Harry.

Miró a Leah que conducía a su lado. Su hermano tenía suerte de tenerla. Era bella, inteligente, ingeniosa y tenía el corazón más grande que había conocido nunca. Y nada más conocerla deseó matarla. Sonrió ante el recuerdo. Ella lo había mirado con desprecio y había hecho un comentario poco sutil sobre su olor corporal excesivamente varonil. Y que le dijese que apestaba no le molestó tanto como la reacción que le provocaba el escucharlo. No sabía si era porque le recordaba a Selena, por esa fuerza y seguridad que emanaba de todo su ser. O porque había leído en él como un libro abierto. Pero era la única persona con la que era capaz de hablar. Probablemente porque ella siempre respondía con sarcasmo y bromas a todo lo que él decía, por muy penoso que fuese.

Selena también habría bromeado, pero ella no se quedaría de brazos cruzados hasta que él estuviese preparado para hablar. Le habría sacado una confesión completa ¡O habría muerto en el intento! Ella era así, necesitaba conocer toda la historia o su loca cabecita empezaba a teorizar con miles de argumentaciones hasta llevarla hasta los límites de la histeria. ¡Cuanto la echaba de menos!



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Hola mis queridas lectoras, sé que me deben estar odiando y la verdad no las culpo :( fue demasiado tiempo desde la última actualización, pero les prometo que ahora si o si la termino. Queda muy poco así que para las que aún están, les agradezco mucho, ¡y espero que disfruten próximamente el final! UN BESO ENORME!!

Amigos Desconocidos |z.m • s.g|Where stories live. Discover now