Capitulo 37 - Deliciosamente perversa

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Estaba más aburrido de lo que pudiese imaginar fuese posible. Harry andaba desaparecido con su nueva novia. Zendaya y su amigo le habían anunciado muy sonriente, una semana después de la fiesta en la piscina, que ya eran pareja. Había sospechado algo cuando escuchaba a Selena y a él bromear, pero pensaba que era una manipulación más de la morena para hacerle pensar que ya no había nada entre ellos. Y al parecer no lo había. La feliz pareja le había contado como Selena los había ayudado a estar juntos. Era posible que no fuese tan egoísta como pensaba, se dijo Zayn. Pero no, no era él quien hablaba. Echaba tanto de menos a alguien que le hiciese compañía que la intentaba justificar. Pero ella no lo merecía.

Semanas atrás, cuando al fin había conseguido salir del vestuario en el que lo había encerrado, consiguió regresar a la fiesta, para poder torturarse aun más. Nada más verla aumentó la rabia contra ella. Ya ni siquiera disimulaba su interés porque la consintiesen. Estaba en una esquina abrazada a ese amigo suyo. Seguramente el show que le había armado en el vestuario la habría ayudado a engañar a ese pobre incauto. Uno más que añadir a su lista. Si es que no estaba ya en ella.

¡Quería verla! No podía creerse que echase tanto de menos a esa pequeña víbora. Porque sin duda lo era. Una semana antes se la había encontrado arrancando todos los carteles que había puesto un niño. No había visto de qué se trataba, pero de lejos había visto la foto de un perrito. Seguramente lo habría perdido y la muy arpía le estaba fastidiando en la búsqueda. No podía creerse que pudiese ser tan cruel. Sabía que era superficial, consentida y perversa, pero no se imaginaba que pudiese haber estado tan equivocado con ella.

Pese a todo, seguía soñando con ella todos los días. Y no necesariamente dormido. Podía recordar una y otra vez, como sus esbeltas curvas se movían suavemente, agitando el agua, al introducirse en la piscina muy lentamente. Había estado seguro de dos cosas ese día: ella sabía como hacer que saliese todo el oxígeno de sus pulmones y de que jamás sería capaz de dejar de fantasear con su delicioso cuerpo. Rememoraba sin cesar como el agua le caía por sus turgentes pechos, su cabello mojado goteando por su suave espalda, sus delicadas caderas contorneándose como una auténtica sirena,... ¡Era perversa! Deliciosamente perversa.

Ya había pasado el tiempo suficiente para ser capaz de admitir que la quería de vuelta en su cama. Le daba igual que fuese el mismo diablo con tacones. La quería de vuelta entre sus brazos o acabaría haciendo una locura. La perseguía sin que ella supiese, quedándose horas mirándola sin hacer nada. Ya había dejado de fingir ser su amiga y como él imaginó, no se aparecía para estar con el grupo. Todos le echaban a él la culpa. Realmente, solo los hombres, ya que las chicas estaban encantadas. Sobretodo Perrie. Pero a Zayn le había dado igual aquello. Lo único que podía pensar es que ya no la veía como antes, y la necesitaba ver diariamente para mantenerse cuerdo. Había algo que le transmitía que hacía que el nudo que se formaba en su garganta cuando llevaba mucho tiempo sin verla, desapareciese con una sola sonrisa suya. Se empapaba de su imagen cada vez que ella se paraba para saludar a algunos de sus amigos. Las primeras veces lo había destrozado con una mirada fulminante de puro odio, pero ya se había acostumbrado a ella. Cualquier cosa era mejor que no verla. Se despreciaba a si mismo por necesitarla tanto.

¡La necesitaba! No le había quedado más remedio que admitirlo. Aunque fuese la peor de las personas. En realidad, sabía que no lo era, en el fondo solo era una niña consentida que buscaba atención. Pero él no soportaba que no fuese la chica de la que él estaba... ¿En que demonios estaba pensando? No echaba tanto de menos a la que fue su amiga como para pensar que estaba... No, no podía ni pensarlo. Él había querido mucho a su Selena, la chica con la que se montó y cayó de una moto por primera vez. Pero que se muriese por recuperarla no significaba nada más que el hecho consagrado de que nunca más reaparecería. Había desaparecido para siempre. Y lo peor es que eso no le dolía tanto como imaginar con qué hombre estaría compartiendo la cama en ese momento la pequeña perversa en vez de con él.

Amigos Desconocidos |z.m • s.g|Where stories live. Discover now