Capítulo 2. De vuelta a las ruedas

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Y nuevamente, casi exploto en carcajadas cuando un décimo mensaje llegó.

Mensaje nuevo

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- Esos pantalones blancos ajustados, esos botines negros, y esa chaqueta de cuero... Realmente matarías a cualquiera que te viera en esa posición en la que te encuentras ahora. Linda moto, ¿es la misma que la de hace unos meses? Una streetfighter...combina con tu personalidad, peleadora callejera. Estoy esperando tu mensaje de regreso, princesa. Quiero estar contigo nuevamente. Hoy en el estacionamiento... ¿qué dices?

Bae.

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¡¿QUÉ?!... Estaba haciendo un esfuerzo tremendo por no estallar en risas en ese mismo instante, para que la gente que pasaba por ahí no me mirara con extrañeza. Ese tipo estaba completamente loco, estaba colgado, ¿qué se creía? Decidí responder esta vez, sólo para dejarle en claro que yo ya no estaba dentro del juego.

Responder

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- Eh, ¿hola? Lamento decirte que eso que pasó...no significó nada. Estábamos ebrios, o tú por lo menos. No sé cómo obtuviste mi número, pero lo pasaré por alto, y hazme el favor de perderlo. Ya no me envíes mensajes ni mucho menos te atrevas a llamarme. Y también deja de seguirme, puto psicópata. Piérdete.

P.D: no soy una princesa.

Jung HaNi.

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Sí, odiaba que los hombres creyeran que tenían el poder sobre las chicas, y que con sus "encantos" hicieran y deshicieran con ellas. Es ridículo pensar eso, igualdad de género por sobre todo. Estaba maldiciendo por eso, cuando de pronto escuché frenar un auto justo a un lado de Holy, a mis espaldas.

Miré por sobre mi hombro derecho. Ese estúpido de Bae.

- Me las vas a pagar, princesa. Sabes que esto no se quedará así. - gritó desde su ventanilla apuntándome con el dedo. - Nadie se ríe de mí, mucho menos una mujer. - Okey, ese último comentario me estaba llevando al límite. Pero sólo levante mi mano derecha y le enseñé, al muy hijo de su madre, el dedo medio. Me llené de júbilo cuando su cara se desfiguró tras mi acción. Fue lo mejor la vida.

- ¡Si serás puta! - Espero que no sea lo que creí oír.

Me levante de la moto, tiré el vaso de café al basurero, caminé dos pasos hasta quedar a un metro de distancia de su fabuloso Impala de cuatro puertas.

- Discúlpeme, chico rico, ¿qué ha dicho? - pregunté con cierto aire de inocencia.

- ¡Que eres una puta! - gritó el maldito bajándose del auto y parándose frente a mí.

- Ah, okey. - volví a mi moto y tomé el bastón de acero que tenía en una ranura especialmente hecha para guardarlo. Cuando volví donde estaba el bastardo me dirigí a la parte trasera del auto bajo su atenta mirada. - Espero que reflexiones luego de esto. - Y sin más regalías, golpee con todas mis fuerzas, una por una las luces traseras del hermoso auto. Una. Dos. Tres. Cuatro. Le costarían como mínimo 560,00 dólares cada una. Debía dolerle el bolsillo.

- ¡Hey! Detente. - se acercó a mí para hacer que parara, pero antes de que lograra tocarme, mi bastón de acero ya lo estaba apuntando amenazante hacia su rostro.

- Sólo muévete un poco más y rompo esa sonrisita tuya. Aprende a no meterte con "una mujer como yo" y sigue tu camino tranquilo. No me molestes. - golpee el parachoques del auto con el fierro, logrando que la patente callera al suelo. Luego, tranquilamente, me dirigí a mi Holy y volví a mi posición anterior, guardando el bastón en su lugar. Me puse los audífonos y no escuche cuando se fue, seguramente maldiciendo.

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