—Quedate a desayunar. —le rogué.

—No puedo, ya debo irme. Sabes que me encantaría quedarme. —acarició mi mejilla.

—Por favor. —insistí.

—No me hagas esto, nos veremos en unas horas y prometo no despegarme de tí ¿Okay?

—Okay. —dije algo triste. Me besó por última vez y luego se fue de mi habitación. Segundos más tarde escuché cómo se abría y cerraba la puerta principal de la casa.

Volví a acomodarme entre las sábanas y de pronto mi cama era gigante porque faltaba Bradley, mi almohada olía a su cabello y su lado de la cama aún estaba tibio y no podía evitar extrañarlo.
Era tan ridículo, me había convertido en una niña adolescente enamorada y ni siquiera sabía si mi novio me correspondía de la misma manera.
Me levanté una hora más tarde y luego de asearme fui a desayunar, iba a ser un largo día y una aún más larga noche.

[...]

Eran ya las nueve de la noche cuando salí de mi casa y subí a mi auto para comenzar la recorrida por la casa de mis amigos antes de ir a la fiesta. Mamá me había prestado el auto afortunadamente así que no tendríamos que volver en un taxi, lo único malo era que al ser yo quien iba a manejar en el camino de regreso no podía tomar alcohol, o al menos no el suficiente como para emborracharme o ser arrestado en caso de que nos detuvieran. Lo cual incluía los chicos iban a molestarme toda la noche por no poder beber tanto como ellos, ya podía oír las bromas de Ethan en mi cabeza y estaba ideando algunas respuestas en su contra, siempre había que pensar rápido estando con él ya que siempre sabía que decir para molestar, pero eso era parte de su encanto y hacía que me agradara.
Puse la radio para escuchar algo de música hasta llegar a la casa de Connor donde James ya estaba allí así no tendría que ir a buscarlo a su cada que quedaba muy lejos.
Llegué quince minutos más tarde y les envíe un mensaje avisándoles que estaba afuera, dos minutos más tarde salieron pero Connor entró otra vez y salió unos segundos después con una campera en la mano, seguramente la había olvidado. Ambos chicos entraron en la parte trasera.

—Connor casi olvida su chaqueta. —dijo James riendo.

—Casi James, casi. No tienes porque burlarte de mi. —fingió estar ofendido.

—Hola chicos, yo estoy bien gracias por preguntar ¿Qué tal ustedes? —rodé los ojos divertido.

—Perdonanos señorita modales. Yo no fui a la escuela. —respondió Connor.

—¡Sí que fuiste! —respondimos James y yo.

—Perdonenme por no saber tanto de mi vida como ustedes. —se cruzó de brazos y miró por la ventana.

—Estás disculpado. —dije y arranqué el auto otra vez—. Bueno, ahora hay que buscar a Brad.

—¿A Brad o a tu dulce osito de caramelo? —se burló James y Connor se rió chocandole la mano olvidando completamente su enfado.

—Nunca lo he llamado así.

—Pero te gustaría. —volvió a hablar el rubio sentado en la parte trasera.

—Claro que no, no utilizamos esa clase de apodos. —me defendí.

—Está bien principe azul relleno de chocolate.

El viaje siguió de la misma manera hasta que llegamos a la casa de Bradley y este salió unos minutos después de haberle mandado un mensaje. Rápidamente corrió hacia el auto y entró en el asiento del pasajero en la parte delantera.

—Hola. —me acerqué a él y deposité un casto beso en sus labios y el se sonrojó.

—¡Consigan una habitación! ¡Puedo sentir la tensión sexual desde aquí! —gritaron los chicos y no pude evitar rodar los ojos mientras que Brad se sonrojó aún más.

you should love me ; tradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora