Capítulo 24

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Pasaba del mediodía y Sol se encontraba en su hogar disfrutando de una película animada. Toda la mañana había estado de vaga y por la tarde saldría con sus amigas a pasar el rato, por lo que ahora gozaba de sus momentos de soledad. En eso, vio que Ismael pasaba por la sala vestido decentemente, o sea que ya no parecía tan vagabundo, lo que la extrañó en demasía porque eso era raro en él. Curiosa e intrigada, le preguntó:

—¿Vas a salir o algo?

—Sí —respondió Ismael alargando la palabra, perezoso, sorprendiendo mucho más a Sol, pues su hermano no era exactamente de los que salían los fines de semana.

—¿A dónde? —indagó más incauta que antes.

—Con el desconsiderado de Aldo. Si ya sabe cómo soy, ¿para qué me pide que lo ayude con la mudanza? ¡Qué fastidio!

—¿Se muda? —Sol frunció el ceño, extrañada—. ¿Del barrio?

—Nah. Al desgraciado lo contrató una empresa y le dieron la oportunidad de trabajar con ellos como analista de software y hasta le pagarán capacitación y todo. Se muda a otro estado.

—¿Qué? —Sol se levantó del sillón sumamente impactada, sintiendo que algo dentro de ella se quebraba—. ¿Y cómo es que no sabía esto? Él no me dijo nada y tú tampoco me dijiste nada. ¿Por qué?

—Ay, pos' si ya sabes cómo es. A mí también me dijo apenas el otro día. Ese infeliz no canta ni pío sino hasta que está atorado y necesita ayuda.

—No puede ser.

Sol se negó a creer la realidad que golpeaba sus puertas. ¿Eso significaba que ya no lo vería? Sacudió la cabeza con ímpetu y miró a Ismael con ansiedad.

—Yo iré contigo.

—Pero... —Ismael pensó que si Sol iba, ella haría todo el trabajo y él podría hacerse el loco, por lo que aceptó—. Está bien, vamos.

Subieron al auto del joven, a quien habían obligado a sacar la licencia y tener su propio vehículo aunque pocas veces lo usara. Mientras se dirigían a su destino, Sol pensó en toda aquella situación. Ahora que la amenaza de no ver más a Aldo estaba presente, se arrepentía de todo corazón de no haberle contado sus sentimientos antes. No obstante, ella lo había hecho por él, para no darle problemas. Después de todo, ella era menor de edad todavía y él le ganaba con cuatro años; lo último que quería era que él tuviera una mala reputación por su causa. Precisamente por eso fue que optó por dejarle las cosas claras una vez cumpliera los dieciocho años; estaba ansiosa por cumplirlos sólo por eso.

Ahora, sin embargo, todo esa espera se iba por la borda. Pero no, no quería que él se fuera sin conocer realmente cómo lo veía ella y lo mucho que significaba para su persona. Por eso insistió en venir a verlo, para confesarse de una vez. Desgraciadamente, la inquietud e incertidumbre la invadían completamente, porque de qué serviría decirle toda la verdad ahora. ¿Qué debía esperar? ¿Que él le correspondiera? Sería demasiado repentino para los dos.

Por si fuera poco, la otra cosa que la había ayudado a refrenarse de declarársele a Aldo era el hecho de que él e Ismael eran grandes amigos. ¿Qué tal si ella era rechazada e Ismael se molestaba por eso? Ismael, por extraño que pareciera, era bastante celoso y en verdad se preocupaba por ella, así que no quería que la relación que tenían ambos varones se viera en peligro por su cusa. En el caso de que sus más grandes ilusiones se hicieran realidad y Aldo le correspondiera, seguro que existiría una gran tensión entre él y su hermano, e incluso en casa. Siempre había tenido presentes todos esos detalles, por eso había esperado, pero ya no era momento de callar más. Si no sería capaz de estar junto a él como lo deseaba, al menos tenía que dejarle en claro lo que llevaba dentro. Asintiendo firme, se preparó mentalmente.

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⏰ Last updated: Dec 19, 2015 ⏰

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