before we met

120K 2.9K 666
                                    

Cierro mi mochila con rapidez y salgo casi corriendo del salón de clases. Después de que el idiota de mi profesor de biología me obligara a quedarme quince minutos limpiando su estúpido escritorio en forma de castigo por mascar goma en su clase, estaba ardiendo por salir de este infierno. El señor Miller simplemente busca excusas tontas para castigarme. 

Abro mi casillero y observo mis fotos con mis amigas pegadas en la puerta de éste. Es una tradición que tengo desde que empecé la secundaria: cada semestre cambiar de fotos y decorar el casillero de diferentes maneras. Era algo que me tomaba muy enserio, cada foto tenía que ser con una amiga diferente y también, por lo menos, una con todas. Era como una ley no escrita por mí.

Dejo todos los pesados libros que tenía en mi brazo. Noto como estos me habían dejado un poco rojo el brazo, maldigo ante la molestia que sentía, pero decido pasarlo por alto. El dolor se quita rápido y no tengo más tiempo que perder. Cierro el casillero y comienzo a caminar hacia el comedor donde me esperan mis dos mejores amigas, Bárbara y Sam.

—¿Por qué traes esa cara?— pregunta Sam. La rubia me miraba con gracia, hago una mueca y me siento a su lado mientras bufo.

—El estúpido profesor de biología. Es un imbécil— ruedo los ojos. Ambas asienten.

—Lo sé, pero eso no importa. Lo que importa es ¿qué te pondrás para la fiesta de esta noche?— pregunta Bárbara entusiasmada. Podía notar su emoción cada vez que mordía su labio y jugaba con su cabello de una forma en que los chicos suelen percibir como "caliente" o "sexy". Lo sé porque es lo primero que todos dicen al ver su gesto. Conozco a Bárbara desde que nací, literalmente, somos amigas desde la cuna. De pequeñas incluso peleábamos por quien tenía el oso de peluche más grande y al final terminábamos compartiéndolo todo. 

—Quizás... ¿una falda negra y un top blanco?— respondo con duda, mis amigas asienten en aprobación. Adoro las faldas— O no lo sé, en realidad no lo he pensado muy bien. He estado evadiendo este día totalmente— admito, mordiendo mi labio inferior.

—Bien, eso no importa, de todos modos sabemos que siempre usas faldas, pero ¿y de zapatos?— pregunta Sam. Muerdo mi mejilla interior y dudo por unos segundos.

 —Creo que utilizare unas medias con unos zapatos de plataforma— respondo. De todas maneras, era lo de ahora. Sabía que fácilmente habría mínimo 2 chicas vestidas como yo, pero bueno, siempre pasa. Mis amigas me hablan acerca de esta noche: su vestuario, peinado, accesorios, absolutamente todo. Irradian emoción total y yo simplemente las escucho. Después de todo no suele haber muchas fiestas en grande, entiendo su reacción.

Después del almuerzo y del resto de las clases, llego a mi casa para inmediatamente deshacerme de mi mochila y de mi hermoso– nótese el sarcasmo– uniforme. Así es, estaba en ropa interior. Pero, ¡qué va! Estoy en mi casa, todos aquí alguna vez me vieron como Dios me trajo al mundo. Así que, si me ven, que agradezcan mi acto de caridad al usar un poco de tela.

Checo mi teléfono en el cual tenía 3 llamadas perdidas y 25 mensajes. 2 llamadas eran de mi hermano mayor, James. Y la otra de Sam. Decido llamarlos después, que si no me han insistido es porque emergencia no era. 20 de los mensajes eran de mis amigas y los otros 5 de David, un chico muy... muy sexy de mi clase de literatura, y el anfitrión de la fiesta de esta noche. Abro su mensaje primero.

"Hey! Lista para la fiesta de esta noche?" enviado a las 12:05 p.m.

"Espero que si puedas venir" enviado 12:06 p.m

David es lindo, pero un poco tímido. O quizás sólo no sabe coquetear... No lo sé, pero es un poco extraño porque es guapísimo y como atleta, tiene un cuerpo de envidia. Sin mencionar el hecho de que todas las chicas de escuela babean por él. Tenía al chico más deseado de la escuela como pretendiente. Para suertudas, yo

"Si! Nos vemos ahí." 1:12 p.m.

Dejo mi celular en mi cama y voy a mi tocador por un chocolate. Justo lo que necesitaba. Los chocolates son totalmente mi perdición. Una vez con mi dulce en mano, enciendo el televisor y no como estaba mi película favorita "John Tucker must die". Simplemente la a-m-a-b-a. Era lo mejor de lo mejor, una joya cinematográfica y completamente devaluada. No sé que quisiera más: a un John Tucker en mi vida o a sus tres ex-novias para me convirtieran en tal perra. Yo no puedo ignorar a ningún chico sexy, y ellas lo logran como si no fuera nada. Dios, envíame a esas zorras... O un poco de fuerza de voluntad, amén.

Al terminar la película y de hacer uno que otro arreglo en mi habitación, vuelvo a checar mi teléfono respondiendo algunos mensajes. Después de un buen rato termino hablando con Bárbara por llamada.

—¿Debería ponerme medias negras o blancas?— me pregunta Bárbara.

—El blanco resalta hermoso son tu piel, Barbie— murmuro. Hasta ahora sólo mi familia y la suya le decimos de esa manera, y la verdad me sorprende. Bárbara es bellísima: es morena con unos grandes ojos claros y un cuerpo de modelo. No tiene una sola imperfección en su piel, sus pestañas, sus cejas y sus labios son de envidia. Mi amiga es una completa muñeca de pies a cabeza.

—Está bien. Gracias zorrita— me responde y escucho como chasquea su lengua—. Hey, tu deberías ponerte tu falda blanca, ya sabes, la que te queda justa al cuerpo. Recuerda que David quiere llevarte a conocer el interior de su casa y con esa te ves más buena que un pastel de chocolate. Te aseguro que con esa falsa metes tensión en el asunto—murmura, y agradezco que ella no puede verme, porque mis mejillas están rojas como dos tomates. Aunque yo no soy virgen, tampoco soy una gran puta. Sólo he tenido relaciones una vez en mi vida, a comparación de Bárbara que había tenido sexo alrededor de 10 veces, no mucho, pero para nuestra edad era más que suficiente.

 —Yaaaaa, que me pongo nerviosa— chillo, mi amiga ríe y yo inflo mis mejillas

—¿Te ha dicho algo? ¿Crees que tendrán un poco de acción? — dice ella con un tono burlón y pícaro.

—No lo sé, pero honestamente... espero que sí— admito y siento el calor llegar a mi cuerpo ante la vergüenza. Hablar de sexo, para mi, sigue siendo realmente incómodo. Muerdo mi labio inferior y suspiro— Desde hace una semana he tenido sueños sucios con él, y es que, Dios, me pone muchísimo.— admito más que sonrojada. Comienzo a abanicarme con mi mano y río al escuchar un grito del otro lado del teléfono.

—¡Sophie Mila Foster! ¿Pero cómo que tienes sueños mojados con ese muchacho?—dice exagerando voz de señora, comienzo a reír a carcajadas— Niña del demonio. Dios mío, bendícela.

Oh Dios, no me bendigas aún, porque pienso pecar.

*********

Perdón por faltas de ortografía y por este capítulo tan aburrido. Enserio se pondrá mejor  cada capítulo(i think so, jajaja)

Muchas gracias por darle una oportunidad a esta historia, en serio son las mejores<3

dulce tentación» h.s [mature] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora