Capítulo 38 (Navidad)

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Pov Bethany

-Pues verás, eres simpático, eres un hombre y tienes pelo. Cualidades básicas para que una chica se fije en ti. Y me siento halagada, ¡de veras! Pero es que no estoy interesada.

Dije lo más claramente posible a aquel hombre que me miraba fijamente.

Para que me entendáis tengo que remontarme unas horas antes, cuando, tras darme cuenta de que no tenía nada que hacer, decidí salir de casa.

Desde que Mónica ya no vivía con nosotros las cosas se volvieron más aburridas allí dentro. Ya no tenía alguien con quien hacer el parguelas...

Entendedme, si les pido a mis padres que hagan cosas conmigo que yo antes hacia con mi hermana, ¡seguramente se asusten y me metan en un manicomio!

Por este simple motivo decidí ir a la tienda de rosas en la que trabajo para sacarme algo de dinero extra. Por suerte mi jefe estuvo dispuesto a dejarme ayudar a la otra dependienta aunque no era mi turno de trabajo. Sus palabras fueron más o menos así:

-¡Madre del Señor, a ti no hay quien te entienda! Los días que te toca venir no llegas, y cuando no te toca, ¡decides aparecer! Y encima, ¡La mañana de Navidad!

¿No os lo había comentado?, pues si, era Navidad y yo frente a la tienda pidiendo trabajar. Sé que es un tanto extraño pero... Vale, no tengo escusa.

¡Bueno! Al tema. Como iba diciendo, al llegar a la tienda se me acercó un hombre que, en mi opinión, seguro que estaba borracho, y empezó a decir que quería salir conmigo.

Yo, por razones obvias tales como, la diferencia de edades, el hecho de que no le conocía y que yo no estaba soltera... Amablemente y como pude le dije que no.

En cualquier otro momento me habría dedicado a reírme un rato y puede que ha vacilarle otro poco, pero no sé si fue por todos los anuncios de la televisión que decían que había que ser amables en Navidad o yo que sé por qué pero me comporté de manera seria y moderada con él.

Algo bastante raro en mí. Es más, hasta le acompañé hasta la puerta e incluso le regalé una rosa.

Volví a mi sitio detrás de la caja y vi como Mackenzie, la chica que trabaja conmigo estaba coqueteando con un chico en uno de los pasillos.

Una sonrisa burlona asomó a mis labios. Pero, cuando iba a llamarla, me vi interrumpida por un carraspeo que había venido desde el otro lado del mostrador. Me incliné sobre él apoyando el estomago en el frío cristal y vi a un niño de unos siete años ahí de pie.

-Buenos días, ¿necesitas ayuda? - dije cordialmente. "Vale mundo, no te acostumbres a este buen humor y educación, eh"

-La verdad es que sí. Quiero doce de las flores más rosas que tengas -. Dicho esto levantó los brazos por encima de su cabeza y con dificultad dejó encima del mostrador un montón de monedas. Lo que provocó que yo me irguiera de nuevo para quitarme de en medio.

Al segundo de ver el dinero que me ofrecía me di cuenta de que apenas era suficiente para una simple rosa, pero como (repito) estaba de un increíble buen humor decidí ser un poco caritativa.

No me llames princesa #Wattys2016Where stories live. Discover now