Capítulo 18. No te arrepientas

9.7K 537 107
                                    

¡Nico, no se te ocurra soltarme! ¡Nico!

Eva, tranquilízate, me vas a dejar sin mano y eso no será nada bueno para el futuro.

¡Nico! ¡Déjate de bromas!

Esto no había sido buena idea, para nada, no me gustaba sentirme como una niña que está empezando a andar. Y lo peor de todo era que obviamente no estábamos solas en la pista de hielo. Críos o mayores, todos eran unos malditos expertos con los patines, no dejaba de sentirme ridícula a cada minuto que pasaba.

No te presiones por la señora mayor que acaba de pasar por tercera vez... ¡Ouch! ¡Pero no me...! ¡Eva! Nicolette no dejaba de recibir golpes de mi parte, y aún con todo ella no soltaba una de mis manos. Con la otra, intentaba agarrarme de nuevo, pero no dejaba que lo consiguiera—. ¡Eva, estamos haciendo el ridículo!

¡Me da igual! yo hacía media hora que me sentía de esa forma.

Por otro lado, Nicolette seguía riéndose se mí, aguantando golpe tras golpe, aunque debo decir que tampoco quería hacerle daño y ella lo sabía.

Cuando me cansé de ser una niña llena de vergüenza, volvimos a intentar un avance. Cogió mis manos y poco a poco se fue separando de mí. Atemorizada, apreté instintivamente el agarre, provocando una pequeña sonrisa divertida de su parte. Su mirada intentó transmitirme calma, pero poco podía lograr, yo era un saco se nervios. Cuando Nicolette logró tener una distancia moderada entre ambas, se deslizó suavemente por el hielo, dándole la espalda a la dirección que me estaba guiando. Por mi parte, hice un leve esfuerzo de avanzar un poco por mi propia cuenta, pero el miedo me invadía cada vez que me desestabilizaba. Dejaba que me arrastrase con cuidado, mientras podía sentir mi corazón palpitar a mil por hora.

Tranquila Eva, yo te tengo, confía en mí asentí dubitativa, dando un paso mientras deslizaba mi pie con suavidad. Intenté hacer lo mismo con el otro, pero me asusté cuando se me adelantó demasiado.

Nicolette reaccionó con rapidez y me cogió entre sus brazos, justamente cuando estuve a punto de caer en el hielo.

Esto no es para escuché su risa tan pronto terminé esa frase. Con su ayuda me enderecé lo mejor que pude.

Hagamos un pequeño descanso, ven.

Con cierta torpeza —mía por supuesto—, logramos salir de la pista. Ya con más facilidad, ambas nos sentamos junto a una mesa, cerca de una pequeña parada de comida rápida. Nicolette me dejó por unos minutos, ni siquiera me preguntó si quería algo de comer, pero supuse que lo daba por hecho. Así que, viendo la pequeña cola acumulada, empecé a observar a la gente que iba y venía. Varias personas llevaban bandejas en sus manos, buscando un sitio con la mirada para lograr sentarse. Por suerte, muchos seguían en el hielo, así que era sencillo encontrar un lugar libre. Pero fue entonces, cuando vi a una pareja de chicas caminar cogidas de las manos. Admito que se veían perfectas juntas, y muy felices. Las dos llevaban bandejas, y ambas parecían atentas a cualquier mesa libre. Por suerte, dieron con la que tenía justo al lado, y directas fueron a sentarse.

Más curiosa que otra cosa, miré de reojo a las chicas. Una de ellas tenía el pelo castaño y liso, el cual caía en sus hombros. Sus ojos oscuros miraban con amor a su pareja, mientras que sus rosados labios formaban una sonrisa encantadora. Vestía con una sudadera negra, que le llegaba un poco más abajo de su cintura. Parecía que le sobraban un par de tallas, pero admito que le quedaba bien. Unos pantalones ajustados, abrazaban sus piernas, hasta que finalmente terminaba con unas Converse rojas.

Más que un errorWhere stories live. Discover now