Capítulo 12. La boda

8.9K 560 20
                                    

POV's Eva

Me movía incómoda en mi sitio, mordisqueandome el labio, intentando mantenerme serena. Pero me era imposible. Su rostro mantenía una expresión concentrada mientras trabajaba con mi pelo. Era jodidamente hermosa.

—¿Te queda mucho, Eva? —y mi tío cada vez era más exasperante. Yo ni siquiera me estaba peinando, lo hacía Nicolette.

Obviamente, su comportamiento había cambiado de un modo radical. Antes quería más cercanía entre ambas, pero ahora parecía querer mantenerme lejos de ella. Si jamás hubiéramos tenido aquella charla, seguramente sospecharía su cambio. Y seguramente Nicolette lo estaba notando.

Papá, ¿quieres dejar que termine esto? Porque vengas a cada minuto no seré más rápida Daniel me echó un rápido vistazo y después se marchó.

Por mi parte, pensé que Nicolette seguiría con mi cabellera, pero entonces se levantó, yendo directamente hacia la puerta. Le puso el seguro y suspiró con alivio. Hecho esto me miró, dejó la plancha a un lado y se acercó a mí.

¿Me lo vas a contar o tendré que adivinarlo?

El disimulo no venía mucho de padre, pero la observación sí. Nicolette había notado perfectamente el extraño comportamiento de su progenitor. Y quién no lo haría. Aquel hombre siempre dejaba que yo hiciera lo que quisiera, pero ahora, cuando Nicolette rondaba por casa, parecía mantenerme vigilada. Uniendo la protección normal de un padre hacia su hija, podría verlo un poco compresible. Pero ahora temía dar un paso en falso.

No sé de qué me estás hablando.

Mentí, obviamente. Y como siempre, mentir no se me da bien. Ella rodó los ojos ante la respuesta, y cogió de nuevo la plancha. No podía decírselo, no quería darle esa explicación, y menos a sabiendas de su declaración.

No se lo traga.

Debía parecer normal, a los ojos de mi tío, debía serlo. Si bien negué una y otra vez lo que escuchó, o lo que sea que pensase, él no parecía del todo convencido. Y ciertamente, era complicado ignorar a Nicolette o comportarme con ella como lo que supuestamente éramos: primas. Mis sentimientos habían dado un paso más, todo por culpa de aquella noche.

Recordaba la calidez de su cuerpo, sus palabras, todo lo que había estado provocando en ella, su voz... ¿Por qué tenía que ser tan complicado? ¿Por qué tenía que ser precisamente ella? ¿Por qué narices mi cuerpo pedía más?

Nicolette siguió con su trabajo, manteniendo gran atención a lo que hacía. Por desgracia, yo no podía dejar de observar cada movimiento, cada gesto de su rostro. Su tímida sonrisa, que me derretía en un instante.

Deja de mirarme dijo entonces con una sonrisa divertida. Sus ojos se elevaron, encontrándome a través de ese espejo.

Maldición, odiaba su cielo, tan perfecto y único.

¿Cómo no poder mirarte?

No te estoy mirando.

Me encanta lo mal que mientes.

Finalmente me vestí para la ocasión. Nicolette hizo un buen trabajo con mi pelo y el poco maquillaje puso en mi rostro muy natural. Respecto a la ropa, llevaba un vestido de color negro, el cual llegaba hasta mis rodillas. La tela se ceñía suavemente a mi cuerpo. Lo admito, no me quedaba tan mal.

Mi tío, esperaba vestido con un traje de color azul oscuro, con una corbata del mismo color. Le quedaba bien, para que mentir y además, sabía llevarlo con un buen porte. Por mi parte, me senté con las piernas cruzadas en la silla, enviando mensajes a Carla.

Más que un errorWhere stories live. Discover now