Capítulo 7. Cómo un pájaro

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Después de aquel último comentario, el silencio volvió aparecer entre nosotras. Por un momento creí que todo volvería a ser como antes, pero eso no ocurrió. En el camino restante, Nicolette no dijo absolutamente nada.

Finalmente llegamos a la ciudad, la noche había inundado todo el lugar.

Tan pronto nos metimos, recordé que estaba en otro país. El estilo americano podía verse claramente en las calles, en los edificios, todo. Por unos instantes ignoré por completo el problema que tenía con Nicolette, y me limité a ser una turista. Mis ojos volvían a querer saciar su curiosidad.

¿Te gusta el chocolate? —asentí mientras seguía observándolo todo.

Pero solo con leche —concreté con una sonrisa. De la nada había desconectado de cualquier cosa, lo único que importaba era de grabarme bien todo lo que estaba viendo.

Finalmente, Nicolette encontró un lugar al que aparcar. Después de hacer las maniobras necesarias para que el coche estuviera en el hueco libre, bajamos del vehículo. Ella cerró con las llaves y echamos a andar.

Minutos después llegamos a nuestro destino. No pude evitar sentirme sorprendida. Tan pronto como entramos, lo primero que llamó mi atención fue ver una fuente de chocolate en medio del local. No era del todo grande, pero me pareció curioso.

Nicolette y yo esperamos a que la cola avanzase y cuando nos tocó el turno tuvimos que pedir el sabor de helado que quisiéramos. Cómo siempre hacía, quise el de fresa. Después de pagar, nos dieron nuestros respectivos pedidos, no sin antes darnos unas pequeñas bolitas. Por lo que oí, se suponía que debíamos meterlas en dos compartimentos, ya que se trataba de una encuesta, en la cual buscaban saber si la gente prefería el chocolate solo o el de leche.

Las dos asentimos y nos dirigimos al lugar. En este sitio debías elegir el chocolate que tú quisieras, había de varios tipos, pero yo me decanté por el de siempre. Le di mi helado a la chica y para mi sorpresa, esta le dio la vuelta y lo metió con cuidado en el sabor que yo había querido. Hecho esto me lo devolvió y no pude evitar sentirme como una cría que le acababan de enseñar un truco de magia. El chocolate cubría el helado de fresa, y ahora, en tan pocos minutos, éste se habría enfriado y se había quedado estático en su lugar, encima del cucurucho.

No sabía qué cara había puesto, pero mi prima no hacía más que reírse de mi expresión.

¿Vas a seguir mirándolo o piensas darle un mordisco? —se burló con una sonrisa divertida. Yo rodé los ojos mientras dejaba caer la bolita de plástico que nos habían dado, en el compartimento de chocolate con leche.

Al ser transparente podías ver perfectamente que había más gente que prefería el mismo sabor que yo. Por otro lado, Nicolette metió el suyo en el otro.

En ese preciso instante, dos personas dejaron unos asientos libres y aprovechamos para sentarnos. Frente a nosotros había una barra larga de madera, en dónde Nicolette dejó su helado para coger un par de servilletas. Por mi parte veía el enorme cristal delante de nosotras, observaba la gente pasar por la acera, los coches avanzar por la carretera y los locales aún abiertos para el público.

No me arrepentía en absoluto haber hecho este viaje. Estaba siendo una experiencia única.

Lo digo en serio Eva, me estás poniendo de los nervios, muerde ya el chocolate —no pude evitar reírme al oír las súplicas de mi prima. Sabía que en mi lugar, ella ya estaría zampándose mi comida.

Ya voy, relájate.

Dicho y hecho. Le di un buen mordisco al chocolate y tan pronto como sentí el sabor, suspiré del gusto. Estaba delicioso.

Más que un errorWhere stories live. Discover now