Capítulo 11. Sin frenos

9.1K 612 40
                                    

POV's Nicolette

¿Me arrepentía? Por supuesto. Jamás en mi vida me vi en la necesidad de sincerarme. Siempre tenía las respuestas a todo. Pero no ahora. Ella lograba conseguir algo que no sentí antes. Dudas, indecisión. Claro que parecía una chica segura ante ella, pero en el fondo tenía más preguntas que respuestas.

Tuve que salir a correr para despejar mi mente. Ya que, desde que Eva llegó, no había hecho mi rutina de ejercicios. Siempre me había gustado el deporte, la aventura y todo este tipo de cosas. Además, cuando era pequeña, o más bien una adolescente, mi padre siempre me obligaba a ir con él en bicicleta varios kilómetros, o hacer largas caminatas por cualquier monte. Y pensar que en ese entonces tenía la edad de Eva. Recordaba mis constantes quejas, las constantes agujetas. Incluso en algún momento odiaba estar con mi padre por ese tipo de cosas. Pero ahora todo era distinto. Me encantaba todo aquello, y si antes me parecía una tortura, ahora consideraba esos días cómo los mejores.

Finalmente, después de estar unos quince minutos por mi barrio, terminé llegando a un modesto y sencillo parque. Decidí beber un poco de agua y descansar unos minutos. Todo fuera para evitar cualquier contacto con Eva.

Me dejé caer en uno de los bancos, dejando que la música en mis cascos siguiera sonando. Mientras, yo observaba sin un verdadero interés los niños jugando en el parque. Pero mi atención se dirigió a mí teléfono cuando empezó a sonar en mi bolsillo.

¿Diga?

Nico, pensé que pasarías de mí, ¡mala amiga! rodé los ojos divertida mientras me levantaba. Eché andar, ya que no me quedaba mucho para llegar a mi hogar.

Raven, quería pedirte disculpas. No pensé y...

Tranquila, no estoy cabreada contigo suspiré con gran alivio. Si era cierto que tardé en pedirle perdón a Eva, con Raven ya era otra cosa.

Ella me conocía mucho mejor, era una de mis amigas más íntimas, y tenía miedo de una conversación sobre este tema. Siempre quise evitarlo, y por una temporada logré evadir sus preguntas. Pero ya no, y lo sabía.

¿Te apetece quedar esta tarde? escuché una pequeña risa por su parte, haciéndome sonreír. Volvíamos a ser las de siempre. A veces podía ser tan estúpida, y ella tan buena.

Pensé que nunca me lo dirías.

Minutos más tarde, ya estaba duchada y vestida. Mi madre, Johanne y Eva ya se habían ido a comprar ropa para ésta última. La boda estaba cerca, y obviamente ella no traía nada formal para esa ocasión. Admito mi ilusión para acompañarlas, pero las cosas cambiaron con lo ocurrido en la noche. Era demasiado orgullosa con mis sentimientos. De algún modo, quería aparentar molestia hacia Eva, pero realmente me sentía dolida. Jamás se lo diría, mucho menos ahora. Con lo mal que me había salido la primera vez, no quería repetir una segunda.

Ya en el coche, empecé a conducir. La única compañía que tenía, era la música. Fue inevitable, pensé en ella. Eva no lo sabía, pero no era la única que observaba cuando estábamos juntas. Su disimulo dejaba mucho que desear, en cambio yo lograba observar cada detalle sin que ella lo notase. Además, Eva siempre evitaba cualquier conversación de la misma forma, mirando por el cristal. Claro que, aquello me ayudaba a admirarla. Sonreí con tal solo recordarlo.

Pensar en los nervios que recorrían mi cuerpo cuando ella clavaba su mirada oscura en mí. Cómo se perdía en mis ojos, y cómo intentaba por todos los medios no caer en los suyos. Si supiera los verdaderos esfuerzos que hacía para evitar esto, no se lo creería.

Más que un errorWhere stories live. Discover now