Capítulo 14. Un vuelo eterno

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Tragué saliva, sintiendo mi corazón palpitar sin control. El miedo había inundado mi cuerpo, Fréderic se lo contaría a mi tío, y su confianza en mí se largaría en un abrir y cerrar de ojos. Por Dios, había besado a su hija. Es cierto, había sido el momento más perfecto que he podido vivir, pero eso no justificaba nada.

Eva, vete —miré de reojo a Nicolette, quien parecía igual de nerviosa que yo y no de un buen modo.

Suspiré y asentí ante su mandato. De nada servía quedarme aquí. Escuchar una discusión provocada por mí no era algo muy inteligente. Así que, con la cabeza baja me fui, evitando a toda costa cualquier contacto con Fréderic. Desde un principio aquel chico no parecía muy contento con mi presencia. Supuse que algo olía, supuse que algo en mi comportamiento había hecho saltar sus alarmas. Y no iba tan equivocado, más bien al contrario. Fréderic acertó de lleno.

De vuelta en la mesa, mi tío parecía muy entretenido hablando con una de las invitadas. No me malinterpretéis, era normal que consiguiera sacarle una conversación a cualquier persona. Cosa que a mí me costaba horrores. Pero en fin, ese no era el caso. Intenté poner la mejor expresión que pude, queriendo evitar cualquier pregunta. Cuando estuve segura y logré recuperar mi valentía, me senté en mi lugar, dejando un buen espacio entre nosotros.

Mi tío, al notar mi presencia, dejó la conversación y me miró de lleno.

—¿Dónde está Nico? —preguntó con curiosidad.

—Está hablando con Fréderic —bien, al menos no estaba mintiendo. Cosa fácil ser sincera.

—Ya veo... —pensé que aquello quedaría así, por ello empecé a comer de nuevo. Sin embargo, estaba muy equivocada. Aún no podía librarme tan fácilmente—. ¿Te molestó algo que dijimos Fréderic y yo?

Seguí comiendo, intentando parecer lo más tranquila posible, aunque en el fondo sabía que él tenía razón. Miré a mi tío, quien esperaba una respuesta para su duda.

—Bueno... La verdad es que sí —los verdaderos motivos prefería no mencionarlos, pero buscaría algo que fuera lógico—. No me gustaba hablar de mi vida con desconocidos. Y antes de que digas que es de la familia, para mí no lo es.

Esta vez él no dijo nada más. Simplemente asintió con un semblante pensativo. Por un momento creí que seguiría preguntando, pero para mi buena suerte, mantuvo el silencio.

Los minutos fueron avanzando lentamente. Nico y Fréderic no aparecían y era algo que empezaba a preocuparme. Incluso Daniel parecía un poco inquieto. Por otro lado, ya habían recogido los platos, y ahora el postre descansaba frente a nosotros. Mi tío no tardó en acabárselo, pero yo aún no había dado indicios para comer. Me preocupaba Nicolette. No veía a Fréderic capaz de hacerle daño, pero a fin de cuentas, yo no conocía aquel chico. Finalmente, decidí excusarme para ir al baño, pero fue entonces cuando vi a Nico aparecer por las escaleras. No parecía feliz, y ciertamente, no parecía que esa discusión hubiera terminado bien. Cambié de idea, y me quedé en mi lugar.

Mi tío, confundido, esperó a que su hija se sentase. Le dejé un espacio para que lograse pasar, y se dejó caer en el cómodo sillón. Y obviamente, la pregunta tenía que llegar.

¿Dónde está Fréderic? —admito mi interés en la respuesta, pero en el fondo algo sospechaba.

Se ha ido. Tenía cosas que hacer —dijo junto a un suspiro.

¿A estas horas? —ni siquiera yo podía creerme tal excusa.

Sí papá. Mi perfecto novio tiene cosas que hacer, ¿de acuerdo? —esta vez, mi tío decidió no decir nada más. Sabía que era un tipo inteligente, y también sabía la pequeña conversación que tendrían más tarde.

Más que un errorOnde histórias criam vida. Descubra agora