▪ Capítulo 11 ▪

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Las chicas me miraron de pies a cabeza y Gabriella se retiró con su clan. Brooklyn y Katherine me llevaron a las bancas, sentándome recio, tanto que me dolió el culo.

¿por qué presentía que esto era como un interrogatorio?

— así qué... ¿Qué acaba de pasar? — preguntó Brooklyn cruzándose de brazos.

la miré a los ojos y contesté con toda sinceridad.

— no lo sé

— Christopher te acaba de... Salvar de un golpe seguro — añadió Katherine

— ¿él es Christopher? ¡madre mía! es guapo y sexy — interrumpió Brooklyn mientras sonreía coqueta.

Rodé los ojos. En serio no necesitaba que las chicas me dijeran en la cara lo guapo que era ese imbécil...eso no me ayudaba.

— no hay nada de especial en eso ¿Por qué les emociona tanto? Fue...amable conmigo y la verdad es que se lo agradezco — ¿en realidad se lo agradecía? — y no sé porque lo hizo... Cualquier chico hubiera hecho lo mismo... creo...

Ambas me miraron sonrientes. Brooklyn se sentó a mi lado y mi hermana imitó la acción.

— ¿Evy por qué no quieres admitir que te atrae?

¿Qué me atrae? Es guapo, si...y el cabello despeinado le da esa pinta de despreocupado, al igual como viste, su abdomen, esos brazos que.... Simplemente pueden cubrir a cualquier chica de muchas cosas...

¡No! Precisamente Christopher pasó corriendo en busca del balón y mis ojos se enfocaron en él.

«¡No! No. No. ¡No quiero que esto en suceda!»

Mi silencio les dio una respuesta, así que respondieron con un "Aww" en una forma tan cursi y pegajosa.

Simplemente mi silencio no era porque me atraía y me costara admitirlo, era porque simplemente no podía creer que me sentía de esa manera tan.... Vulnerable hacia él.

El timbre derrumbó mis pensamientos. Era momento de la última clase: Anatomía.

Las chicas se despidieron de mi aún con sus sonrisas cómplices. Sin pensarlo tanto me dirigí hacia el aula. Por alguna razón me sentía expuesta, necesitaba un escudo. Sabía que en cuánto lo viera, mi cuerpo se iba a sentir extraño.

Entré al aula y los vellos se me pusieron de punta. Él estaba sentado en el lugar de siempre. Las sillas estaban acomodadas, así que no tenía que mover nada. Dejé mis cosas encima de la mesa y tomé asiento.

Se estaba limpiando la cara con una servilleta de tela. Me recosté sobre la mesa colocando mis brazos de modo que cubría mi cabeza. Como si mis pálidos y delgados brazos fuesen un escudo.

Cuando alce la cara, el profesor ya estaba sentado detrás de su escritorio, ordenando el papeleo.

— ¿a qué hora entró el profesor? — pregunté sin mirarlo

— hace un rato.

No. Simplemente no pude haberme dormido «que vergüenza»

Le miré mientras el prestaba atención. Sus largas pestañas negras y su nariz alta hacían una perfecta combinación.

Me dolía admitirlo, pero, si lo admitía en mi mente lo consideraba caso perdido. Me atraía la forma en que caminaba seguro de sí mismo, su voz, su sonrisa, incluyendo su hoyuelo.

«Me atrae, ya está, lo admito.»

Pero... Eso no quería decir que estaba enamorada de él, para nada sólo pensaba que era atractivo, como también encontraba atractivo a otros chicos.

Simplemente Mi Chico MaloDär berättelser lever. Upptäck nu